domingo, 31 de octubre de 2010

Boletín Internacional Informativo - PRO

Octubre 2010
Y la nave va…

Algunas con nuevo timonel – Dilma Rousseff -, otras sin timonel – Néstor Kirchner, los hay con capitanes desgastados – Rodríguez Zapatero, Sarkozy, Merkel, Berlusconi, con almirantes al borde de enfrentar tormentas electorales – Obama – y con expertos y serenos lobos de mar - Hu Jintao, Singh o Mujica – sin nubes a la vista.
Pero la gran nave planetaria va surcándo la travesía del año del tigre (según el calendario chino), a 60 días de llegar a su meta, con logros notables. Los conflictos existentes – los conocidos: medio oriente, Afganistán, Iraq, Irán y Corea del Norte – no están resueltos, pero no han empeorado. La crisis del 2008 – casi superada, con buenas perspectivas para el 2011, Los precios de los commodities claves, petróleo, minerales y alimentos – con precios recuperados.
Y la llamada “guerra de las monedas”. Sin que llegue la sangre al río. La relación dólar – euro se ha estabilizado (alrededor de 1,30) y el renminbi (o yuan) se irá apreciando muy lentamente. El real, seguramente se irá devaluando también muy lentamente.
Nadie quiere producir movimientos bruscos que alteren los precarios equilibrios.
Ha triunfado el “Pensamiento cuasi único”. Todos se pronunciaron por la moderación y el gradualismo. Nadie es comunista ni capitalista ortodoxo y, salvo en argentina, el FMI rige las conductas globales. Hasta en USA, el resultado de las elecciones del próximo 4 de noviembre, forzará el giro hacia el incremento  del ahorro.
¿Es esto bueno?
Lo veremos.
El G-20 – a días de un nuevo encuentro en Corea del Sur – tendrá que mostrar su capacidad de conducir este diletante siglo XXI que está buscando como resolver los conflictos evitando las grandes guerras que caracterizaron el siglo pasado.
Contamos con instrumentos imperfectos pero que han demostrado su capacidad de ir mejorando: las Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio, las organizaciones regionales (NAFTA, la UE, MERCOSUR), los BRICS (Brasil, China, Rusia e India) y el mismísimo y tan vilipendiado FMI.
Por otro lado, nuevos mecanismos de interacción electrónica están modificando la construcción política e ideológica exigiendo la elaboración de nuevos “relatos” por derecha e izquierda cuya originalidad es que buscan más la convergencia que el conflicto.
¿Es que, quizás, estemos construyendo un mundo de paz y progreso que pueda superar las guerras y la pobreza?
Si es un sueño, vale la pena vivirlo y todavía aún más intentar concretarlo.
En América del Sur, hemos alcanzado una “zona de paz”. No es poca cosa.
No quedan focos de conflicto. Ni Chávez, que solía generar algunos picos amenazantes, hoy los ha amortiguado y logrado una perspectiva de normalización con Colombia. Bolivia está mejorando su relación con Perú y Chile (su salida al mar) y los puentes entre Argentina y Uruguay están reabiertos.
El tema más sensible – el manejo de la energía nuclear por parte de Argentina y Brasil – está absolutamente controlado. Ambos países – con una agencia de control común, la ABACC – han reafirmado su derecho de producir uranio enriquecido para fines pacíficos. Nadie puede dudar de la sinceridad de tales afirmaciones.
El Atlántico Sur tiene un actor regional principalísimo – Brasil – y nosotros deberemos reafirmar nuestra presencia con una agresiva política inversora (nacional y extranjera) en prospección petrolera y gasífera así como en explotación y preservación de nuestra riqueza ictícola.
La muerte de Néstor Kirchner no es un hecho neutro. Sin instituciones sólidas, él oficiaba como el único garante de la gobernabilidad. El país debería estar maduro para enterrar a “papá” y crecer.
Debemos dejar de ser el país de “hijos” para pasar a ser la República de ciudadanos y ciudadanas después de 200 años de aprontes y experiencias fallidas.
¿Estaremos listos?

