jueves, 12 de julio de 2012

El Capitalismo chino

            Entre el 23 de junio y el 7 de julio tuve la extraordinaria experiencia de visitar – por tercera vez – la República Popular China. Lo hice invitado por el Comité Central del Partido Comunista Chino (con otros 18 dirigentes políticos latinoamericanos). Hicimos una inmersión política, cultural y económica por Beijing, Chengdu y Shangai incluyendo escuelas de formación política, empresas tecnológicas, cantones agrícolas y, con seguridad lo más impresionante, la región de la Provincia de Sichuan que sufriera el terrible terremoto del año 2008 con un saldo luctuoso  de más de 100.000 muertos.
            Huelga repetir aquí los números del crecimiento anual, las reservas, la inclusión 50 millones de chinos al mercado por año, la creciente influencia planetaria – 2ª superpotencia mundial – y todos los datos que continuamente salen en miles de publicaciones cotidianas.
            Lo que quiero transmitir en estas líneas es el “impacto físico” de transitar por supercarreteras atiborradas de una parque automotor de 5 años promedio rodeado de bosques implantados en ese mismo período de tiempo con millones de metros construidos de fábricas, viviendas, centros culturales, universidades y una explosión de modernidad que, al mismo tiempo, rescata sus tradiciones ancestrales.
            El mejor ejemplo es la Provincia de de Sichuan – 90 millones de habitantes – y su capital Chengdu – con un área metropolitana de 14 millones.
            La Provincia es conocida mundialmente por ser el territorio de los osos panda pero su signo distintivo actual es que 200 de las Fortune 500 (500 compañías más grandes del mundo) están instaladas allí de las cuales 150 son extranjeras y 50 son locales – el stock de inversión extranjera al año 2008 alcanzaba los 2,2 trillones de dólares.
            Chengdu tiene 4000 años de historia y fue la última capital del Kuomitang (dirigido por el General Chang Kai Shek) durante la guerra contra el Japón. En 1949, el Partido Nacionalista emigró hacia Taiwán y Mao-Tse-Tung – y el Partido Comunista – unificaron China Continental y recuperaron su soberanía perdida desde las 2 guerras del Opio en el siglo XIX.
            La Provincia es importante productora de alimentos y Chengdu es un nudo de comunicaciones del centro oeste de China. Es sede de empresas electrónicas y de IT. Intel, IBM, Cisco, Nokia, Motorola, Siemens, Canon, Xerox, Microsoft  y locales como Lenovo, están instaladas en la provincia. Volvo, Volkswagen, Toyota y más de 200 productores de autopartes integran también su base fabril (se producen allí 700.000 vehículos por año).
            En términos relativos, Sichuan es equivalente a la Provincia de Córdoba en Argentina.
            Pero quizás lo más impresionante no sean los números, sino el pensamiento que forja esta realidad. Mao Tse Tung, el “Gran Timonel” afirmaba que “La Teoría es la base de la acción” y aunque hoy rija más el pensamiento de Deng – Ciao – Ping – “el gran transformador” a partir de 1978, el pensamiento sigue siendo la guía para la acción.
            Los chinos afirman que son un “país en vías de desarrollo” que están creando “las bases para la concreción del Socialismo” y que eso sólo puede hacerse desde la “acumulación del capital” en forma eficiente. “Pobreza y socialismo son incompatibles” afirman, y por eso fracasaron la Unión Soviética y las propuestas tercermundistas. Ellos se consideran “marxistas ortodoxos” y, como tales, entienden al socialismo como “la etapa superior del Capitalismo”.
            ¡Curiosa convergencia! El Presidente francés François Hollande, socialista democrático, propone una tasa del 75% para el impuesto a las ganancias de los sectores de más altos ingresos y algo muy parecido propone el Demócrata Obama para su 2ª presidencia.
            De los 3,5 trillones de dólares de reservas que atesora el Banco central Chino, el 62 % son bonos del Tesoro de los E.E.U.U. ¡¡Sociedad difícil de romper!!
            Pareciera que el siglo XXI marcha hacia una convergencia  del liberalismo y el socialismo superadora de las guerras del siglo XX que nos pusieron tan cerca del holocausto nuclear.
            Hagamos votos para que esta creciente interdependencia entre Oriente y Occidente, entre la iniciativa privada y la justicia social, entre el humanismo y la tecnología, siga mostrando que el género humano tiene un largo camino de progreso antes de su extinción física final.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO