miércoles, 27 de abril de 2011

Construyamos el Partido – 45 (27- 4- 011)

Frente al precipicio o la gloria

La perinola sigue girando. Quedan todavía tres alternativas: Cristina y el Populismo Autoritario (o “el modelo de Él”); Alfonsín y la Centro-Izquierda (o el “Progresismo”) y M. Macri y la Centro-Derecha (o “el centro”).
El contenido de los paréntesis son los apelativos locales utilizados para confundir a la gente desde un esquema político que pretende ser a-ideológico (o “superador de las ideologías”) y, por lo tanto, sujeto a combinaciones intercambiables sin límites ni prejuicios.
Es bueno que no haya “límites ni prejuicios” cuando hay valores superiores en juego:
a)    EE.UU e Inglaterra se aliaron con la Unión Soviética de Stalin para derrotar al Nazismo.
b)    EE.UU y Europa se aliaron en la OTAN para enfrentar al Comunismo después que cayera sobre Europa Central la “Cortina de Hierro”
c)    Los partidos de la “Concertación” chilena, centralmente el Socialismo y la Democracia Cristiana, se aliaron para enfrentar a Pinochet  en 1985.
d)    Los Socialdemócratas y los Socialcristianos alemanes formaron un gobierno de “unidad Nacional” al tener un virtual empate en el 2005 y no poder armar gobierno por separado recurriendo a sus aliados minoritarios naturales, los Partidos Liberal y Verde.
Hay miles de ejemplos en la historia que siguen este “modelo de conducta” que consiste en construir coaliciones o frentes electorales, regionales o militares frente a la necesidad de acumular una capacidad electoral o geo-estratégica que preserve valores comunes en serio riesgo de derrota o extinción.
La distancia político-ideológica entre el Radicalismo, el Peronismo Disidente y el PRO no puede caracterizarse como antagónica, ni siquiera como lejana. Prima en los tres un pensamiento moderado, humanista y centrista que concilia un rol activo del estado con el respeto a la iniciativa privada. Ninguna de las tres fuerzas es clerical, ni marxista, ni neo-liberal.
Más allá de las candidaturas, entre Ricardo Alfonsín, Mauricio Macri y Eduardo Duhalde hay muchos más puntos en común que los que cualquiera de los tres tienen con la actual administración de Cristina Kirchner.
Los tres creen en la independencia de los poderes del Estado (y también en la del Bco. Central); en la necesidad de mejorar la relación con el agro; en la conveniencia de administrar una “preferencia regional” con nuestros socios sudamericanos para desarrollar nuestra industria nacional y protegerla de la competencia desleal; en profundizar nuestro relacionamiento con China y el Asia-Pacífico sin por eso renunciar a nuestra pertenencia occidental y nuestros lazos con los EE.UU y la Unión Europea; en profundizar la igualdad de género y la protección de la infancia y de la ancianidad; en la utilización de las negociaciones paritarias y el rol de las organizaciones de empresarios y trabajadores como partícipes necesarios del diálogo social y económico; en proteger la administración de los fondos que pertenecen a los jubilados y utilizar los mismos como fuente de financiamiento de inversiones productivas de mediano y largo plazo, preservando su debida rentabilidad; en devolver al INDEC su prestigio y credibilidad, etc., etc., etc.
La lista de acuerdos principistas y operativos es mucho más larga.
Los disensos existen, pero son insignificantes a la luz de los objetivos que debe lograr  una administración sensata de la Argentina por los próximos 4 años.
¿Qué impide explorar y, eventualmente, alcanzar un frente programático electoral entre estas tres fuerzas y sus líderes máximos?
No parece que fuera el carácter mesiánico ni el “divismo” de ninguno de los tres.
