martes, 30 de noviembre de 2010

Boletín Internacional Informativo - PRO

Noviembre de 2010
De filtraciones, rescates, favelas y lenguaje.

Noviembre, víspera del diciembre final, es un mes de transiciones climatológicas y políticas. Las lluvias y tormentas primaverales tardías en el sur y las nevadas precoces en el norte son el elemento curioso de esta época del año.
Este noviembre se parece más a un septiembre o un marzo.
Largamos con la derrota de los demócratas en las elecciones parlamentarias y ahora la nuevas filtraciones de Wikileaks que dejan muy mal parada a la Secretaria de Estado Hillary Clinton.
Europa no se queda atrás. Nadie sabe si el rescate de Irlanda – 85.000 millones de Euros – será suficiente para parar la desconfianza y estabilizar a España. Si la ola no para, toda la Eurozona estará en crisis. Allí noviembre es sinónimo de susto e incertidumbre.
En Brasil se lanzó el verdadero desafío de las Olimpíadas del 2016 y el mundial del 2014. O se controla el narcotráfico y la violencia atrincherados en las favelas del Alemán y Rosinha, o se condenan estos eventos al fracaso. La suerte está echada y Brasil quiere consagrarse en esta década como potencia mundial. Seguramente lo conseguirá.
Mientras tanto, las 22 academias de la lengua castellana reunidas en Guadalajara, México, han relanzado nuestra lengua como patrimonio común Ibero-Americano. Con humor y sentido común, han tomado usos y giros ya incorporados y los han transformado en reglas “sugeridas” que se suman a la capacidad creativa de cada hispanoparlante.
En el otro extremo del mundo, en la Península de Corea, un pico de tensión se produce de la mano de uno de los regímenes más absurdos del mundo. El problema es que existe al sur y al norte del paralelo 38º un arsenal de alta peligrosidad que incluye material nuclear.
En Argentina, se cumple un mes de la muerte de Kirchner. El gobierno llora pero celebra una recuperación sustancial de su imagen. Se han disparado las 2 internas, la del gobierno y la de la oposición. El gatillo final lo producirá el control o el descontrol de la inflación. Si el gobierno resuelve bien este dilema, los otros problemas (seguridad, corrupción) serán digeribles y se posicionará muy bien para las elecciones generales del año que viene. En ese caso, la candidatura de Cristina es segura. Sino, será barajar y dar de nuevo.
Noviembre del 2010 será un mes difícil de olvidar. Los presidentes de EE.UU, Argentina, Irlanda, Brasil, las 2 Coreas y el de la Real Academia Española + Hillary Clinton lo tendrán presente por mucho tiempo.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

martes, 16 de noviembre de 2010

Construyamos el Partido 27 (16-11-10)

El escándalo del Presupuesto. Gestión e ideología

El miércoles 10 de noviembre se desplegó un anárquico y múltiple proceso de “persuasión” en el Congreso Nacional para lograr una mayoría que aprobara el proyecto de presupuesto para el año 2011.
Sin Néstor Kirchner a cargo, nada es igual. Ni las intransigentes órdenes ni las “flexibles” negociaciones concentradas en un mando único e indiscutible, serán posibles en el futuro.
Quedó el sabor amargo, según la apropiada terminología del Diputado Federico Pinedo, de “las ausencias que no se pueden explicar”, y que afectaron a varios bloques parlamentarios.
Queda claro que no estamos frente a un “voto de conciencia” (los únicos temas reconocidos universalmente con éste calificativo son el divorcio y el aborto); no es tampoco un tecnicismo ni una cuestión individualmente opinable.                               
Sólo valen las negociaciones (o no negociaciones) practicadas por los bloques teniendo en cuenta cuestiones de mayor o menor peso político, social, económico y/o moral.
En este caso, la oposición había acordado que no se debía aceptar el criterio de “libro cerrado” que incluía números absolutamente falsos que sólo acreditaban la voluntad de usar discrecionalmente varias decenas de millones de pesos. Todo aquel que acepte este esquema, sólo puede haber sido “disuadido” por malas artes.

Razón de ser del Presupuesto

El parlamentarismo inglés – madre y padre del parlamentarismo universal – nace en el siglo XVI como consecuencia de la necesidad de los señores feudales de limitar la discrecionalidad del rey.
Fijar los impuestos y asignar el gasto fueron –y siguen siendo- las atribuciones centrales del poder legislativo en su poder equilibrante con el ejecutivo. Declarar la guerra y ratificar la paz eran las otras atribuciones sobresalientes.
El sistema representativo exige ordenar su ejercicio, agrupando, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, a los legisladores por su afiliación partidaria y no sólo por su referencia territorial.
Cuando no está consolidado el sistema bipartidario – el más sólido y coherente con el sistema constitucional mayoritario en Occidente – se requiere armar coaliciones que estabilicen al gobierno y a la oposición.
El Kirchnerismo gozó de mayoría propia hasta el 10 de diciembre del 2009.
De ahí en más se presentó un delicado equilibrio que permitió ocasionalmente a la oposición votar algunas leyes que luego fueron neutralizadas en el Senado con la excepción del 82% móvil para los jubilados que fue finalmente vetado por la Presidenta.
El Presupuesto del 2009 fue aprobado con la conformación anterior, es decir, no requirió negociación alguna.
En esta nueva circunstancia – oficialismo sin mayoría y ausencia de su jefe -, el gobierno debería haber conformado una “nueva mayoría” con aliados o convocando a una mayoría circunstancial – o ad hoc – otorgando concesiones particulares que le permitieran pasar esa tan importante pieza de legislación.
No existen en la región partidos que puedan gobernar en solitario.
El Presupuesto es un instrumento central para traducir prácticamente las prioridades de gestión. Se materializa así el verdadero “discurso” al tener que lidiar con recursos que están por debajo de las necesidades a ser satisfechas.
No sólo aparecen los objetivos cuantitativos sino también los cualitativos por el perfil de las obras a realizar y su método de concreción.
No puede haber “ideología en abstracto”. La gestión es la forma de ponerla en práctica.
No se oponen “gestión” e “ideología”. Por el contrario, una es la orientadora de la otra y la guía para ordenarla y ejecutarla.
La ideología centro-derechista prioriza la creación de los medios económicos necesarios para garantizar el bienestar general. Tiende a limitar la intromisión del Estado en lo que entiende la esfera privada de los ciudadanos y defiende a las personas, como jefes de familia, empresarios, responsables comunitarios, etc., en su rol de asignadores de recursos; desconfía de las formas “paternalistas” del estado y de la multiplicación de subsidios como placebos sociales o alteradores del mercado; no reniega del mercado como distribuidor de riqueza pero cree en las regulaciones que garanticen su transparencia; estimula la conformación de grandes empresas pero considera imprescindible el evitar la conformación de oligopolios y carteles que regulen los precios contra los intereses de los consumidores.
Todos estos principios pueden alterarse en la práctica si predominan valores elitistas o intereses monopólicos que sólo pretenden abusar del poder económico o político o maximizar el individualismo egoísta y anti-social.
La misma actitud abusiva puede presentarse desde la izquierda. En este caso, el sublimar la representación del interés común en el Estado puede convertir a éste último en el peor de los tiranos.
La izquierda parte de la premisa de la solidaridad social como el bien superior a tutelar y plantea la obligación del Estado de proteger a los sectores más desprotegidos – desde los marginados a los asalariados – frente al poder concentrado de las grandes empresas nacionales y/o extranjeras así como el de la banca y los grandes latifundistas agrarios.
El instrumento alternativo al de las grandes corporaciones es siempre e insustituiblemente el Estado.
Cuando no hay partidos de centro–izquierda y centro-derecha, la puja Estado-Corporaciones (tanto las sindicales como las empresariales) se convierte en un conflicto permanente de intereses o en una “kermesse” de corrupción permanente donde el usufructuario del Estado reparte prebendas a unos y privilegios a otros.
El resultado es la concentración de la riqueza, el vaciamiento del Estado y la fuga del ahorro interno.
Estamos transitando hace décadas esta dolorosa fase. En los últimos 8 años se han fugado 70.000 millones de dólares (10.000 millones en los últimos 10 meses), el Estado ha perdido operatividad y jerarquía pasando a ser nuevamente deficitario y la acumulación del ingreso es más alta que durante la década de 1930.
Por esto es que la correcta implementación de propuestas ideológicas requiere una equilibrada reconstrucción por izquierda y derecha –sin complejos ni concesiones-que permita recuperar el debido equilibrio social imprescindible para el normal funcionamiento de las instituciones.

Diego R. Guelar

viernes, 12 de noviembre de 2010

Construyamos el Partido 26 (12-11-010)

Carlos Reutemann se aleja del Peronismo Federal

El Peronismo Federal es el espacio que nuclea (o nucleaba) a los peronistas que no acuerdan con el Kirchnerismo.
Decidieron, primero, no competir con Néstor Kirchner en la interna del PJ y, luego, armar una suerte de “coordinación orgánica” que les permitiera competir en internas para definir un candidato presidencial. Constituyeron así una “Mesa de Conducción” integrada por aquellos que definieron no ser candidatos integrada por Carlos Reutemann, Juan Carlos Romero, Ramón Puerta y Adolfo Rodriguez Saa. Quedaron definidos como pre-candidatos presidenciales Eduardo Duhalde, Mario Das Neves, Adolfo Rodríguez Saa y Felipe Solá.
Recurrieron al artilugio histórico de seguir diferenciando “Partido” de “Movimiento” entendiendo que se podía ser Peronista pese a no integrar el Partido Justicialista.
Curiosamente, Julio Cobos había utilizado en el 2007 la misma formulación “movimientista” para integrarse –él y otros – al Frente Para la Victoria desde una identidad radical al margen del partido (que decidió expulsarlo).
La degradación partidaria alcanzada permitió que se alejara cada día más la base partidaria (8 millones de afiliados al Peronismo y al Radicalismo) eliminando las internas o, en el caso del Radicalismo, con muy baja participación de sus afiliados.
La realidad política actual indica que, si se actualizaran las afiliaciones, la pertenencia partidaria bajaría a no más del 20% de las cifras alcanzadas entre 1983 y fines de los 90’s (un altísimo número de esas afiliaciones son falsas por no contar con el consentimiento real del supuesto afiliado)
En este contexto, contrariamente a lo que ocurre en el Justicialismo, la UCR ha logrado una práctica reunificación incluyendo a Julio Cobos(reincorporado y pre-candidato presidencial), Ricardo López Murphy y Margarita Stolbizer más allá que ellos conservan estructuras políticas propias.
Queda sólo Lilita Carrió fuera de este proceso y difícilmente se logre su acercamiento pese a que en las elecciones del 2009 ella misma fue la mayor impulsora de la Coalición Cívica y Social (con la UCR, el Socialismo y el GEN).
El Peronismo no sólo está dividido sino que el “espacio” llamado “Peronismo Federal” no tiene una estructura legal única ni como partido, ni como frente electoral y sus crecientes diferencias hacen cada vez más difícil la adecuación legal para participar en una interna abierta el 14 de agosto próximo.
Sin embargo, existe una realidad política que indica que hay un electorado común entre los candidatos y dirigentes del PF y el nuevo espectro que representa el PRO de Mauricio Macri.
Si este espacio se presentara en forma conjunta con candidato único, tendría posibilidades de competir en la 2ª vuelta (como ya analizamos en el Construyamos el Partido-20).
También vimos el desestructurado escenario que presenta tanto la centro-izquierda como la centro-derecha. Ambas corrientes se niegan a identificarse por sus elementos afines y prefieren evitar la caracterización ideológica pronunciándose en forma personalista sin precisar tampoco programas que los sustenten.
Este estado de cosas beneficia, por un lado, al gobierno, que conserva una masa crítica del 25 al 30% del electorado que, en estas condiciones, la convierte en la primera y más sólida minoría. Ejerce con claridad la representación mayoritaria del voto peronista por su control del territorio y de la estructura sindical.
Al margen de la interna peronista, del otro lado, los radicales pueden procesar en relativa paz su propia interna y llegarán, por internas o por consenso, a la fórmula Radical-Socialista que los deja posicionados como la 2ª minoría con condiciones para disputar la 2ª vuelta.
La hasta ahora entelequia del Pro-Peronismo-Federal, podría competir con posibilidades de éxito si pudiera armar una coalición electoral con liderazgo único. Para logarlo debería:     
1)    Ponerse de acuerdo en términos ideológicos y programáticos superando las meras apetencias personales
2)    Acatar una conducción única que represente lineamientos comunes y que aparezca como susceptible de asegurar las condiciones de gobernabilidad que el actual oficialismo ha garantizado plenamente. Es siempre mejor un mal gobierno que un no-gobierno.
3)    resolver el liderazgo por consenso o internas