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

viernes, 29 de octubre de 2010

Construyamos el Partido 24 (29-10-10)

La muerte de Néstor Kirchner. Su sucesión

“Cuando las instituciones son débiles, la política se convierte en un mero concurso de vanidades y ambiciones personales donde la audacia, la falta de escrúpulos, el mesianismo y el oportunismo reemplazan a las ideologías y los programas” (Winston Churchill, C. de los Comunes, 2-8-1939).
Néstor Kirchner ha muerto. Sus carencias y sus virtudes fueron públicas y él mismo sabía exhibirlas con el mayor desparpajo, enorgulleciéndose de ellas como instrumentos que podían sustituir a los mecanismos institucionales.
Por eso murió como Diputado Nacional, ex - Presidente de la República, Director Ejecutivo de la UNASUR, Presidente del Partido Justicialista y candidato a la reelección presidencial en el 2011, pero, sobretodo, gozando del ejercicio de la “Jefatura Suprema” al margen de cualquier cuestión jerárquica o protocolar.
Logró el objetivo de evitar la posibilidad del llano, con su ineludible carga de “juicio de residencia” al que estaría expuesto después de su ocaso.
Su salud fue el enemigo al que no pudo vencer, es decir, a sí mismo.
Pero la Argentina sigue siendo la misma que amaneció el 27 de octubre pasado pensando en el feriado absoluto que provocaba el planificado Censo Nacional.
Tiene el mismo PBI, la misma producción agrícola, minera, industrial y de servicios; la misma coyuntura excepcional de mediano y largo plazo y las misma endebleces estructurales.
Seguramente el grupo gobernante pueda aglutinarse alrededor de la Presidenta Cristina garantizando la gobernabilidad hasta diciembre del 2011 y, si la suerte los acompaña, pueden llegar a obtener la reelección de Cristina en el 2011. El problema a resolver es cómo separar el tema de las candidaturas de la construcción de colectivos estables que hagan de los individuos circunstanciales sólo una cuestión transitoria sujeta a mecanismos y controles colectivos.
Un espectro grande de la ciudadanía se asume como de centro– izquierda o “progresista” y divide sus preferencias entre Ricardo Alfonsín, Pino Solanas, Hermes Binner, Lilita Carrió, Martín Sabatella, la CTA Sindical y la propia Presidenta Cristina.
Otros, más conservadores o de centro–derecha se identifican con Mauricio Macri, Carlos Reutemann, Eduardo Duhalde, Daniel Scioli, o Francisco De Narváez.
Existen también estamentos que tiene preferencias divididas como el sindicalismo ortodoxo, el empresariado, la Iglesia y las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Estos “aparatos de poder” no tienen una significación electoral importante pese a los ingentes recursos que movilizan.
El “imaginario colectivo” así descripto tiende a asociarse con figuras que no defienden claramente una identidad partidaria sino que pivotean sobre gestos esporádicos a los cuales se les atribuyen valores con los cuales se los vincula. Así unos aparecen con más “sensibilidad”, otros con más “gestión” y otros con más “honestidad”.
No existe propuesta organizativa, ni participativa ni ideológica clara; por el contrario, se trata de hacerla lo más difusa posible.
El Ex – Presidente Duhalde, factor decisivo en la elección del candidato presidencial del 2003, sondeó antes de definirse por Néstor Kirchner a Carlos Reutemann, Juan Manuel de la Sota, Roberto Lavagna, Felipe Solá y Mauricio Macri. Finalmente, el Peronismo agonizante llevó tres candidatos y el Radicalismo se dividió en tres partidos.
El panorama actual no muestra signos muy claros de haber superado la crisis política desatada en el 2001 pese a que ya transcurrieron 10 años y tenemos a la vista las exitosas experiencias partidarias de nuestros vecinos Chile Uruguay y Brasil.
Nosotros persistimos en las opciones individuales con la excepción de la Unión Cívica Radical que deberá elegir a Ricardo Alfonsín por centro– izquierda o a Julio Cobos por centro–derecha. Pero este debate, reiterado en los últimos 50 años (Balbín – Frondizi; De la Rúa – Alfonsín) no termina de definir el perfil partidario que igual, en soledad, es sólo una golondrina que no hace verano.
Del otro lado, se debe superar el “pragmatismo a-ideológico” practicado por el Peronismo para dar una respuesta a ese enorme electorado independiente de centro – derecha que, en un número importante, abreva en el Peronismo histórico y sus logros económicos y sociales. Sectores conservadores y liberales se suman allí desde una perspectiva que supera el viejo anti – peronismo.
Sigue existiendo una gran expectativa en el sentido de que PRO (Propuesta Republicana) se constituya en una verdadera fuerza política que aglutine a estos sectores y no quede limitada a un mero esquema de apoyatura a la candidatura presidencial de Mauricio Macri.
El mismo desafío desde la centro – izquierda enfrenta Ricardo Alfonsín, quien debería lograr no repetir la frustrante experiencia de “la Alianza” constituida en 1997 entre la UCR, el Socialismo santafecino y el FREPASO.
Fundar dos grande coaliciones electorales con vocación de constituirse en los pilares de un sistema estable con alternancia y solidez ideológica, es la respuesta permanente frente a los recurrentes “vacíos de poder” que jalonan nuestra historia contemporánea.
Encontrar hombres o mujeres providenciales, líderes carismáticos o golpes de estado autoritarios fue una fórmula que lo único que consiguió fue condenarnos a la decadencia y al retroceso.
La desaparición de Néstor Kirchner, igual que la anécdota de su irrupción en el escenario nacional en el 2003, deberían enseñarnos la diferencia entre lo permanente y lo efímero.
Néstor Kirchner ya es parte de nuestra historia.
Dejémosle descansar en paz y construyamos las instituciones que lo sucedan.

Diego R. Guelar


viernes, 22 de octubre de 2010

Construyamos el Partido 23 (22-10-010)

El enfrentamiento sindical

A la división entre dos centrales obreras – la CGT y la CTA – se suma la multiplicación de las agrupaciones de base y comisiones internas fabriles de izquierda que se multiplican por miles en el Estado y la actividad privada.
Se generan, cada vez más y con más frecuencia, episodios de enfrentamiento violento entre las diferentes facciones.
El más reciente fue el ocurrido el miércoles 20 de octubre  entre una “patota” que respondía a las autoridades del gremio ferroviario y grupos de trabajadores contratados que exigían su efectivización y aumentos salariales, en el sur de la Capital Federal. El saldo: 1 muerto y una herida grave.

No será el último

Si hay un sector renuente a su democratización, ese es el sindicalismo argentino, con más de 3.000 organizaciones nacionales afiliadas.
En el “Construyamos el Partido-20” hicimos referencia a los antecedentes que vienen jalonando una historia rica en luchas heroicas y violencias mafiosas.
Lo más significativo del panorama actual es que, ni la llamada “burocracia sindical” ni su oposición institucional, ni sus adversarios de centro-izquierda, ni sus enemigos de ultra-izquierda, tienen una representatividad política que pueda traducirse en significación electoral.
Los unos tienen un enorme poder económico y de aparato (y son prósperos empresarios); los otros movilizan a decenas de miles de fanáticos apóstoles de una supuesta revolución social que traerá la igualdad desde la “derrota del imperialismo y la oligarquía”.
En el medio, con el riesgo permanente que nos alcance una bala perdida, estamos la inmensa mayoría de los argentinos de todos los estratos sociales que descreemos profundamente de ambas prepotencias cuyos argumentos ignoramos y despreciamos.
Lo que no podemos evitar es sentir una sensación de impotencia y otra de miedo por la vulnerabilidad creciente que nos invade.
Desde el lado del gobierno, se especula con la falta de representatividad de los sectores en pugna y decide sólo “liberarles las zonas” para facilitar el enfrentamiento y, eventualmente, pedir a los jueces que intervengan como si el carácter delictivo “in fraganti” no alcanzara para actuar directamente y garantizar la seguridad ciudadana.
Desde la sociedad civil, se multiplican las ONG’s de los afectados por la violencia social y/o delictiva donde padres, esposas, madres e hijos deben representarse a sí mismos frente a las autoridades reclamando justicia.

Los ausentes son los partidos políticos.

No alcanzan los comunicados de repudio, ni las presencias seriales televisivas de diputados y concejales que se gritan sus versiones parciales e histriónicas.
Lo que falta es el funcionamiento de las organizaciones políticas como representantes de la ciudadanía.
Cada día aparecen más disociadas las candidaturas personales (en general y en particular son ejercicios de especulación individual, vaciados de todo contenido y sentido de liderazgo) con la problemática de la mayoría de los ciudadanos que, ni siquiera, sienten que deben exigir a sus supuestos líderes la actitud de ponerse a la cabeza del reclamo social.
Curas, rabinos, parientes, amigos, convocan a las movilizaciones como si existiera la posibilidad de ejercer una democracia directa y asambleísta.
“Que se vayan todos” suena a chiste de humor negro y no puede interpretarse como otra cosa que un grito desesperado frente al vacío que se verifica pese a que de aquí no se va nadie.

Pero no hay solución personal ni mágica.

