viernes, 30 de abril de 2010

Boletín Internacional Informativo - PRO

Abril 2010 – PRO
¿Existe la nueva política?

            Siempre existió (y existirá). La Revolución Norteamericana lo fue en 1776 y la Revolución Francesa en 1789 y la Rusa en 1917; y Roosvelt y el “New Deal” en 1932 o Hitler en 1933; Perón en 1945, Fidel Castro en 1960 y Gorbachov en 1988.
            Y no solo las “grandes revoluciones” son la “nueva política”.
           Los cambios que suceden por evolución electoral a sistemas unipartidarios (el PAN en el 2000  al vencer al PRI en Méjico o Piñera en Chile al desplazar a la Concertación después de 20 años) o bipartidismos que se agotan (Uribe en el 2002 al derrotar en Colombia el sistema conservador-liberal, o Vázquez y el Frente Amplio al superar el esquema blanco-colorado en Uruguay en el 2004 o Chávez al sepultar al acuerdo AD-COPEI en 1998) o Lula y Mandela al romper viejas estructuras de prejuicios sociales y étnicos.
             Tenemos en el futuro inmediato – dentro de los próximos 30 días – tres casos que ejemplifican este fenómeno: Antanas Mockus y su Partido Verde en Colombia creció 12% en los últimos 15 días consagrándose como el gran rival frente al ex – ministro Santos – candidato de Álvaro Uribe -; los liberales-demócratas con Nick Clegg en el Reino Unido desafiando por primera vez la hegemonía conservadora – laborista. Y la derecha húngara que, a través de los partidos Fidesz y Jobbick puede alcanzar en segunda vuelta más de dos tercios de los votos frente a un Partido Socialista que venía ganando los últimos 20 años desde que se derrumbara el Imperio Soviético.
            Tal como lo demuestran todos los ejemplos, aunque se utilicen argumentos “anti-políticos” o “a-ideológicos”, todos los cambios expresan pensamientos ideológicos alternativos y las consecuencias de tales cambios pueden ser enormes avances o sangrientos retrocesos.
            También queda claro que el “argumento generacional” es absolutamente secundario a nivel dirigencial pero fundamental en el entusiasmo movilizador popular que impulsa tales procesos.
            Otro hecho verificable es que pueden ser viejos partidos con jóvenes líderes los que representan “el cambio” – el Democrata norteamericano y Obama – o nuevos partidos con viejos dirigentes – el Partido de la Libertad y Berlusconi. –
En el mundo de internet y Facebook (y Twitter) la “nueva política” se  desdramatiza y se superficializa; se reemplaza la confrontación de ideas y programas y se utilizan mecanismos ligados al show business y al marketing; se hace “cosmética liviana” (o pesada) para ocultar más que para mostrar lo que realmente plantean los candidatos.
Los resultados, igual que los líderes emergentes, son dispares. Algunos se agotan rápidamente (Mahuad en Ecuador, Collor en Brasil o De la Rua en Argentina); otros, sean conservadores (Reagan o De Gaulle) o de izquierda (Lula o Felipe González) se proyectan por largo tiempo marcando hitos históricos permanentes.
            En Argentina hemos sido siempre reactivos a los movimientos contemporáneos más audaces y renovadores. Desde 1810, frente a la ocupación napoleónica de nuestra Metrópoli Colonial, pasando por el positivismo constitucionalista de mediados del siglo XIX, la ola inmigratoria europea de principios del XX, las revoluciones “pequeño – burguesa” y “obrerista” representadas por el Radicalismo y el Peronismo, la “Revolución Cubana” y el mayo francés durante los setentas, hasta el neo-liberalismo de los 90´s.
            Hoy sufrimos la misma crisis de valores que el resto del mundo occidental agravada por la carencia de propuestas de liderazgo que permitan superar la destrucción del estado y los partidos políticos así como nuestro “desajuste negativo” en comparación con nuestros vecinos Chile, Brasil y Uruguay.
            Pero también queda claro que, pese a los retrocesos, nuestra sociedad tiene una vitalidad y una dinámica que nos llevará a diseñar la “nueva política” adecuada para enfrentar los desafíos del bicentenario que comienza.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO


miércoles, 28 de abril de 2010

Construyamos el Partido 7 (28 /04/10)

Construir la identidad propia
(El Zorro lo oculta, pero él sabe que es Diego de la Vega)

            La identidad es un problema complejo. Según el diccionario de la lengua española es el “conjunto de rasgos propios de un  individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”.
            En el caso de un “partido político” este “conjunto de rasgos propios” es un acumulado de hechos que se sostienen en un tiempo y espacio determinado y que tiene algunos requisitos específicos:
1)      Un episodio histórico que lo origina
2)      Actitudes que lo individualizan frente a terceros
3)      Antecedentes históricos que lo vinculan al pasado y elementos nuevos que explican su proyección futura
4)      La voluntad expresa de un grupo humano que pretende “representar” inquietudes y necesidades colectivas
5)      La estructuración de un colectivo con reglas claras que indiquen quienes lo integran y cuales son sus derechos y obligaciones
6)      El cumplimiento de normas cualitativas y cuantitativas mínimas, según las exigencias legales y/o costumbres culturales de una sociedad en particular.

            Estos requisitos son los sustanciales. A esto hay que agregarle los elementos subjetivos que, conforme se desarrollen, se constituyen también en esenciales:

1)      El sentido de liderazgo,
2)      La ideología y la doctrina plasmada en programas de gobierno
3)      Épicas de cambio o continuidad, a partir del momento histórico y de la circunstancia de ejercer el poder o aspirar a alcanzarlo
4)      Estados de ánimo e imaginarios colectivos coyunturales y su voluntad de movilizar recursos humanos y materiales
5)      Aptitud para representar y mecanismos para organizar a los representados.

            La “identidad política” es una acumulación de los requisitos sustanciales y los subjetivos que se van produciendo en el tiempo. Difícilmente todos los requisitos se plantean al unísono, pero la decisión de alcanzar su perfeccionamiento debe estar presente desde el mismo momento del origen de su existencia.
            No es lo mismo ser Robin Hood que Hood Robin. El Llanero Solitario o el Zorro tienen máscaras, ayudantes y caballos bastante parecidos, pero el contexto cultural de ambos es muy distinto.
           Se puede graduar tácticamente  la intensidad del mensaje. Lo que no se puede es ignorar quienes somos y para qué queremos el poder que reclamamos.

Partidos posibles:

