lunes, 30 de junio de 2008

Boletín Internacional Informativo - PRO

Junio 2008
El mundo a la deriva

Existe en el imaginario colectivo (que integran desde grandes empresarios hasta pequeños asalariados) una convicción generalizada sobre la existencia de un ámbito decisorio superior que impera sobre los acontecimientos mundiales en forma de pequeña mesa conspiradora.
Por ejemplo, “el precio del petróleo”. La idea es que tres emires árabes, dos compañías petroleras, el jefe de la CIA y, quizás, el inquilino de la Casa Blanca los manipulan a su antojo. Un ex - premio Nóbel afirmó que la creciente cuenta petrolera mundial era equivalente al precio de los 200.000 soldados asentados en Afganistán e Irak y los destinatarios centrales eran los mezquinos europeos que se beneficiaban de la ocupación pero no la costeaban ni en hombres, ni en costo material. El sobreprecio (por ejemplo: de 80 a 140 dólares) es el que deben pagar al importarlo. Los demás mortales, lo pagan de rebote.
La izquierda es la mayor consumidora de esta tesis conspirativa, pero la derecha ingenua la termina confirmando al sostener que los más responsables deben regular los acontecimientos mundiales para evitar la anarquía o la lisa y llana revolución.
En las épocas de consolidación del liderazgo mundial, no ocurre exactamente eso pero los planetas tienden a alinearse naturalmente alrededor del sol; es decir, el rumbo claro conducido lúcidamente sirve de estímulo a los más sensatos y de disuasión a los más alocados. Así los acontecimientos tienden a ser previsibles y racionales.
Esto no significa que los valores en juego sean los mejores.  Ni el Congreso de Viena de 1815 (para ordenar el mundo después de la Revolución Francesa y  Napoleón) ni Versalles en 1919 (después de la 1ra Guerra Mundial) ni Yalta en 1945 (después de la 2da Guerra) fueron benévolos y justos y mucho menos lo fueron los responsables de más de 150 millones de muertos que costaron los años previos a tales “pactos de redistribución del poder mundial”
Más recientemente, entre 1983 y 1988, Reagan, Gorbachov y el Papa Juan Pablo II, idearon la primera etapa del mundo post – Guerra Fría.
Pero el siglo XX ya pasó y el XXI es el verdaderamente globalizado y descentralizado en un nivel inimaginable un par de décadas atrás.
Quién hubiera pensado que la “Europa Social” (tanto de los social - demócratas como de los  social - cristianos) iba a “recomendar” desde Bruselas la “semana laboral de 60 horas” o la expulsión de 8 millones de inmigrantes indocumentados.
O que los EE.UU. serían gobernados por la “derecha cristiana” que hace rememorar a Barry Goldwater o el gobernador Wallace de Missisippi en los 60’s como verdaderos izquierdistas.
Europa y EE.UU. vienen desfasados en lo que va del siglo. En la primera década, a la ultra – derecha norteamericana le tocaba lidiar con la centro izquierda Europea (en su mayoría) para enfrentar el ataque a las torres gemelas.
En las vísperas de la 2da década, 19  de los 27 países que integran la Unión Europea (más la Rusia de Putin) son de derecha y el Senador Obama se pre-anuncia como líder de la izquierda liberal.
Japón sigue sin emitir señales políticas claras y China e India irrumpen en los mercados sin que todavía traduzcan su nuevo poder económico en directrices políticas regionales o globales.
Ni bi-polaridad USA – URSS, ni poder imperial único norteamericano.
Pese a quien le pese, y contra el imaginario colectivo estamos transitando el inicio de un período anárquico e inestable que supera las categorías de análisis que solíamos utilizar hasta hace poco tiempo. Nadie puede hoy vaticinar cual será la inflación, el precio del petróleo, la caída del PBI o los índices de desempleo a fin de año en ningún lugar del planeta.
Los más irresponsables y vacuos ya sacan de la galera el mote “post-moderno” y el valor sacro-santo de la comunicación de masas como una panacea. Alcanza con ver los viejos documentales de Hitler en Nuremberg frente a un millón de antorchas filmados por Leni Riefensthal o las falsas pruebas de la existencia de “armas de destrucción masiva” en Irak para lograr el apoyo unánime del Congreso Norteamericano, para entender que la manipulación de masas (o su intento) no es post-modernismo. Las personas se convierten en masas atemorizadas cuando la debilidad o la confusión de la conducción le abren paso al autoritarismo y al oportunismo.
Cuando escasean los líderes, los pueblos quedan expuestos al libre  y desordenado ejercicio de su libre albedrío y muchas veces caen en las garras de los peores tiranos.
En nuestra América hemos tenido suerte. La inmensa mayoría sigue a dirigencias racionales y moderadas. México, Colombia, Brasil, Perú, Uruguay y Chile representan más del 80% del territorio y la población latinoamericana y, por derecha, centro e izquierda, están bien equipados para enfrentar la zozobra que viene.
En Argentina, pese a que hace tres meses que estamos siendo bombardeados desde el poder con un mensaje que pretende instalar el “golpe de estado” y el enfrentamiento entre argentinos por su condición de rurales o urbanos, ricos o pobres, derechas o izquierdas, nuestro pueblo se ha negado a actuar como “masa” amorfa  o como mera sumatoria de “individuos”. Así hemos tenido un comportamiento ejemplar para evitar siquiera un solo muerto y todos (o la inmensa mayoría) hemos cooperado para que el miedo, la violencia y la anarquía no nos ganen la partida.
Aún sin los líderes que nos merecemos, los argentinos estamos listos para transitar este período complicado y confuso que el mundo tendrá ineludiblemente que pasar.


Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO