lunes, 23 de mayo de 2011

Construyamos el Partido-46 ( 23-5-2011 )

Mauricio Macri es candidato a Jefe de Gobierno Porteño

Mauricio Macri, Jefe de Gobierno Porteño desde el 2007, fundador de Compromiso Para el Cambio y Propuesta Republicana (PRO), empresario y dirigente deportivo de centro-derecha que en el 2001, cuando el sistema político implosionó, se zambulló en la política y, juntamente con Francisco de Narváez y Felipe Solá logró ganar las elecciones del 2009 en los distritos que representan el 50% del electorado nacional. Finalmente, Macri decidió ir por la reelección en la Capital Federal.
Más de 6 millones de electores se han quedado, en principio, sin opción política de cara a las elecciones de octubre del 2011.
La centro-derecha, el mayor electorado de la Argentina clama que un partido tenga la gallardía de representarla. Este espacio se nutre de la mayoría de quienes fueron o son peronistas, de muchos otros que fueron o son anti-peronistas, de los radicales versión Julio Cobos o Ernesto Sanz, de los conservadores populares, de los liberales,  de los testimoniales demócrata-cristianos y de una nueva camada de electores que descree totalmente de los partidos tradicionales
Ese 25% inicial que ya se sentía representado por una sigla nueva y emergente – PRO – y se hacía carne en la persona de Mauricio Macri.
¿Será posible, desde el retroceso municipal, relanzar lo que nunca debió dejar de ser una epopeya? ¿Lo fue incipientemente? ¿Lo volverá a ser?
La historia Argentina está llena de incógnitas del pasado, mitomanías presentes y delirios que se proyectan al futuro.
Pero estamos tan insertos en el pasado que, los jóvenes sub-45 que hoy deberían estar enarbolando sus nuevos estandartes, los enrollan y los bajan “esperando” ser ellos mismos viejos mientras dejan morir sus sueños de grandeza postergándolos para épocas más propicias. Son una nueva generación de guerreros que quieren ganar guerras sin combatir en ninguna batalla.
Son “metro-sexuales invertidos” sin connotación sexual o de género y su castración es lejana de sus testículos u ovarios. Pasa por la peor de las amputaciones: la de los ideales, las convicciones y los sueños.
Quien llega a los 45 años de edad sin ese “fuego sagrado” podrá ser un autómata eficientemente guionado por profesionales del marketing pero no podrá ser líder, ni guía ni pastor de su rebaño.
Desde la centro-izquierda pasa algo similar. También está atomizada y sin mensaje. ¿Qué sociedad puede prescindir  de las utopías de izquierda? Las “realidades conducentes” de la derecha permiten construir escuelas y hospitales, financiar bienes y servicios, producir en escala masiva los inventos del ingenio humano, pero es sólo el “relato” de la justicia social, el límite a los más poderosos, la igualdad y la defensa de los más humildes la que produce la dinámica social que nos hace a todos mejores.
Ese contrapunto creador y movilizador entre la izquierda y la derecha democrática no está presente hoy en la Argentina. Sólo nos queda una ristra de lugares comunes y “chicanas” reiteradas para caricaturizar y deformar un debate profundo y necesario que se esconde detrás de demonizaciones emblemáticas: “los gorilas” o los “zurditos” o los “90’s” o los “70’s” o el “modelo” o la “burocracia sindical” o los “oligarcas del campo” o los “negros villeros”, etc., etc., etc.
Ya son 46 capítulos de la explicitación minuciosa y pertinaz de la necesidad de construir sólidos colectivos políticos que cimenten el sistema representativo.
Desfilan ante nosotros las pantomimas de siglas sin contenido, internas abiertas que no se practican, candidaturas que no se concretan y movilizaciones que se parecen más a murgas carnavalescas que a expresiones de apoyo a programas y doctrinas.
La publicidad y la propaganda son maravillosos inventos que han existido siempre. Sólo han cambiado sus recursos técnicos. Han permitido universalizar las religiones, el comercio, las culturas, las invenciones y las maravillas del arte, los idiomas y las leyendas que alimentan el alma y los sentidos.
Paro ahí están “los diez mandamientos”, el “Padre Nuestro”, el Corán, Aristóteles, Maquiavelo, Marx, Darwin o Einstein para recordarnos que, en el fondo, los contenidos son inomitibles e indispensables. Son ellos, los contenidos, los buenos y los malos, los que trascienden los tiempos y se transforman en legado permanente.
Lo efímero es y será efímero. Las miserabilidades y las grandezas marchan codo a codo, pero en cada episodio una le saca alguna ventaja a la otra. En esas pequeñas diferencias se juega el destino del mundo y de cada una de las unidades sociales que lo pueblan.
Ese milímetro hará la diferencia el 23 de octubre próximo Sólo 2 en cuarenta millones tendrán el privilegio de representar la historia. Los 27 millones de electores tendremos la responsabilidad de acertar o equivocarnos.
Como planteamos en el “Construyamos el Partido-45”, nada debería haber impedido que la centro-derecha y la centro-izquierda le dieran batalla al populismo autoritario y lo derrotaran el 23 de octubre.
El problema es siempre el mismo: no tenemos los partidos que sinteticen pensamiento y ordenen las conductas.
En los últimos dos años, los bloques que responden a Macri, Duhalde, De Narváez y Alfonsín votaron, al 99%, exactamente lo mismo.
Es lógico que así haya sido. Pusieron el caballo adelante del carro y priorizaron la defensa institucional frente a la permanente agresión del gobierno. No manifestaron, en dos años, ninguna diferencia político-ideológica importante.
Esto no indica que sean lo mismo. Sólo refleja que, frente a la emergencia, podían actuar bajo parámetros comunes.
¿Podía constituirse un frente electoral común? ¿Por qué no? Si algo útil deja PRO en los últimos  meses es su propuesta frentista amplia sin falsos límites ni prejuicios.
El tiempo y las ideas escasean. Sólo queda apelar al patriotismo que indica, en concreto, la necesidad de equilibrar el sistema político para evitar una mayor concentración arbitraria.
Eso es tan elemental como difícil de concretar.


Diego R. Guelar

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