            Un partido puede nacer para una cosa, como expresión de bronca o protesta. Y puede convertirse en otra: instrumento propositivo para la toma del poder.
             Un partido puede ser “joven” aunque tenga décadas de existencia: el PAN mejicano nació en 1939 y alcanzó el poder recién en el 2000; Renovación Nacional de Chile (que acaba de ganar las elecciones presidenciales, tiene 25 años de antigüedad). El PT de Lula ya tiene 40 años de existencia.
            Algunos se organizaron después del acceso al poder de sus dirigentes carismáticos: el Partido Justicialista de Juan Perón, el Partido de la U de Álvaro Uribe o el Partido “Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi.
           El PSDB de F.H. Cardoso era un pequeño partido cuando él fue electo presidente por un frente y construyó a partir de allí uno de los dos partidos más sólidos del Brasil.
           Otros responden a tradiciones centenarias como los Republicanos y Demócratas en USA, los conservadores y Laboristas en Inglaterra o los Populares y Socialistas en España (continuadores de Monárquicos y Republicanos, Conservadores y Liberales, Conservadores Católicos y Marxistas).
            Las fórmulas son de lo más variadas (incluyen al Partido Comunista Chino, creado en 1921, que accedió al poder en 1949 y lo conserva hasta ahora), pero solo han perdurado en el tiempo aquellos que han logrado sumar un porcentaje importante de los 12 requisitos enunciados.
            Hay también quienes alcanzan un éxito circunstancial que sólo responde a las necesidades personales o grupales de líderes mediocres pero efectivos en el corto plazo.
           PRO es un partido joven – tiene desde su origen como Compromiso para el Cambio – sólo 8 años. Ha desarrollado una organización mínima y ha tenido un par de resultados electorales notables – Capital federal y Provincia de Buenos Aires. Tiene un candidato presidencial importante – Mauricio Macri – y ha manifestado la voluntad expresa de alcanzar el Poder Nacional.
            Por otro lado, no tiene completada su estructura organizativa nacional, adolece de representación alguna en el Senado y es la quinta minoría en la Cámara de Diputados. Tampoco tiene ningún gobernador ni intendente en 24 provincias.
            Su indefinición partidaria – tanto en lo ideológico, lo programático y lo organizativo -, le han hecho perder un valioso tiempo que hoy puede recuperarse a partir de una revisión de sus laxas definiciones anteriores.
            Es difícil construir un partido si se descree del Sistema de Partidos. Es imposible tener un programa sólido si no se tiene una doctrina orientadora. No se puede tener una doctrina si no se tiene una macro-visión (o ideología) que nos ordene las prioridades a partir de un sistema de valores y la convicción en sus virtudes.
            Esto no ocurre casualmente. PRO es un producto lógico de la profunda crisis que vive la Argentina desde hace más de medio siglo.
            El último capítulo de esta decadencia fue el default del 2001-2002. Ahí se desmoronó el sistema político y el económico y se fragmentaron los partidos políticos tradicionales – el Peronismo y el Radicalismo -.
            El PRO, el ARI y el Partido Socialista en Santa Fe, aparecieron en el 2002 como los emergentes que se plantearon sustituir a la opción Peronismo – Radicalismo.
            8 años después, todo indica que el vació no fue llenado por izquierda ni por derecha, ni por el centro.
            Así resurgen el Partido Radical y el “Peronismo Disidente” ante la inminencia del fin de la transición KK.
            La pretensión de construir una “nueva política” es condicionada por una decidida “marcha hacia el pasado”-
            PRO debe redefinir rápidamente sus objetivos de corto plazo para ser más que un “sello con candidato” en oferta al Peronismo que no encuentra todavía un liderazgo claro para representarlo unido en el 2011.
            Después de la ruptura de la propuesta renovadora UNION-PRO, debemos unir fuerzas con los sectores justicialistas anti K pero portando una propuesta programática que le de sentido e identidad.
           No debemos ser el “mascarón de proa” de una opción obsoleta.        
           El único camino es embanderarnos en un centrismo progresista y desarrollista que nos permita confluir con los esfuerzos similares que se están haciendo en Chile, Uruguay y Brasil.
            Debemos abrir las puertas del Partido para la incorporación de cuadros sociales que crean, se movilicen y representen un PRO con vocación transformadora de poder.
           Una mera propuesta para “suceder” a los Kirchner y continuar con lo mismo es un atajo posible pero frustrante.
            Una candidatura sin sustento partidario es una frustración garantizada. Lo vemos en la administración de la Ciudad al no poder concretar muchos de los proyectos transformadores por falta de apoyo de la Legislatura local y el Gobierno Nacional.
            El caso más parecido al nuestro fue el de Uribe en Colombia en el año 2002. En ese momento, Uribe se aparta del Partido Liberal, del que era un importante dirigente – gobernador del estado de Antioquía – y se lanza al ruedo con una propuesta de enfrentamiento frontal con las FARC después del fracaso de la política negociadora implementada por el Presidente conservador Andrés Pastrana. Con la mayoría de los votos conservadores y un 25% de los liberales, alcanzó la Presidencia de la República. Para hacerlo contó con la organización partidaria de base del Partido Conservador, una parte del liberal y la opinión pública independiente. El Pacto Conservador-Liberal, vigente desde 1958, dejó de existir.
            Ese esquema es aplicable a la Argentina.
            Necesitamos el compromiso de buena parte de los intendentes justicialistas y los vecinalistas, algunos gobernadores y el apoyo de los independientes a una propuesta clara, entendible y contundente que movilice y polarice, sin medias tintas, basada en ejes sentidos por la mayoría.
            Los esfuerzos que hoy realizan Eduardo Duhalde y Francisco De Narváez para desplazar a Néstor Kirchner de la conducción del PJ son muy valiosos y confluyen hacia el mismo objetivo. Los problemas centrales que tendrán que enfrentar son:
1)      La dispersión del esfuerzo
2)      El marco jurídico controlado por Néstor Kirchner

Los otros:
           