No crecerán brazos, ni piernas ni voces que sustituyan al ciudadano organizado y participando.
Nos acostumbramos a ver las inmensas movilizaciones de Republicanos o Demócratas norteamericanos en sus millonarias internas  (en plata y en gente) para elegir sus candidatos y atacar o defender lo que creen que son causas justas.
Hemos visto a millones de franceses protestar por la intención de alejarles sus jubilaciones.
Nos hemos emocionado con las marchas multitudinarias de los españoles encabezadas por sus dirigentes políticos repudiando la violencia criminal de ETA.
Nos maravillamos de los 20 millones de votos brasileros para apoyar a una humilde dirigente que representa al medioambiente y los credos religiosos.
Admiramos a las fuerzas políticas que se enfrentan con el narco-terrorismo pese a la brutalidad de las represalias que enfrentan en Colombia y Méjico.
Nos asombramos con la capacidad de resistencia venezolana frente a la prepotencia de Hugo Chávez.
Nos sorprende la capacidad organizativa chilena para organizar el rescate de 33 mineros o el generoso ejercicio de la presidencia uruguaya por parte de quien pasara 14 años preso.
Todos estos hechos que nos llaman la atención no son otra cosa que el resultado del avance político de las sociedades a las que hacemos referencia.
Mientras no reaccionemos como ellos, seguiremos condenados al retroceso y a la vergüenza.
Recuperaremos plenamente el orgullo de nuestra nacionalidad cuando ejerzamos en plenitud nuestros derechos y obligaciones.

Diego R. Guelar

jueves, 21 de octubre de 2010

Construyamos el partido 22 (21–10–10)

Las grandes transformaciones ideológicas del siglo

En el siglo XXI están ocurriendo acontecimientos de una magnitud extraordinaria sólo comparables a los que pasaron el siglo IV de la Era Cristiana.
El Emperador Constantino (272-337 d.c) legalizó por el Edicto de Milán la religión cristiana en el 313 d.c. y convocó al “Concilio de Nicea” (325 d.c.) para organizarla como religión de estado. Este último paso fue dado por el Emperador Teodosio en el 380 d.c. con el Edicto de Tesalónica.
En sólo 50 años, una primitiva secta judía, (los cristianos, según su nombre griego) perseguida durante 300 años, se convertía en religión oficial del Imperio Romano.
Es en Nicea donde se establece la veneración a María, las imágenes y los santos, la Trinidad y la naturaleza de Cristo. Es evidente la influencia greco romana en el nuevo dogma tanto en la adaptación de las viejas leyendas politeístas como en el pensamiento de Cicerón y los jurisconsultos (siglo I d.c) que ya habían concebido la unicidad en un solo Dios creador del universo  y fuente de legitimación del poder imperial.
Se rompe así todo vínculo con el origen mosaico (ley de Moisés) pasando los libros de 1) Génesis, 2) Éxodo, 3) Levítico, 4) Números y 5) Deuteronomio a considerarse el “Viejo Testamento” y manteniendo a Moisés y Abraham como “profetas” que anunciaron la llegada del Mesías.
De allí en más, la primera religión monoteísta – que era oriental – pasa a convertirse en el fundamento de la creación del Occidente Cristiano.
         
           En China está pasando algo similar en los últimos 60 años.

Una milenaria civilización con dos grandes religiones, el Taoísmo (siglo VI a.c.) y Budismo (siglo I d.c.) y un filósofo inspirador de sus tradiciones ancestrales: Confucio (siglo VI a.c.)
China padece una continua guerra civil  entre 1821 y 1949. Entre esos años se producen las 2 guerras del Opio, la desaparición del Imperio y su sustitución por la república en 1911, la ocupación japonesa y la guerra por el control político entre el Partido Comunista Chino (creado en Shangai, en 1921) y el Partido Nacionalista (Kuomintang). El primero conducido por Mao Tse Tung y el segundo por el General Chiang Kai-shek. Este último es derrotado en 1949 y se retira a la Isla de Formosa donde funda la República de Taiwán
Entre 1949 y 1976 se consolida la unidad de la Nación pero se realizan experiencias económicas y políticas frustrantes (como el “salto para adelante” de 1956 y la “Revolución Cultural”–1966-1976) que producen atraso, hambrunas y persecuciones.
 Recién en 1978 (XI Congreso del PCCh)  - después de la muerte de Mao – se hace cargo  Deng Xiaoping quien lanza la política de apertura y de capitalismo de estado que fuera tan exitosa durante los últimos 30 años.
Es en este periodo en el cual se produce la síntesis entre la antigua filosofía china y la doctrina marxista que guía al PCCh.
La experiencia comunista derrotada en Occidente con la caída de la URSS, se encarna en el Lejano Oriente y se establece una nueva vinculación filosófica entre Confucio, Lao -Tse, Buda y Marx de la misma forma que en Occidente se hizo entre la religión greco-romana y el cristianismo.
Marx, Lenin, Stalin y el propio Mao se convierten en “Profetas” del nuevo orden y la URSS en el “viejo testamento” de un nueva fé.
Tanto en Occidente como en Oriente (versión China) el poder temporal se separa del espiritual, apartando totalmente a este último del poder político y económico.
La existencia del nuevo G-2 (USA y China) expresa una nueva correlación del poder mundial en una ecuación móvil que se desarrollará a lo largo de este siglo.
Mientras tanto, en Europa, se vive desde 1950 el proceso de superar la “ideología nacionalista” para pasar a la Unión Europea y estabilizar – con paz y progreso – una región que en los 3 últimos siglos había tenido 250 guerras interiores y muchas externas.
La democracia cristiana, el socialismo democrático y hasta el comunismo – después de romper su dependencia de Moscú – más los liberales y los conservadores enfrentan el desafío de construir un espacio político, económico y social único que modifica profundamente los paradigmas ideológicos del pasado.
Una nueva doctrina – la integración – rompe las premisas con las cuales se habían construido las grandes naciones contemporáneas y se habían producido los grandes enfrentamientos bélicos de los últimos siglos.
El mundo musulmán protagonizaba en la misma 2ª mitad del siglo XX los movimientos anti-coloniales pero el conflicto entre laicismo y religión fue – hasta ahora – hegemonizado por el segundo. Las necesidades de las monarquías y las dictaduras republicanas hicieron de una interpretación literal del Corán un instrumento político de disciplina social.
Es la cultura Musulmana la única donde la influencia teocrática sigue jugando un papel central.

Impacto en nuestra región
China ha desarrollado en los últimos 20 años (con una aceleración espectacular en los últimos 5) una creciente vinculación económica con el Subcontinente Sudamericano.
Para el año 2009, ya era la primera socia comercial de Chile, Perú y Brasil y la segunda de Argentina (nuestra primera es Brasil). Está en plena marcha una “segunda fase” de esta aproximación con un billonario programa de inversiones centradas en minería, petróleo (y petroquímica), gas y alimentos.
Esta “nueva relación” se basa en el respeto, por parte del gobierno chino, de las formas de organización política local, sin pretender una “exportación” del modelo chino. El PCCh reconoce el fracaso de la política soviética en occidente durante el siglo XX y no pretende reproducirla.
La influencia europea conserva su vigor en la transferencia de la “ideología integradora” manifestada en la creación del MERCOSUR, la Comunidad Andina y la UNASUR así como en la administración de servicios públicos privatizados, el petróleo y la banca.
El “patio trasero” de los EEUU, consolidado durante todo el siglo XX, comenzaba a construir un nuevo equilibrio geo-estratégico con un componente ideológico plural donde los partidos de centro-izquierda y centro–derecha se alternan en el poder siguiendo el modelo europeo.
Los resabios del “populismo nacionalista” todavía persisten, pero en franco retroceso.
En el caso argentino, surge con claridad que la piedra angular de nuestra política exterior tiene 3 caras: a) la integración sudamericana, b) la ocupación del Atlántico Sur, y c) la relación con China.
Estas tres facetas se interrelacionan en forma permanente dada la relación inter-regional China-Sudamérica (marco de nuestra relación individual) y la coincidencia de intereses económicos de Argentina, Brasil y China para explotar los recursos petroleros, gasíferos, minerales y pesqueros del Atlántico Sur.

El debate ideológico
El pragmatismo requerido para encarar este nuevo sistema de relaciones no puede dejar de lado el debate de las ideas. Nuestros “socios” en este teorema – China y Brasil – tienen  partidos (o partido) bien organizados y con una importante producción político – ideológica que cimienta sus éxitos sociales y económicos.
El pragmatismo es el mecanismo  de adaptación de la teoría a la práctica. Nunca el cepo o la censura al desarrollo de las ideas.
Es un sólido sistema de pensamiento el que hace previsible la economía y operativo al Estado. Las dos “grandes revoluciones planetarias” – la cristiana y la marxista -, se arraigaron en occidente a través del pensamiento social – cristiano y el social – demócrata como las versiones pacíficas que emergieron del brutal enfrentamiento entre Fascismo y Comunismo.
Debemos encontrar la “forma argentina” de incorporarnos a este debate.
Decretar “la muerte de las ideologías” o la “inutilidad de la historia” es sólo una forma de la ignorancia o la estupidez.

Diego R. Guelar

miércoles, 6 de octubre de 2010

Construyamos el Partido 21 (6-10-10)

Elecciones en Brasil y Perú

Brasil
El PT (y aliados, centralmente el PMDB) obtuvo el 47% de los votos, el PSDB (y aliados, centralmente el DEM), obtuvo el 33% y el PV (Partido Verde), el 20%. Votaron más de 140 millones de brasileros.
El PT ganó en Amazonas, Bahía, R. de Janeiro (PMDB), Rio Grande do Sul, Maranhão (PMDB), Mato Grosso do Norte, Mato Grosso do Sul.
El PSDB, en Santa Catarina (DEM), Mina Gerais, S. Paulo, Tocatinas, Pará y Rio Grande do Norte (DEM).
El PV en Brasilia.
En la Cámara de Diputados (513, total) el oficialismo tendrá 402 diputados (el PT 88 y el PMDB 79, el resto, aliados)
En la Cámara de Senadores (81 total) el oficialismo tendrá 49 (de los cuales 9 son del PT y 20 del PMDB).
El oficialismo, si se mantiene unido, tendrá mayoría absoluta en ambas cámaras.
La segunda vuelta es el 31 de octubre y seguramente ganará Dilma Rousseff.

Conclusión:
El sistema político se consolida. El éxito del Partido Verde suma definitivamente el eje medioambiental que deberá incorporarse en las dos grandes coaliciones de partidos encabezadas por el PT y el PSDB.
En esta construcción política debemos encontrar el secreto del éxito económico del Brasil. El PSDB gobernó 8 años con Fernando Henrique Cardoso y el PT otros 8 con Lula.
El acuerdo entre el PT y el PSDB evitó que Brasil cayera en default en 1999 cuando el FMI apoyó con 30.000 millones de dólares reforzando las reservas del Banco Central y facilitando el cumplimiento de sus compromisos externos.
Sin esta continuidad y la solidez de las políticas macroeconómicas, Brasil no podría sustentar  su economía con la consolidación de una clase media de 100 millones de personas.
Con 250.000 millones de dólares de reservas, crecimiento anual del 7%, más de 200.000 millones de dólares disponibles para créditos en el Banco de Desarrollo y la inversión externa per cápita más grande del mundo, Brasil se constituye en el motor sudamericano y una potencia mundial moderna.
Es imprescindible entender la prioridad de la construcción política partidaria más allá de la solidez personal de FHC y Lula, cuya verdadera genialidad fue construir el sistema hoy imperante.

Perú:
El sistema político peruano ha sufrido, durante todo el siglo XX, profundas alteraciones y divisiones.
En 1924, Raúl Haya de la Torre funda el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) desde una concepción nacionalista y marxista que recién alcanzaría el poder en 1983 con Alan García. Se alternaron gobiernos liberales y conservadores (con las máximas figuras de Manuel Prado,   Fernando Belaunde Terry) hasta que en 1968 toma el poder el Gral. Juan Velasco Alvarado continuado por Francisco Morales Bermúdez hasta 1980.
Durante los 80’s aparece el grupo guerrillero Sendero Luminoso que produce muchos miles de asesinatos.
En 1990, con su nuevo partido Cambio 90, Alberto Fujimori gana las elecciones (derrotando a Mario Vargas Llosa) quien disuelve el Congreso en 1992.
En el 2000, Fujimori es reelecto por tercera vez pero es derrocado a los pocos meses.
En el 2001 es elegido Alejandro Toledo quien comienza un periodo de sostenido crecimiento que continuó, a partir del 2006, el reelecto Alan García, esta vez con un programa moderado.
Tanto Toledo como García, pese a conducir a Perú por la senda del crecimiento continuo, no alcanzaron índices de popularidad altos, no pudieron construir sólidos partidos nacionales y no lograron marginar al nacionalismo de Ollanta Humala ni al populismo de Alberto y Keyko (su hija) Fujimori pese a que ambos fueron a parar a la cárcel (Fujimori con sentencia firme de 25 años).
En la actualidad hay una gran cantidad de partidos regionales y unos pocos nacionales.

Principales Partidos Nacionales frente a las elecciones del 2011
1)    El PAP (Partido Aprista Peruano), presidido por Alan García (con bajas posibilidades de continuidad)
2)    El PSN (Partido Solidaridad Nacional) presidido por Luis Castañeda (Alcalde de Lima y el 2º candidato presidencial más popular 19%).
3)    Cambio 2011 (continuador de Cambio 90) presidido por la diputada Keyko Fujimori y 1º candidata más popular a la presidencia (24%)
4)    PP (Perú Posible) presidido por Alejandro Toledo con 10% de intención de voto para el 2011
5)    PNP (Partido Nacionalista Peruano) dirigido por Ollanta Humala, con 11% de intención de voto para el 2011.
6)    PPC (Partido Popular Cristiano) presidido por Lourdes Flores.

En las elecciones municipales del 3 de octubre pasado, para renovar presidentes comunales (25), en 20 de las mismas se pasó a 2ª vuelta (según la ley electoral en Perú se pasa a 2ª vuelta si ningún candidato alcanza el 30%. La mayoría de los participantes son partidos municipales y este resultado demuestra la profunda atomización del sistema político.
En Lima (principal distrito del país) no participó ni el oficialismo, ni Cambio 2011 ni el Partido Nacionalista Peruano.
Se enfrentaron como candidatas Lourdes Flores del Partido Popular Cristiano (PPC) y Susana Villarán del centro – izquierdista Fuerza Social (FS).
Ganó esta última por 38,47% a 37,63 % de Lourdes Flores (diferencia 0,81%) pero con 21% de las actas de urnas impugnadas.

Situación económica
Perú viene creciendo los últimos 8 años a un promedio de 8% por año. Se está convirtiendo rápidamente en el primer productor de cobre a la altura de Chile y pronto será el 2º productor americano de gas. Recibe más de 15.000 millones de dólares de inversión anual extranjera y ha alcanzado el “investment grade” para las mismas.

Perspectivas futuras
Pese a la situación económica extraordinaria que atraviesa, la debilidad del esquema político es el gran interrogante hacia el futuro.
Las perspectivas hacia el 2011 son más que preocupantes – por el alto porcentaje de expectativas que involucran a candidatos que expresan discontinuidad de las reformas realizadas durante los últimos 10 años - y, centralmente, por la falta de estructuración de partidos políticos nacionales en condiciones de alternarse en el poder.
Este punto diferencia a Perú de Chile, Uruguay y Brasil que ya han alcanzado el estado de “previsibilidad absoluta”.
Como en el resto de la región – incluyendo Argentina – la tarea prioritaria sigue siendo la misma: fundar partidos con programas e ideologías que no se alinean con las coyunturas sino que expresan líneas permanentes de pensamiento que no se dejan tentar por el populismo ni el autoritarismo.


Diego R. Guelar

lunes, 4 de octubre de 2010

Construyamos el Partido 20 (4-10-10)

Paro general en España y libertad sindical en Argentina

El pasado 29 de septiembre se realizó el primer paro general (en los últimos 8 años) en España. Fue convocado por las tres centrales obreras, la UGT (Unión General del Trabajo), ligada al PSOE, las CCOO (Comisiones Obreras) vinculadas al Partido Comunista y la CTA (Central de los Trabajadores Argentinos) de las agrupaciones anarquistas.
El motivo fue el plan de ajuste lanzado por el gobierno socialista reduciendo las indemnizaciones por despido, limitando salarios públicos y restringiendo los programas de subsidio al desempleo.
El mismo día se movilizaron gremios en 11 capitales europeas manifestando su oposición a planes semejantes en todo el continente.
En España, al igual que en toda Europa, la organización sindical tiene referencias políticas ligadas a la social-democracia, el social-cristianismo y el Partido Comunista.
Esta relación se ha ido modificando a lo largo de las últimas décadas evolucionando hacia una mayor independencia y una política sindical menos controlada por los gobiernos y los partidos.
Así como se ha consolidado la división de poderes, la libertad de prensa y la sindical (el 4to y el 5to poder) han operado como mecanismos para reasegurar la imposibilidad de alcanzar “acumulaciones de poder” nocivas y peligrosas. No se ha alcanzado todavía desde el Banco Central Europeo un mecanismo que recorte el “Poder Financiero” que todavía goza de privilegios alarmantes. La última crisis del 2008 indica la gravedad de mantener mecanismos no regulados por los Estados y el enorme costo que producen, luego del desastre, los planes de rescate de las instituciones financieras.
La relación entre sindicatos y partidos políticos ha sido materia de debate durante los últimos 100 años.
Las organizaciones obreras nacen como expresión de protesta ante los abusos del “capitalismo salvaje” que no reconocía derecho alguno a sus trabajadores.
A partir de 1930, el sindicalismo logra su reconocimiento legal pleno en occidente pero con una fuerte tendencia a ser controlado por el Estado (en los países fascistas o comunistas) o condicionado por las grandes corporaciones (en USA).
En Argentina, los sindicatos (socialistas, comunistas y anarquistas) fueron independientes y severamente reprimidos hasta 1945. Con la ascensión al poder de Juan Perón, la situación cambió radicalmente. Las medidas propuestas por los socialistas (8 horas de trabajo diarias, jubilaciones, vacaciones, aguinaldo, obras sociales, etc.) fueron impulsadas desde el poder y se verificó el sindicalismo concentrado en una sola CGT (Confederación General del Trabajo) que comenzó a operar como la “columna vertebral” del “Movimiento Peronista”.
Esa simbiosis marcó la identidad del movimiento obrero hasta la fecha.
En periodos completamente antitéticos – los gobiernos militares, el periodo radical de 1983-1989 o el gobierno de Carlos Menem – los sindicalistas supieron combinar “planes de lucha” con una exitosa estrategia negociadora que les permitió constituirse en sólidas y rentables empresas amparadas por el poder de turno que los consideraban una parte imprescindible para la gobernabilidad del Estado y una fuente de apoyo imprescindible para cualquier sueño de poder sectorial o personal.
En 1992 nace la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) impulsada por el peronista democristiano Víctor De Genaro, Secretario General de la ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) que hoy cuenta con 1 millón de afiliados.
Su “razón de ser” fue oponerse al programa neoliberal de privatizaciones lanzado en los 90’s en confrontación con la CGT oficialista que respaldaba al gobierno de Carlos Menem. Su fuente de inspiración era el “nuevo sindicalismo brasilero” fundado en los 70’s por Ignacio Lula da Silva. Su diferencia central es que no pudo apuntalar el crecimiento en paralelo de un Partido de Trabajadores.
La CGT pudo resistir – por su anclaje en el poder político – las pretensiones de la CNT de tener reconocimiento de su personería gremial.
La OIT (Organización Mundial del Trabajo) venía bregando para que Argentina cumpla con el Convenio 87 (que sancionaba la plena libertad sindical) que nuestro país había ratificado por ley en 1960.
En 1994 el Convenio 87 de la OIT fue incorporado a la Constitución  Nacional reformada.
Con el advenimiento del matrimonio Kirchner al poder, se produce la “curiosa” situación por la cual la CNT, conducida por Hugo Yarsky (Secretario General del gremio docente) se alinea con el gobierno al mismo tiempo que la CGT liderada por otro Hugo – Moyano - , líder de los camioneros, apoya también las políticas oficiales.
Sin embargo, pese a las promesas oficiales, la CNT no consigue su personería gremial.
El 11 de noviembre del 2008, la Corte Suprema de Justicia emite un fallo histórico: le reconoce a ATE el derecho a elegir delegados pese a no estar afiliados al gremio con reconocimiento de personería legal (en este caso, la asociación del Personal Civil de las Fuerzas Armadas). Además, abre la puerta para organizar sindicatos sin la aprobación previa del Ministerio de Trabajo.
El último capítulo de esta apretada síntesis histórica es el triunfo en las elecciones generales para la renovación del Secretario General de la CNT por parte de Pablo Micheli (Secretario General de ATE y discípulo de Víctor de Genaro) quién derrotó a Hugo Yarsky por más de 20.000 votos.
La nueva capacidad legal de la CNT, su conducción opositora al kirchnerismo y sus lazos con la izquierda liderada por “Pino” Solanas, plantea un escenario que complicará los planes K de mantener en su “modelo” a la nueva izquierda política y sindical que empieza a conformarse.
La primera señal de tal fractura es el anuncio de la salida de la CNT de la dirigente jujeña Milagros Sala que combina ultra-izquierdismo con abundantes subsidios directos del matrimonio presidencial.
Están dadas todas las condiciones para que, a partir del 2012, se construya en Argentina un sindicalismo libre, sin sometimiento al gobierno ni a los partidos políticos, que pueda articular una relación responsable con las organizaciones empresariales para construir, todos juntos, el desarrollo económico y el proyecto social que necesitamos.
También debemos ver aparecer, desde las organizaciones obreras, los dirigentes políticos que, como tales y no amparándose en su gremio, aporten a la construcción de partidos políticos con diferentes ideologías pero que, todas ellas, deben contar con el aporte del sector del trabajo manual, técnico, intelectual, rural y profesional.
Capital y trabajo, Estado y particulares, partidos y sindicatos deben expresar pluralidad pero también la voluntad común de contribuir al bienestar general aceptando que nadie puede ejercer “per se” la hegemonía sobre el conjunto.
La centro-derecha no puede estar ausente de este proceso. La representación del sector del trabajo debe ser un ingrediente importante en su captación de cuadros teniendo en cuenta que las doctrinas sociales no solo son de izquierda y que tanto desde el liberalismo, o el social-cristianismo  se han impulsado grandes avances en el campo de la justicia social.
El principio de la administración del capital como responsabilidad social y no como apropiación individual es la ideología predominante en los países más avanzados. Ni la utopía socializante ni el egoísmo rentista pueden ser otra cosa más que marginales en una modernidad que ha dejado atrás esas experiencias frustrantes.

Diego R. Guelar