El alejamiento de Carlos Reutemann sin especificación del puerto de llegada y los interrogantes que formulan Solá y De Narvaez, complican el escenario y pone en severa duda la posibilidad de organizar este tercio del electorado que no comulga ni con el gobierno ni con la alianza radical-socialista ni con aquellos que se expresan más a la izquierda del espectro electoral.
Sin eufemismo, es una amplia centro-derecha democrática y humanista que cree en el desarrollo económico y la justicia social desde la aspiración de un Estado gestionando una Argentina moderna, inserta en el mundo, con garantías plenas para la inversión y la generación de trabajo.
Si la dirigencia política tuviera la grandeza de entender y representar los claros mensajes de la ciudadanía, Argentina podría alcanzar su normalización plena con un gobierno de centro (derecha o izquierda) con un “socio sistémico” alternativo pero cooperante, que en menos de una década nos colocaría en una posición equivalente a la de nuestros socios regionales Chile, Brasil y Uruguay.
La Argentina mejor está a la vuelta de la esquina. No dejemos que la mezquindad nos impida alcanzarla.

Diego R. Guelar



jueves, 11 de noviembre de 2010

No necesitamos un “Pacto de la Moncloa”



En forma recurrente se plantea que lo que nos hace falta es un “Pacto de la Moncloa”.
Si bien la asociación con un acuerdo interpartidario e intersectorial tal como el ocurrido en la España post franquista es una clara señal de diálogo y consensos, tal concepto no es aplicable a nuestra realidad.
Veamos los hechos históricos: el 20 de noviembre de 1975 moría Francisco Franco. Lo sucedería como Jefe de Estado el Príncipe Juan Carlos de Borbón, restituida la monarquía por decisión del “caudillo” quien ejerció como “regente” de la corona hasta su muerte.
Si bien Juan Carlos heredó los “poderes fácticos” absolutos con los que había gobernado “el generalísimo” durante 36 años, recién pudo designar a su propio primer ministro – Adolfo Suarez – en Julio de 1976. Suárez legalizó a los partidos políticos (con la excepción del Partido Comunista que lo sería el Viernes Santo de abril de 1977) y declaró una amplia amnistía.
Las primeras elecciones democráticas recién se celebraron el 15 de junio de 1977. Esas primeras “Cortes Democráticas” se constituyeron  en Asamblea Constituyente y redactaron la Constitución española que fue aprobada por referéndum el 6 de diciembre de 1978.
Tres largos años tuvieron que pasar entre la muerte de Franco y la sanción de una Constitución que regulara la vida institucional española.
En el “mientras tanto”, una fuerte crisis económica sacudía a España. En 1977 se verificó una inflación del 47%, se fugaban capitales por la inestabilidad política, huelgas generales se repetían constantemente y la ETA incrementaba sus acciones terroristas.
En este marco, se suscribieron los Pactos de la Moncloa (uno político y otro económico) el 27 de octubre de 1977.
Los acuerdos económicos consistieron en:
1)    Aceptar el despido libre hasta el 5% de la plantilla de personal de las empresas privadas,
2)    No incrementar salarios en más del 22%
3)    Se devaluó la peseta (en concordancia con la inflación y los aumentos salariales)
4)    Se reformó el sistema tributario
En lo político:
1)    Se eliminó la censura de la prensa
2)    Se abrió la información del Estado a la oposición
3)    Se aprobaron los derechos de reunión y asociación política
4)    Se incluyó en el código penal el delito de tortura
5)    Se despenalizó el adulterio
6)    Se restringió la jurisdicción penal militar