       La Alianza Radical – Socialista se consolida en todo el país. La interna Radical (con sólida organización territorial) tiene muy buenos candidatos – Julio Cobos y Ricardo Alfonsín – y el Partido Socialista controla la administración de un distrito muy importante: la Provincia de Santa Fe. Los Radicales están muy bien ubicados en Córdoba y Mendoza y crecen en la Provincia de Buenos Aires donde no hay segunda vuelta y se alcanza la gobernación siendo “primera minoría”. Si el Peronismo y el PRO se presentan divididos, pierden.
            En la Capital, el Radicalismo y Pino Solanas armarán propuestas competitivas. Si el centro derecha no se divide, el PRO podrá conservar la Ciudad en segunda vuelta.

Conclusión:
           
           El escenario del 2011 tiene una complejidad descriptible como “la del 2003 plus”. Dispersión política y definición en segunda vuelta.
            Encarnar “la esperanza del futuro” es un desafío que debe encararse y merece vivirse, más allá que pueda concretarse en esta oportunidad. Un resultado exitoso es también el de poder encabezar y/o participar de la oposición desde una actitud constructiva que será imprescindible para cualquiera que alcance la conducción del ejecutivo Nacional.
            La tarea de reconstrucción del 2011 – 2015 será equivalente a la que le toca al Presidente Piñera en Chile después del terremoto y el Tsunami.
            La nuestra será aún más difícil porque la destrucción afecta al cuerpo y al alma de la República.
           Con nosotros o sin nosotros (dependiendo  de lo que hagamos), La Nación encontrará, finalmente, su destino luminoso.

Diego R. Guelar

lunes, 26 de abril de 2010

Puede haber una política de Estado - 1
(Pese a los desencuentros internos)

            La política exterior argentina ha estado, durante los últimos seis años, especialmente condicionada por la política doméstica.
            En general es así, hasta en los países con más estabilidad y continuidad de sus políticas públicas.
            Sin embargo, es posible agrupar una serie de temas de extraordinaria importancia estratégica que, más allá del énfasis operativo y la asignación actual de recursos humanos y materiales comprometidos por la actual administración, tienen denominadores comunes que le permitirían gozar de un consenso explícito por parte de la inmensa mayoría del espectro político nacional.
            Así como es vital articular la oposición para lograr limitar el exceso de atribuciones ejercidas hasta ahora por el Poder Ejecutivo, es necesario también transmitir a propios y ajenos que no estamos fracturados en bandos irreconciliables – situación que sólo se dirime por una desgarradora guerra civil – sino que estamos en condiciones de funcionar como una Nación pese a nuestros disensos internos.
            Así lo hacen naciones que tienen problemáticas internas más graves que las nuestras – Colombia o Sudáfrica – y que, sin embargo, operan en el escenario internacional con extraordinaria solvencia.

Para muestra basta un botón

            No es difícil encontrar una decena de temas en los cuales las expresiones públicas y los antecedentes político-partidarios demuestran la viabilidad de la hipótesis expuesta.
            A saber:

1)      Islas Malvinas y políticas económicas expansivas en el Atlántico Sur – incluyendo la plataforma continental y aguas internacionales en lo que respecta a la explotación ictícola, petrolífera, gasífera y minera así como de investigación científica y de conservación de recursos naturales

  2) Políticas de no proliferación nuclear, transporte de desechos y eliminación de armas de destrucción masiva. Argentina firmó el Tratado de No Proliferación (TNP) en 1995.

  3) Incremento de la utilización para fines pacíficos (medicina o energía)  de la tecnología nuclear – Atucha III o la producción del Instituto Balseiro (creado en 1955) sirven como ejemplo práctico de este punto.

  4) La Integración Sudamericana en sus dos capítulos: Mercosur y Unasur. Deberíamos propiciar una tercera Conferencia Intergubernamental (la primera fue en Asunción en 1991  y la segunda en Ouro Preto en 1994, hace 16 años) para revisar y profundizar la Unión aduanera Imperfecta de la que disponemos pero que necesita actualizarse y completarse.
En este mismo capítulo debe incluirse la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.