Por el contrario, todo indica que una fuerte dosis de sentido común, moderación y apego a la ley son características que los asocian.
La referencia inmediata la vimos en Perú. ¿Qué hizo imposible a Alejandro Toledo,  Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda  alcanzar una fórmula común y ganar seguramente en primera vuelta las últimas elecciones generales en Perú? La respuesta es  La destrucción y/o debilidad de los partidos políticos. Eso impide la convocatoria legítima del más fuerte y organizado o la concertación más humilde entre débiles pero que se sienten lo suficientemente seguros como para pactar y acordar.
Mauricio Macri lo intentó pero no le alcanzó su posicionamiento personal, partidario ni ideológico. No fue el jefe de la centro-derecha que le propone al jefe de la centro izquierda acordar desde ese territorio común – que es el centro – una estrategia común para derrotar al autoritarismo populista.
Falta “relato”, falta encuadramiento en la realidad regional (donde gobiernan coaliciones y lo hacen muy bien) e identidad y fortaleza ideológica.          
Nos hemos quedado huérfanos de ideas  y presos de las encuestas y  de supuestos “análisis científicos” que sólo ocultan la falta de convicciones y el oportunismo de corto plazo y más corto alcance.
Ricardo Alfonsín responde en forma simétrica. Traza una línea artificial e infundada que sólo apunta a debilitar al otro que es, finalmente, socio necesario en el propósito que debería ser común mientras se generan “mesas de diálogo” provinciales con el mezquino propósito de confundir a propios y ajenos.
Mala fariña.
La alegría reina entre las filas de los que celebran anticipadamente el triunfo del continuismo y el auto-consuelo entre los resignados analistas de conductas ajenas quienes terminan pasándose a las filas del oficialismo al vaticinar que  “Cristina merece seguir gobernando para que caiga sobre sus espaldas la crisis que ella misma está generando”.
Los que así piensan están doblemente equivocados. Primero, porque la resignación no es alimento del liderazgo presente ni futuro y porque no es cierto que la próxima crisis, de ocurrir, caiga sobre sus autores. En ese caso, caerá sobre todos los argentinos, en particular sobre los más humildes, y la memoria colectiva identificará a los que pecaron por acción pero también a quienes lo hicieron por omisión. Ya ocurrió en el 2001.
La historia, cuando no es superadora, es repetible.
No alcanza con que  los radicales vuelvan a utilizar el “que se rompa, pero que no se doble”. Sumar fuerzas no es debilidad, la ceguera es imaginar la soledad (o la casi soledad) como la mejor compañía. El Partido Socialista de Binner y el Gen de Margarita Stolbizer son fuerzas nacionales insignificantes; Pino Solanas y Lilita Carrió hacen un culto del aislamiento; Sabatella es un apéndice del Cristinismo
El Peronismo Federal ha quedado devastado. Tiene un electorado potencial superior al  15% de los votos (¡¡una verdadera fortuna en las presentes circunstancias!! ) pero  ha dinamitado su liderazgo  y sólo le queda la operación del General Las Heras  ante el desastre de “Cancha Rayada”: salvar lo que queda y participar en la reconstrucción del “Ejército Grande” para cumplir con su mandato histórico, desde el lugar que le corresponde, la retaguardia.
La regla del juego es “representar” y desde allí, si se puede, “ganar”. Sin representación no hay dirigentes y cuando a los que les toca representar abjuran de sus obligaciones, se condenan y, además, consolidan el objetivo  del que tienen enfrente. Es decir, son funcionales a los que debían intentar derrotar por mandato expreso de una parte importante de la ciudadanía.
Siempre habrá publicistas que expliquen y maquillen, pero “aunque la mona se vista de seda, mona queda”.

Diego R. Guelar

lunes, 18 de abril de 2011

Construyamos el Partido- 44 (18-4-11)

Lo que el viento se llevó:
Las internas partidarias

Se ha consagrado fácticamente el ridículo político sancionado por ley: supuestas internas obligatorias y simultáneas el 14 de agosto que no se cumplirán en ningún partido político y, por el otro lado, las dos decididas -  en el Radicalismo y el Peronismo Federal – que terminan en “papelones”.
Primero fue Ernesto Sanz, declinando su participación en la interna del 30 de abril (ver-Construyamos el Partido 28 y 34) reservándose para una supuesta participación el 14 de agosto y ahora la cancelación de la interna entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Sáa.
En el “Construyamos el Partido-35 del 9-2-011 decíamos: “…Si Alfonsín-Sanz y Macri-Duhalde se vislumbran como dirigentes capaces de extender al resto de la sociedad su comportamiento partidario (puja en internas abiertas con debate de ideas y acatamiento al veredicto de las urnas). La opción del oficialismo quedará relegada al tercer puesto, es decir, no participará del ballotage…”.
La situación se complica cada día más y se aleja de este panorama.
El gobierno consolida su posición hegemónica sin necesidad de tener ni ser “un partido hegemónico”. Sus principales aliados – gobernadores y sindicalistas – sólo esperan ganar las próximas elecciones para, luego, desatar una salvaje interna en la convicción que, muerto el rey e inhabilitada la reina para un tercer mandato – el “Kirchnerismo” se disolverá en su propia insustancialidad y empujado por la inflación, el aumento del gasto público, la falta de inversión y la fuga de capitales.
Claro que, como el país ha demostrado que puede salir de cualquier crisis (y que la próxima, ellos creen, caerá sobre las espaldas de Cristina), desde Moyano a Urtubey – hoy enfrentados por el episodio salteño -, sueñan con alcanzar la Jefatura del Gobierno y la letra gótica de la historia.
Mauricio Macri se enfrenta al momento decisivo de su carrera política: se queda en la ciudad o lanza finalmente su candidatura real (y no virtual) a la Presidencia de la República.
Sólo si se zambulle en esta última alternativa estará en condiciones de nuclear a la huérfana centro-derecha  para competir con la centro-izquierda de Ricardo Alfonsín y el populismo autoritario de Cristina F. de Kirchner.
Los “tres últimos Samurais” representan la última esperanza para que el sistema de “doble vuelta” cumpla la función de seleccionar a los dos que quedan en pie para polarizar esta elección.
Si sólo quedan 2 – Cristina y Ricardo – el sistema se quebrará por falta de representatividad y negras tormentas acecharán nuestro futuro…..
Mucha responsabilidad la de Mauricio. Justamente a él, el menos político y el más crítico de los partidos políticos, le toca jugar el papel de “salvador del sistema político”. Puede esquivar el bulto pero la historia suele golpear, a lo mucho, sólo una vez y a él ya le toca por segunda vez (en el 2003, Duhalde le ofreció, antes de recurrir a Néstor, la candidatura presidencial). Reutemann ya agotó sus dos oportunidades y Scioli recién está dribleando la primera (se suma a los jóvenes que esperan el 2015 como Urtubey o Massa).
Mientras Brasil consolida su posición de “potencia emergente” y Chile y Uruguay brillan como “pequeños gigantes”, nosotros seguimos especulando con los precios favorables de los commodities y la paciencia infinita de 2/3 partes de los argentinos que se conforman con sobrevivir, o ni siquiera eso.
Los tiempos se agotan. El gobierno pone primera de potencia y se lleva puesto a grandes empresas, medios de comunicación, okupas opositores y todo lo que se le cruce en el camino sin necesidad de dar un “fujimorazo” ni reprimir ni intimidar “a lo Chávez” con la sola vigilia de una parte importante del poder judicial y un mega-medio luchando por su supervivencia.
Tenemos esta semana la visita de Vargas Llosa que servirá para producir orgasmos de placer en la derecha liberal e incomodidad al gobierno. Nada que la otra semana no borre.
Pasará la ilustre visita del Premio Nobel, el Pesaj Judío y la Semana Santa cristiana y nosotros seguiremos con nuestras cavilaciones sobre cómo nos conviene adaptarnos a lo inevitable o como recuperar  la dignidad perdida animándonos a hacer lo que hacen nuestros hermanos venezolanos y movilizarnos sin esperar que las encuestas nos lo autoricen.
Argentina viene pagando un costo altísimo de la mano de los golpes del 55, 62, 66 y 76, la guerra de Malvinas, las hiperinflaciones, el default, el exilio masivo de materia gris y la fuga de capitales. Siempre nos recuperamos. Podemos hacerlo 1 y 100 veces más pero…
¿No será posible evitarlo?

Diego R. Guelar

martes, 12 de abril de 2011

Construyamos el Partido - 43 (12-4-11)

5 elecciones:
Perú, Salta, Peronismo Federal, UCR-Córdoba, AMIA

Perú

            Finalmente, el cuadro planteado en el “Construyamos el Partido 21 del 6 de julio del 2010 se cumplió: Ollanta Humala 31,2%, y Keiko Fujimori 23,2%  :pasaron a la segunda vuelta.
            Se consagran así dos debilidades recurrentes en nuestra región: la falta de partido políticos y la contradicción entre reformas estructurales y necesidades básicas incumplidas.
            Perú, durante los últimos 10 años – mandatos de Alejandro Toledo y Alan García – creció sostenidamente al 5% anual promedio. Alcanzó el investment grade, redujo la pobreza del 50 al 34%, elevó sus reservas de 8 a 44 mil millones de dólares y sextuplicó sus exportaciones.
            Ollanta Humala, fue criado por su padre – Isaac Humala Nuñez- ,  líder marxista – en la concepción “etnocacerista” (movimiento xenófobo y ultranacionalista que consiste en sostener la supremacía de la raza “cobriza” o mestiza sobre la blanca).
            Llegó a Coronel del ejército combatiendo a Sendero Luminoso bajo Fujimori y se alzó contra él cuando “el chinito” se agotaba.
            Fue indultado y mandado como agregado militar a Francia y Sudáfrica y en el 2006 se presentó como candidato presidencial llegando a obtener el 47% de los votos en la segunda vuelta.
            Es un “hijo del Fujimorismo” que sintetiza cambio, populismo y, ahora, admiración por Lula (en lugar de Chávez).
            Keiko Fujimori, ella sí hija carnal de su padre, es eso, la heredera y mandataria de un legado que está preso pero,  evidentemente, vigente.
            Cualquiera que sea el que gane indultará a Alberto Fujimori (el amor filial o las necesidades de la gobernabilidad lo exigen) y tratará de no perder lo ganado en el campo económico. Fue justamente Alberto Fujimori quien inició la apertura y la modernización de la economía y Toledo – García se montaron sobre sus logros.
            El gran derrotado es el sistema político: ¿Es posible que tres candidatos : Alejandro Toledo, P.P. Kuczynski (ex Ministro de economía de Toledo) y Luis Castañeda (2 veces Alcalde de centro-derecha de Lima) – que representan exactamente lo mismo, no hayan resuelto sus diferencias en una interna de un solo partido? Juntos hubieran alcanzado, posiblemente, el triunfo en primera vuelta.
            Ahora, el 46% que quedó fuera deberá optar entre “el mal menor” y rezar que, pese a la retórica y la confusión, el camino recorrido no sea abandonado.
            En el “Construyamos el Partido 21” decíamos: ……” pese a la situación extraordinario que atraviesa, la debilidad del esquema político es el gran interrogante hacia el futuro…”.
            La lección para nosotros es clara: No existe la economía fuera de la política y ésta solo da estabilidad cuando no es producto de personalismos populistas.
            Perú entra en zona de riesgo. La mezcla que protagoniza es explosiva; y cuando es así, lo más posible es que explote.
            Ollanta Humala no es Lula. Tampoco es Chávez. Todavía puede optar. Eso si, en la segunda vuelta, no viene una nueva sorpresa de la mano de Keiko. Allí veremos si ella puede evitar la consigna “Keiko al gobierno, el Chino al poder”.
            Perú y Argentina serán el fiel de la balanza que indicará si, el proyecto regional que lidera Brasil, se consolida (o no) en esta década.