A la luz de estos contenidos, es clara la precariedad de la transición española entre 1975 y 1978. Y todavía faltaría llegar a sus mayores “pruebas de fuego”: el golpe militar (o “tejerazo”) del 23 de febrero de 1981 y el acceso al gobierno del PSOE (después de 50 años) en 1982.
No se puede comparar la situación argentina del 2010 con la española de 1977.
Argentina tiene normalidad institucional plena desde la reforma de 1994 (aprobada por unanimidad) y cuenta con una consolidada división de poderes, ley de partidos políticos, independencia del Banco Central y absoluta sujeción del poder militar a la autoridad civil.
Plantear la “necesidad de un Pacto de la Moncloa” es desconocer la realidad histórica que generó en España la necesidad de establecer acuerdos mínimos que rigieron hasta la sanción de una Constitución del Estado. En nuestro caso, necesitamos acordar sólo algunas políticas de Estado básicas y poner en funcionamiento pleno las instituciones existentes.
El acuerdo más importante tiene que pasar por la reconstrucción de los partidos políticos. Esa es la mayor enseñanza que nos dejó la transición española. Por eso es que hoy se verifican en España 2 grandes partidos nacionales: uno por centro-izquierda – el PSOE y otro por centro-derecha – el PP – con el acompañamiento de algunos partidos regionalistas (el Partido Nacionalista Vasco, Convergencia y Unión Catalán, el Partido Popular Gallego y otros) que están en condiciones de alternarse en el poder y representar ideologías y programas con identidad y arraigo en la mayoría de la población.
Hablar de los “Pactos de la Moncloa” sin entenderlos como un paso transitorio en la construcción de grandes colectivos nacionales, es contar la parte menos trascendente de la historia e inducir al error.
Nosotros deberíamos dejar sin efecto las afiliaciones anteriores al 2001 y lanzar un proceso de re-afiliación y reorganización partidaria que permita volver a las internas cerradas y voluntarias (exactamente lo opuesto a las abiertas y obligatorias).
Es un deber central de las agrupaciones políticas el seleccionar a sus candidatos para las elecciones locales, provinciales y nacionales, especialmente el/la candidata/a a Presidente/a de la República. Si se equivocan, la ciudadanía los castigará en la elección general.
Para la salud de la democracia es importante que un mínimo de 10% de la población – en Argentina 4 millones de personas – estén muy involucradas en la vida política – es decir, sean afiliados y militantes -. El otro 90 % puede ser adherente, simpatizante u ocasional votante.
En la propia China comunista – con un Partido Único – se cumple este porcentaje de activismo político.
España fue un claro ejemplo de la posibilidad de fracturarse y enfrentarse en forma muy sangrienta (guerra civil con un millón de muertos) por extremar sus diferencias ideológicas.
Su correctivo no es ignorar las ideologías, sino practicarlas con un espíritu moderado y dialogante que permita la convivencia y la alternancia basadas en el respeto de los mismos valores básicos.
Si seguimos discutiendo esos valores básicos (como el ejercicio de la Libertad de Prensa, de la libre afiliación sindical, de fomentar y no de gravar las exportaciones, de practicar la excelencia educativa desde el Estado, organizar partidos políticos sólidos, etc.)), nos mantendremos en forma permanente al borde de la guerra civil y no podremos construir todos juntos una Nación común y una ciudadanía compartida.

Diego R. Guelar

viernes, 5 de noviembre de 2010

Construyamos el Partido 25 (5-11-10)

Premios y castigos – Obama y Dilma

Los Estados Unidos de América y la República Federativa del Brasil no son sólo dos naciones muy importantes. Representan para Argentina, en términos políticos y económicos, una referencia central con impacto local y consecuencias internas y externas.
A través de Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento incorporamos una constitución con el modelo norteamericano y la centralidad de la educación como vertebradora de la sociedad. Ni hablar de la influencia creciente que le cabe a partir de 1945 y su consagración como hiper-potencia mundial única después  de la disolución de la URSS.
El Brasil ocupa el lugar de nuestro aliado/enemigo/rival histórico con el cual guerreamos en 1827 en territorio uruguayo, luego fue aliado de Urquiza para derrocar a Rosas y más tarde aliado de Mitre  en la Guerra del Paraguay. La “Marcha de la batalla de Ituzaingó” (ganada por la Rep. Argentina, marcó el fin de la Guerra con el Brasil) fue la de despedida y recepción del Presidente de la República hasta hace sólo 15 años.
La competencia entre naciones fue el signo de identidad del siglo XX compartiendo una de las dos hipótesis de guerra (la otra con Chile) que Argentina contemplaba.
La constitución en ambas naciones de las comisiones de Energía Atómica en los 50’s buscando el control de esa energía a través del enriquecimiento de uranio, tenían como escenario posible un “equilibrio estratégico” entre dos naciones equipadas con armamento atómico.
La represa hidroeléctrica de Itaipú, la concentración de las dos terceras partes de las fuerzas armadas de cada país en la frontera sur-norte y las restricciones en los cruces fluviales, el sistema vial y ferroviario, el acceso a la compra de tierras, la interferencia de las ondas radioeléctricas, etc., etc., marcó el clima de tensión que los acercamientos entre Getulio Vargas y Juan Perón no pudieron modificar. Recién después de 1985, con los acuerdos nucleares entre Raúl Alfonsín y José Sarney, comienzan los tratados de complementación económica que llevarían a la firma el 29 de marzo de 1991 del tratado de Asunción y la constitución del MERCOSUR.
De allí en más, el camino de la cooperación y la integración no se interrumpió, más allá de las demoras y las limitaciones institucionales para consolidarlo.
La transición democrática brasilera iniciada en 1985, fue coronada por un éxito espectacular que, por su continuidad y solidez, colocan al Brasil en el puesto 8 entre las naciones del planeta.
La elección de Dilma Rousseff no hace más que ratificar el rumbo y dar por terminada esa transición protagonizada por Fernando H. Cardoso y Luis Ignacio Lula da Silva.

USA
El pueblo norteamericano ha hecho un culto de los equilibrios entre los partidos fundados por Jefferson y Lincoln. Es imposible entender su éxito económico sin la continuidad política, el resultado de su Guerra de Secesión en 1865, su rol en las 3 guerras mundiales del siglo XX, el “Estado de bienestar” fundado por su Presidente Franklin D. Roosevelt y los derechos civiles afianzados en los 60’s que llevaron a hacer posible la elección del Presidente Barak Obama.
Las elecciones parlamentarias y de gobernadores del pasado 2 de noviembre responden a esta bicentenaria tradición de los “equilibrios corregidos” que no fueron alterados en esta nueva oportunidad.
Sin preeminencia en el Congreso y con una oposición de extrema derecha bullanguera y agresiva (Tea Party), el Presidente Obama hará una segunda mitad de mandato más sabia y consensuada. La experiencia norteamericana enseña que la tan admirada por nosotros “concentración de poder” es un veneno nocivo del sistema democrático y que la división del poder es el mejor antídoto contra los abusos y el autoritarismo.
La salida de la recesión en lo doméstico y la situación en Medio Oriente serán los ejes de la administración Obama por los dos próximos años.

Brasil:
Brasil ha alcanzado la mayoría de edad. Con 120 millones de habitantes consolidados como ciudadanos y partícipes plenos de la economía de mercado, integrará al 100% de su población en no más de 15 años, afianzándose como una de las 5 economías más potentes del planeta. Su esquema político está perfectamente balanceado entre un oficialismo integrado por una coalición de 10 partidos (los más importantes el PT y el PMDB) pero con una oposición importante (PSDB, Democratas, Verdes) que gobernará en Estados muy importantes como S.Pablo, Minas Gerais, Paraná y Brasilia. El oficialismo es hegemónico en el Nordeste y la oposición en el centro-sur (mayor concentración industrial).
Tendrá como “frutilla de la torta” un ex - presidente – Lula – muy prestigioso dentro y fuera del Brasil que le servirá al gobierno para apuntalar ejes de desarrollo interno y la política internacional.
Brasil queda posicionado como líder sudamericano e integrante de la nueva “mesa chica” del gobierno planetario con los EEUU, Japón, China, Rusia, India y la Unión Europea.
Si bien el histórico conflicto por la preeminencia regional está resuelto (a favor del Brasil), el nuevo esquema de integración regional nos ubica como socio privilegiado para participar en la expansión comercial hacia el Pacífico y generar un polo de atracción de inversiones regionales.
Nuestro único “enemigo estratégico” es nuestra propia incapacidad de crear un sistema político estable que nos consolide como nación, dejando de lado la patológica y recurrente tendencia a la generación de “modelos” parciales y circunstanciales que nunca trascienden el corto plazo.
El próximo año y medio será decisivo para acomodar nuestras instituciones a los desafíos del futuro.

Diego R. Guelar