5)      Desarrollar la “Asociación Estratégica” firmada con la República Popular China en el 2004 entre el Presidente Néstor Kirchner y  el Premier chino Hu Jintao

6)      Impulsar los acuerdos implementados entre la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales-nacida en 1961-) y la NASA (USA) en materia espacial (estamos por lanzar el cuarto satélite argentino desde Cabo Cañaveral). Debemos fomentar la extensión y continuación de estos programas que incluyen a otros importantes socios de la Argentina.


7)      Respaldo a la concreción de una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (próxima ronda negociadora en Madrid del 16 al 18 de mayo del 2010)
      El memorándum de entendimiento para alcanzar dicho objetivo fue suscripto    en Madrid el 15 de diciembre de 1995 por todos los jefes de estado de los países miembros del Mercosur y la Unión Europea (durante presidencia “pro tempore” argentina)

8)      Fortalecimiento de la ABACC (La Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares) y de la “Zona de Paz” garantizada por el compromiso de Brasil y Argentina de no producir armamentos nucleares. La apertura y control recíproco de nuestras instalaciones nucleares fue acordado por los presidentes Alfonsín y Sarney en 1985.

9)      El apoyo a nuestra presencia en el G20 que se está constituyendo en una suerte de “Comité ejecutivo planetario”. Nuestra membrecía en este grupo está directamente ligada a los aportes realizados por nuestro país durante los últimos 27 años (fuimos incluidos en el año 1998, durante la presidencia del Dr. Carlos Menem).


10)  La participación de las fuerzas armadas, de seguridad y cascos blancos argentinos en Haití, Chipre y más de 20 destinos en los cinco continentes durante los últimos 20 años. Nuestros contingentes han representado a nuestro país en una forma ampliamente reconocida y destacada por los países anfitriones y por la ONU.


            Más allá de poder identificarse otras áreas de consenso, sólo las expuestas alcanzan para demostrar la continuidad sustancial de la política exterior argentina desde el 10 de diciembre de 1983.
            Con marchas y contramarchas, la Nación Argentina ha cumplido – y seguirá cumpliendo – un responsable papel en la comunidad de naciones.
            Nadie tiene el derecho de atribuirse el monopolio de los aciertos en esta materia.

            Todos tenemos la responsabilidad de reconocer y corregir los errores.


Diego R Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

lunes, 19 de abril de 2010

¿Por qué Malvinas?

            Hace 150 millones de años Europa, Asia, África y América constituían un gran continente – Pangea -, que por fenómenos volcánicos y terremotos se dividió quedando un gran vacío de 80 millones de Km² que fue llenado por aguas salinas  provenientes de los Océanos Pacífico e Índico.
            Así nació el Océano Atlántico.
            La principal característica de su fondo marino es una gran cadena montañosa que la atraviesa de norte a sur – la Dorsal Mesoatlántica – y que se extiende  desde Islandia hasta el paralelo 58º de latitud sur con una anchura máxima de 1.600 kms. En la región antártica, se aproxima a las últimas estribaciones submarinas de los Andes.
            Esta formación montañosa se encuentra bajo aguas de jurisdicción internacional ricas en manganeso, petróleo, gas, nódulos polimetálicos y piedras preciosas.
            El paralelo 0 - o Ecuador – separa el Atlántico Sur del Norte.
            En el Atlántico Sur existen unas pocas islas (crestas montañosas) que jalonan esta inmensa superficie marina.
Del lado Africano:
1)      Santa Elena: frente a Angola – a 2800 kms del continente – con 122 km² de superficie y 4.200 habitantes. Famosa por ser la prisión de Napoleón Bonaparte entre 1815 hasta su muerte en 1821. Es territorio de Ultramar de Inglaterra y comprende a las siguientes islas
a.) Ascensión: 88 Km² y 1122 habitantes – a 300 Km al noroeste de Santa Elena. Tiene una base militar norteamericana.
b.) Tristán de Cunha y Gonzalo Álvarez: a 2173 Kms al sur de Santa Elena y 2816 km de África del Sur, con 207 Km² y 300 habitantes.

Del lado americano:
1)      Fernando de Noronha: a 360 Kms de Natal y con una superficie de 26 Km². Archipiélago de 26 islas, Parque Nacional Marino. Territorio brasilero.
2)      Archipiélago de San Pedro y San Pablo: pequeños atolones a 870 kms al este de Fernando de Noronha. Estación de investigación brasilera.
3)      Trinidad y Martín Vaz: a 1.150 Kms de Vitoria 10,4 Km². Base Naval Brasilera.


En territorio argentino:
1)      Las Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, con 16.000 Km² de superficie y 3.000 habitantes. Equivale a media Bélgica y tiene un ingreso per cápita de u$s 40.000.
2)      Isla Grande de Tierra del Fuego con 21.000 Km² en la parte Atlántica argentina y 105.000 habitantes (el sector Pacífico es de Chile y tiene 29.000 Km²) .
3)      Las Islas Orcadas del Sur, 1.100 km², con una base científica argentina y otra inglesa. Las pretensiones soberanas de ambos están congeladas por el Tratado Antártico.

            Queda claro que, de facto y de iure, Inglaterra tiene un amplio arco de control sobre la mayoría del Atlántico Sur. El otro actor principal es Brasil. Argentina y Sudáfrica son, todavía actores potenciales.

            Las Naciones Unidas han declarado “Patrimonio común de la humanidad” los “fondos marinos sin soberanía adjudicada”. Se ha constituido, con sede en Jamaica, la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) y, a finales de abril, se encontrarán 160 países para acordar las normas que reglen la exploración de los campos de nódulos polimetálicos (níquel, cobalto, manganeso, cobre, molibdeno, hierro, aluminio y tierras raras).
            Se calcula que en los fondos marinos hay 60% de los 103 elementos químicos conocidos. Además, hay chimeneas y volcanes de gas y abundante petróleo.
            Ya hay exploraciones de ferromanganeso a profundidades de 5.000 metros en una franja del Pacífico nordeste (la región Clarión – Clipperton,  cerca de Hawai) y de sulfuros metálicos  en aguas territoriales de Papúa Nueva Guinea.
            El Atlántico Sur, con una superficie de 40 millones de Km² será un territorio disputado en el curso de los próximos 20 años y el apoyo logístico imprescindible para esas dificultosas tareas será una ventaja estratégica que, en nuestro océano, sólo dispondrán Inglaterra y Brasil y, en menor dimensión, por ahora, Argentina ( Ejemplo, La plataforma petrolera que está explorando en aguas circundantes a Malvinas).
           
           Una política correcta para el área necesita:
1)      Credibilidad y acceso al crédito internacional
2)      Consolidar una política común con Brasil para participar de exploraciones off-shore en nuestras plataformas continentales y proponer asociaciones con terceros países en aguas internacionales
3)      Recomponer lazos de cooperación con Inglaterra en materia pesquera y petrolera.
4)      Militar activamente en el ISA para compatibilizar conservación medio ambiental y exploración minera, quizás el punto más sensible y controversial de esta nueva frontera del hombre.

          Argentina no puede estar ausente de estos temas estratégicos que redefinirán el manejo de los recursos naturales en las próximas décadas.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO




 

miércoles, 7 de abril de 2010

Construyamos el partido 6 ( 7-4-10)

Con una candidatura no alcanza

            El lanzamiento de la candidatura presidencial de Mauricio Macri es un instrumento útil y una oportunidad para replantearnos nuestra tarea partidaria (no será el Juez Oyarbide quien altere el rumbo de la historia si nosotros actuamos consecuentemente).
            Mientras el Radicalismo ha encontrado la vía para recuperar su presencia nacional, el Peronismo se desangra en una interna estéril y vacía de todo contenido. Sólo el “miedo a perder” sus posiciones de poder parecen movilizarlo contra su decadente conducción actual: Néstor y Cristina Kirchner.
            La vuelta al ruedo del ex Presidente Eduardo Duhalde es el único hecho significativo que pretende volver a dotar al Peronismo de un ideario que lo posicione como una de las dos grandes fuerzas políticas que apuntalan el esquema bi-partidista que caracterizara a la Argentina desde Unitarios y Federales.
            UNIÓN – PRO vivió un momento de gloria el pasado 28 de junio del 2009. Los éxitos electorales en Capital y Provincia de Buenos Aires lo dotaban de una base electoral y territorial ideal para nacionalizar su propuesta de renovación política.
            Perdimos una extraordinaria oportunidad de salir a afiliar a peronistas e independientes que intuían en nosotros a la fuerza que podía representar las bondades históricas del Peronismo imprimiéndole una nueva y vigorosa convicción en las instituciones republicanas.
            El Humanismo de Centro en lo ideológico, el Desarrollismo en lo económico y una fuerte decisión de inclusión y generación de empleo en lo social, eran una fórmula muy atractiva para amplios sectores de la opinión pública filo-peronista e independiente que buscaba una nueva identidad capaz de competir y alcanzar el poder.
            Pese a los errores cometidos, todavía estamos a tiempo de corregir el rumbo  a transitar.
            La alianza con el Peronismo disidente (o federal) es una posibilidad que se amplía con el paso del tiempo, pero resolver nuestro “problema de identidad” sigue siendo nuestro desafío más acuciante. Difícilmente pueda realizarse una “política de alianzas” con terceros sino se define una personalidad y una propuesta partidaria propia.
            No alcanza con una candidatura, por mejor que sea, como propuesta sólida, frente a la descomposición político-partidaria ocurrida durante los últimos 10 años.
            El espíritu fundacional es un componente esencial de estos tiempos.
            Pretender ser la “nueva política” no puede ser sólo una consigna publicitaria o un recurso comunicacional.
            Sin contenidos no hay mensaje, sin convicciones no hay ideales, sin utopías no hay pragmatismos éticos para aplicar a la realidad y modificarla. El retroceso y la decadencia no se eliminan sin la participación activa de millones de argentinos que hoy se sienten confundidos y desamparados por una dirigencia que aparece fragmentada e incompetente.
             Dirigir es “marcar la cancha” (o al menos proponerse hacerlo) y es el desafío permanente de la política desde que Platón y Aristóteles fundaran hace 2.500 años la Ciencia Política y crearan el 90% de las categorías de análisis que se utilizan hasta la fecha. La “nueva política” no es ni más ni menos que la reinterpretación de la historia, la aplicación de una reflexiva autocrítica y la capacidad de persuadir a un número importante de nuestros conciudadanos que nosotros representamos una propuesta para el mañana que contempla sus intereses y los defiende.
            El Peronismo federal, Unión Celeste y Blanca y PRO constituyen un electorado ideológicamente compatible y organizable para una contienda que tiene a la Unión Cívica Radical y al Socialismo como los pilares de otra alternativa. Ambas, con matices, representan a la inmensa mayoría de los argentinos.
            Las dos son de Centro, con profunda raigambre nacional, defensoras del estado y de las organizaciones libres del pueblo y, por lo tanto, pueden competir pero también colaborar en la construcción de un modelo evolutivo semejante al de Brasil, Chile y Uruguay.
            Si PRO no define el rol que le corresponde en esta tarea, se diluirá en las cenizas de un Peronismo que desaparecerá o que encontrará, finalmente, los mecanismos renovadores que se vienen frustrando desde la década del 80.
            PRO puede ser un instrumento apto para alcanzar la modernización y el desarrollo de nuestra patria, o ser otra experiencia frustrada. Lo intentaron durante los últimos 50 años, desde diferentes perspectivas ideológicas, la UCRI, UDELPA, el PI, el “Peronismo sin Perón”, Montoneros y Erp, la UCD, el Alfonsinismo, el Menemismo, el FREPASO, el ARI, y el “Modelo Kirchnerista”. Los que no desaparecieron, lo harán en el futuro cercano.
            En los últimos 120 años, sólo 2 partidos lograron “superar al tiempo”: el Peronismo y el Radicalismo. Pero en los últimos 25 años de democracia, ambos traicionaron la confianza que les depositara la inmensa mayoría del pueblo argentino.
            La historia siempre es grande. Pequeños somos los individuos. Ajustar y compatibilizar la grandeza y la pequeñez es la tarea de una clase dirigente que sólo es grande si se organiza en partidos sólidos y representativos.
            Sino, es sólo expresión de caprichos o aventuras individuales que terminan en las peores corruptelas y despropósitos.
            Los Kirchner son la más clara expresión de esto último. Por eso no debemos competir para “sucederlos” sino para derrotarlos desde una experiencia superadora.

Diego R. Guelar