Salta
            Un presidenciable fuerte asoma para el 2015. Juan Manuel  Urtubey, 42 años, reelecto gobernador de Salta, reproduce en el orden provincial la alianza  centrista Peronismo Federal-PRO. En su caso es el PJ local y el Partido Renovador.
            Aunque no lo diga ni lo asuma, es el mejor candidato para asumir la conducción de la centro – derecha en el futuro mediato.
            Si Macri cumple con su destino, Urtubey puede ser su heredero natural.
            Como bien diría Jorge Asís, este puede ser  “un vaticinio hipotético y remoto, por lo tanto, falso”. Tiene razón.
            Lo que pasa es que sin intencionalidades explícitas no hay resultados. Los objetivos políticos no se alcanzan sin un esfuerzo dirigido para alcanzarlo.
            Raúl Alfonsín y luego Carlos “Chacho” Álvarez pudieron ser los fundadores del “PSOE argentino”. Nunca se lo propusieron ni lo propusieron.
            El Peronismo que se incorporó a la Internacional Demócrata-Cristiana bajo Menem pudo hacer lo mismo con un “PP argentino”: no pasó.

            Ahora les toca a Ricardo Alfonsín y Mauricio Macri ordenar las dos grandes familias ideológicas que ocupan el centro. Lo harán por separado – así ocurre siempre – aunque puedan aliarse para gobernar una transición que requerirá un Gobierno de Unidad Nacional. Eso no es contubernio, es patriotismo.
            Juan Manuel Urtubey vuelve al “Peronismo” y se aleja del “Kirchnerismo”. Pero, ¿cuál es ese Peronismo? Esa discusión queda para después del fin del Kirchnerismo. Ese tiempo es siempre cercano en términos históricos, más allá del resultado del 23 de octubre próximo.

Peronismo Federal- elecciones internas en el Litoral
            Con sólo 30.000 participantes (pocos, pero muy importantes) se dirimió la 2ª fase de la interna del PF entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saa. Más del 60% se pronunciaron por Duhalde.
            Una semana antes, en Capital federal, votaron otros 30.000 (entre Peronistas e independientes) y Duhalde ganó por 200 votos. Habrá 5 internas regionales más hasta llegar a la definitoria Pcia. De Buenos Aires el 28 de mayo.
            Para ese momento, Francisco de Narváez estará pronunciado por Macri o deberá definirse por uno de los dos candidatos en pugna; o concretarse la alianza PF – PRO, si Duhalde prevalece o que, como en Perú, la centro – derecha vaya dividida.
            En este último caso, con Scioli, Reuteman, Macri, Duhalde, De Narváez (más Cobos y Sanz neutralizados desde el Alfonsinismo), una corriente de pensamiento con vocación mayoritaria (si tuviera liderazgo) quedará relegada y sin representación efectiva.
            Las ideologías pueden negarse pero que existen, existen.
Córdoba: interna Radical
            Finalmente se impuso el binomio Oscar Aguad (gobernador) Ramón Mestre (Intendente). Curiosamente, los últimos mohicanos de Ernesto Sanz. Este último sigue predicando “el candidato único” de la oposición y ofreciéndose para la interna obligatoria del 14 de agosto.
            ¿Podrán ir juntos, en Córdoba, Aguad y Mondino (candidato PRO) para oponerse a De la Sota (Frente para la Victoria) y Luis Juez (independiente)?
            ¿Se habilitarán alianzas provinciales que no coinciden con las nacionales? Pasó en Salta (PJ y P. Renovador) y en Catamarca (el Cristinismo con la “ortodoxia” Saadista), pasará en Río Negro (el Radicalismo K con Cristina) y puede pasar en Santa Fe y Mendoza donde, por espanto o despecho, las alianzas pueden cruzarse en forma curiosa.
            En un mapa que se parece más a un rompecabezas, cualquier cosa puede pasar.
            Siempre quedará, para coronar la sorpresa o el ridículo, la elección nacional del 23 de octubre.

