lunes, 31 de mayo de 2010

Boletín Internacional Informativo - PRO

Mayo de 2010
La tormenta perfecta

            “Siempre que llovió, paró”. Pareciera que los acontecimientos internacionales desmienten ese dicho  popular. Cuando las agitadas aguas del 2009 tendían a aquietarse, aparece el derrumbe del Euro, la Guerra Civil en Tailandia, Lula en Teherán, la ceniza volcánica en Islandia y las dos Coreas. Nuestro atribulado y conmocionado planeta no deja de producir tsunamis naturales o de los otros con una creciente regularidad.
            Claro que siempre fue así. Lo nuevo es la velocidad de comunicación y dispersión de los fenómenos locales y su casi automática transformación en universales.
            Los “socialcristianos liberales” de hace pocos meses en Alemania son ahora los “conservadores liberales” de Inglaterra y pronto serán los “gaullistas liberales” en Francia (o los socialistas liberales) y los “Populares-liberales” en España. Los “terceros partidos”  de centro se están abriendo un espacio para hacer gobernables a las izquierdas y a las derechas que pierden su rumbo y deben recurrir a sus aliados del centro-derecha o izquierda “disidentes” para hacer funcionar a sus inestables parlamentos.
            Una nueva ecuación está surgiendo de las cenizas del siglo XX que parece llevarse consigo a los grandes imperios que gobernaron el mundo. Con la excepción de los musulmanes, todos somos “occidentales”: los norteamericanos  y los chinos absorbieron las enseñanzas europeas: las naciones, las ideologías, la ciencia y la tecnología; los avances del género femenino y del “3er sexo”; la medicina y la educación para todos; los partidos políticos (o “el partido político”  ), la tolerancia religiosa y las minorías fanáticas.
            Las tensiones se multiplican mientras los dogmatismos se debilitan: ni el celibato, ni el mercado, ni el Estado Nacional, ni las integraciones regionales (la Unión Europea o el Mercosur), nos dan una respuesta satisfactoria. Tampoco aparece una ideología alternativa. La búsqueda pasa por combinar los elementos conocidos en proporciones variadas y con una alta dosis de improvisación.
            Por suerte, casi nadie propone la guerra como solución. Esto es verdaderamente original. Cada periodo histórico (hasta ahora) sucedió al anterior derrotando a algún poderoso, colonizando nuevas tierras (y esclavizando a sus pobladores), catequizando o clausurando iglesias. Todo esto, con profuso derramamiento de sangre.
            Quizás la gran novedad sea “la Paz” y lo que estamos “padeciendo” sean las consecuencias de este profundo cambio histórico.
            En la región sudamericana, por ejemplo, no tenemos ningún conflicto significativo y la retórica payasescamente bélica de Hugo Chávez no se la cree ni él mismo.
            En la Argentina, pese a la inseguridad creciente (tanto por el delito como por la creciente marginalidad social que afecta a un tercio de la población), no existe prácticamente la violencia política por primera vez en 200 años de existencia independiente.
            El bicentenario nos encuentra insuficientemente unidos pero satisfactoriamente vinculados y hoy, como nunca, se dan las condiciones para avanzar en la construcción de nuestra soñada “Nación de Naciones”.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO            

martes, 4 de mayo de 2010

Política de Estado- 2

           
Así como son identificables puntos de coincidencia preexistentes (ver Política de Estado-1), hay otros que requerirían negociaciones pero que, a priori, son de posible acuerdo, a saber:
1)      Políticas de interconexión energética (petrolera, eléctrica y gasífera) con Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y Perú.
2)      Renegociación del tratado que rige la co-administración del Río Uruguay y reapertura de los puentes fronterizos.
3)      Radarización y satelización del espacio aéreo y marítimo.
4)      Participación en ejercicios militares subregionales y hemisféricos y condiciones de la estadía de efectivos extranjeros en nuestro país.
5)      Aplicación del art. 4 de la Carta del Fondo Monetario Internacional (auditorías anuales)
            Estos puntos son también al solo efecto ejemplificativo y demuestran que es posible alcanzar políticas que se proyecten sobre futuras administraciones y cuyo contenido es conveniente excluirlo del debate electoral.
            Las Naciones no se definen ni redefinen cada 4 años. Sus políticas permanentes requieren un horizonte plurianual (de 5 a 10 años), más allá de los correctivos que tengan que ser  aplicados conforme a los acontecimientos coyunturales.
            La Nación no es de izquierda o de derecha, peronista o radical, conservadora o liberal. La Nación se nutre de la pluralidad política e ideológica pero debe consensuar los ejes centrales que la identifican frente a los vecinos y los que no lo son.
            Ese comportamiento, propio de las naciones maduras, permea las conductas locales y consolida formas de relacionamiento inter-partidarias.
            No existen las soluciones mágicas ni instantáneas. Es cierto que “nadie es profeta en su tierra” y que las recetas son siempre de largo plazo y producto de la perseverancia y la continuidad.
            No hay políticas de estado sin cumplimiento de sus Constituciones ni partidos estables y nacionales. Los acuerdos que patrocinan decisiones estratégicas deben fundarse en consideraciones históricas y abarcar los nuevos desafíos planteados desde la cambiante situación universal.
            Hay otro listado, breve pero sustancial, con aquellos temas que reflejan posiciones más discordantes y que, seguramente, deberán esperar hasta el fin del mandato en curso para encarrilarse definitivamente, a saber:

1)      Las relaciones con Venezuela y con su actual Presidente – Hugo Chávez.
2)      Los criterios para alcanzar, a la brevedad posible, el “investment grade” que nos ponga en igualdad de condiciones (a los fines del crédito internacional y las inversiones) con Chile, Uruguay, Brasil y Perú. Este punto incluye el manejo de las reservas, la transparencia y la disciplina presupuestaria, la política fiscal y la estadística oficial.

            Estos dos puntos están muy ligados a los ejes centrales del mandato de Néstor (2003-2007) y Cristina Kirchner (2007-2011) y tienen impacto sobre la conducta global de Argentina frente al mundo. Nuestra membrecía en el Mercosur, el Grupo de Río, la UNASUR, el “grupo de los 20”, la OEA y la ONU, recibe el impacto directo y/o indirecto de nuestra ausencia de políticas de estado y nuestra reiterada “pendularidad” que tanto descrédito nos ha producido en las últimas décadas.
            La Nación argentina ha demostrado  que sus virtudes superan a sus defectos y que su pueblo sabe resurgir de las cenizas de los siniestros que nos auto-infligimos.



Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO