domingo, 31 de agosto de 2008

Boletín Internacional Informativo - PRO

Agosto 2008
Argentina y sus cuatro defaults

La pre-condición que debe asumir cualquier país para ser un miembro creíble de la comunidad internacional es el cumplimiento de sus obligaciones externas.
Es así como, países que tienen problemáticas internas mucho más graves que las nuestras – Colombia o África del Sur – cuentan con un gran respeto universal y son considerados “países seguros” pese a la gravísima situación de seguridad que los aqueja.
El default que sufrimos en diciembre del 2001 – más allá de sus causas – está encuadrado en los límites de “tragedia nacional” o “crisis macroeconómica” o “colapso generalizado” que no puede atribuirse a dolo de personas o grupos en particular ni a la intención de perjudicar a determinado sector o país o región.
Podemos acusar de impericia, negligencia e irresponsabilidad a las personas que actuaron en ese momento histórico y asignar co-responsabilidades a instituciones nacionales y extranjeras que podrían haber contribuido a evitar el desastre (partidos políticos, el FMI, gobiernos amigos, etc., etc., etc.)
 En la actualidad el escenario es diferente.
Venimos acumulando incumplimientos parciales y voluntarios (que no se explican por motivos macroeconómicos) que constituyen “defaults específicos” que paso a enumerar:

  1. Los “Hold-outs”: tenedores de bonos legítimos que no participaron del canje de la deuda y mantienen su reclamo judicial ante los tribunales de N.York. Son aproximadamente U$30.000 millones que se deben en este concepto.
  2. El Club de Paris: deuda con gobiernos que suma aproximadamente U$7.000 millones.
  3. Bonos con cláusula de actualización por inflación: Suman U$70.000 millones que depende su tasa de interés del IPC que determina el Indec. Durante el último año y medio se calcula un fraude a los tenedores de esos bonos de aproximadamente U$10.000 millones.

A la actual deuda externa de U$150.000 millones (incluye Club de Paris) hay que agregarle la de los hold-outs más el interés falseado sobre la mitad de la deuda. Conclusión, la deuda externa argentina suma U$190.000 millones (y creciendo) y es hoy casi 40% más alta que la defaulteada en diciembre de 2001 (considerando el aumento del P.B.I. podemos computarla como equivalente).
      Por eso hoy se duda de la capacidad futura (en el 2009) para hacer frente a las obligaciones externas globales. Así estaríamos por concretar el “cuarto” default que abarcaría los otros tres en plena ejecución.
            Sin inversiones externas, con subsidios superiores a los U$15.000 millones anuales, con fuga de capitales de casi U$20.000 millones de julio – 07 a julio – 08 y con una paulatina desaceleración de la economía, nuestra capacidad para enfrentar la recesión global se hará cada día más complicada. Todos los analistas coinciden que, si transparentaramos la economía y diéramos señales de consolidación institucional, podríamos manejar ordenadamente el “tránsito por la recesión” y prepararnos para un nuevo ciclo de crecimiento a partir del 2010.
            Nada indica que esto sea lo que está pasando.
            Parece ridículo que la sociedad argentina solo reaccione frente a las crisis extremas: el genocidio del gobierno militar, la Guerra de Malvinas, la hiperinflación y el default eran evitables si la dirigencia política y social hubiera actuado – dentro del marco de las instituciones democráticas y republicanas – para evitar tales desgracias.
            El mundo actual se presenta lleno de desafíos y amenazas. La nueva presidencia norteamericana desde enero del 2009, la tensión entre USA y Rusia, una Europa que busca su lugar mediador dentro del conflicto y la consolidación de las nuevas economías emergentes (China, India, Indonesia y Brasil),  nos hacen soñar con un mundo más equilibrado. Ni el terrorismo internacional ni el narcotráfico opacan las extraordinarias posibilidades que se abren en el mundo que viene.
            La globalización requiere un esfuerzo adicional a cada comunidad nacional. Aquellos que logren cumplir con los requisitos de previsibilidad, credibilidad y estabilidad, recibirán los frutos de su esfuerzo. Los otros seguirán ocupando los márgenes y los flecos externos del sistema mundial. Serán los pueblos de los unos y los otros quienes vivan la diferencia entre las respectivas conductas.
            No pretendamos argumentar, después, que no conocíamos las reglas de juego.


Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO