lunes, 2 de mayo de 2011

Boletín Internacional Informativo - PRO

Abril 2011
Siria y Palestina
Osama Bin Laden se fue

Desde el mes de enero venimos anunciando que éste es  “el año del Islam” – La extraordinaria carrera China que la llevó al podio como 2ª potencia mundial, los avances de India y Brasil, la consolidación y la crisis europea, el fenómeno “Obama” en los EE.UU, fueron todas crónicas de un estrellato esperado y anunciado.
Regímenes y líderes que parecían eternos más allá de su condición monárquica o republicana (una mera formalidad) se han ido cayendo o debilitándose al ritmo de uno o dos por mes. El último el de Yemen y ahora le toca el turno a Bashar Al Assad. Nadie se aventura a vaticinar que ocurrirá en el futuro próximo. Blogueros, mujeres, estudiantes, intelectuales y periodistas, ocupan la vanguardia callejera y mediática, aportando la dolorosa cuota de sangre que parece un “impuesto al cambio” que aumenta en cada nuevo país que reproduce lo ocurrido en el anterior.
Al – Fatah y Hamas dieron la nota disonante. Se unieron, declararon la paz y se preparan para declarar la independencia del Estado Palestino. Entienden que están en su mejor momento: los gobiernos americano e israelíes debilitados por cuestiones internas, Europa asustada por la invasión de refugiados nor-africanos, China y Rusia ampliando su influencia global y sus “hermanos islámicos” que no pueden usarlos como prenda de ajuste o negociación porque están viendo como salvar la ropa propia.
Egipto, Siria e Irán, países claves en este escenario, están enfrentando tormentas internas que no les permite condicionar al sufrido pueblo palestino que puede, por primera vez, hacer sentir su voz sin patrones, voceros ni presiones extra-zona.
Con un petróleo en camino a los U$150 el barril, el mundo islámico no es sólo un hecho cultural o religioso, sino que se convierte en un o de los puntos de la agenda universal que más pesará la primera mitad del siglo XXI.
En este contexto, la muerte de Osama Bin Laden es más que una oportuna coincidencia.
Durante los últimos 10 años, se había consolidado una doctrina: “los buenos” y “los malos” nos aliamos contra los “muy malos”, es decir, los terroristas, los narcotraficantes y otras mafias diversas.
Así se abrazaron gobiernos democráticos con totalitarios, monarquías despóticas con repúblicas representativas o autoritarias y “volvieron al redil” algunos regímenes que habían sido repudiados por la comunidad internacional. Todo era justificado por el bien superior de erradicar a los violentos irracionales.
Así se restringieron libertades en las democracias occidentales, crecieron las derechas extremas y xenófobas y los regímenes autocráticos del mundo justificaron sus peores corruptelas represivas.
¿Los que salen a las calles en el norte de África y el Medio Oriente son lobos bajo pieles de cordero o sinceros militantes de la libertad?
No lo sabemos.
Lo que sabemos es que Bin Laden no será su conducción efectiva.
América del Sur no tendrá un impacto directo en el campo político pero en lo económico afirmará su protagonismo al consolidar su esquema de producción alternativo con Brasil como mayor abastecedor de etanol y Argentina como primer exportador de bio-diesel.
Nuestra región tiene una oportunidad superior a la que se planteara al inicio del siglo XX.
El “subcontinente del dorado” será, efectivamente, un emergente neto de las tensiones entre el mundo desarrollado y la tormenta musulmana.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

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