AMIA
            Con récord de votantes – 10.000 – la comunidad judía votó a su nuevo presidente. Ganó por muy poco el candidato más apegado a la ortodoxia religiosa Ángel Barman. Pero deberá negociar con el sector más laico-centrista del ex presidente Grynwald. Hay un tercero en discordia, el bloque laborista reformista encabezado por el rabino Sergio Bergman.
            Si éste último apoya a sus “primos” religiosos del “Bloque unido religioso”, las cosas seguirán como hasta ahora, poniendo eje en el diálogo con el gobierno. Si hay alianza con el “Frente comunitario” de Grynwald, habrá una cuidadosa toma de distancia.
            Todo depende de cómo se “orejee” el futuro inmediato. Las dirigencias comunitarias o sectoriales prefieren siempre un rol para-estatal armonioso.
            La tradición autoritaria argentina marca esa actitud como la más conveniente.
            No le podemos pedir a las organizaciones intermedias (ONG´s de la sociedad civil) que hagan lo que no encabezan ni organizan los partidos políticos.

Diego R. Guelar


martes, 5 de abril de 2011

Construyamos el partido- 42 (5-4-11)

La vida es un sueño y los sueños… sueños son:
el candidato único de la oposición

Lo había propuesto Marcos Aguinis desde una nota de opinión del Diario “La Nación” hace un año atrás.
Hoy lo reiteran varios dirigentes  - encabezados por Mauricio Macri – quienes oficializan (sin quererlo) que la proyección electoral actual instala a Cristina Fernández de Kirchner como “número puesto” en primera vuelta.
Fue bueno firmar un “documento de coincidencias mínimas” entre varios partidos de la oposición. Fue suficiente.
Cuando hay bipartidismo, no se necesita 2da vuelta ni “candidato único” porque 1 de los 2 obtendrá mayoría simple.
Cuando hay sistema parlamentario, tampoco, porque alcanza con ser 1ra minoría para convocar a un frente que forma gobierno con mayoría parlamentaria.
En Brasil, Chile y Uruguay; con sistemas políticos consolidados, hubo en las últimas elecciones tres candidatos con un piso del 20% de los votos. En Brasil: Rousseff, Serra y Silva; en Uruguay: Mujica, Lacalle y Bordaberry; en Chile Piñera, Frei y Ominami.
La crisis de los partidos, el sistema de doble vuelta corregido ( con posibilidad de ganar en primera vuelta con el 40 y el 45% de los votos) y las internas abiertas fueron consolidando la debilidad institucional en el sentido regresivo (en vez del progresivo) desde donde partímos en los 80’s. Allí se venía construyendo una “nueva Centro-Derecha” compuesta por la mayoría del Peronismo más el liberalismo y el conservadurismo y una “nueva Centro-Izquierda”  integrada por el Radicalismo, el Socialismo y el Frepaso. Ese esquema frentista funcionó sólo en 1997 y 1999 pero implosionó en el 2001.
Así apareció una “democracia vedettista” donde individuos se erigen en íconos electorales desprovistos de partidos e ideologías.
Es por este motivo que, el sueño del candidato único, es sólo eso – un sueño – para la oposición y una certeza para el oficialismo: Cristina Fernández de Kirchner: es  ella quien dispone de los recursos humanos y materiales para diseñar un espectro contradictorio pero operativo.
Lo lógico y sensato es constituir 2 sólidas coaliciones opositoras : una de centro-derecha y la otra de centro-izquierda que puedan marcar sus diferencias  (y sus coincidencias) de tal forma que, si deben confluir en una segunda vuelta, sea claro desde dónde se convoca.
Cuando Jacques Chirac se enfrentó a Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de 2002 en Francia, la izquierda que había quedado en tercer lugar votó (con lágrimas en los ojos) a Chirac para impedir el acceso al poder de la extrema derecha.
Ricardo Alfonsín puede liderar una coalición y Mauricio Macri, la otra. Eso surge claramente de las preferencias electorales actuales.
Uno de los dos será beneficiario en 2da vuelta de la opción de hierro “Cristina o el otro”. Lo que no se puede es seguir perdiendo el tiempo.
Ambas coaliciones deben forjar su propia identidad, ganar confianza, movilizarse y obtener el piso del 30% necesario para llegar a segunda vuelta.
           El Frente que, con mayor convicción lo concrete, alcanzará la recta final y, seguramente, el gobierno nacional.
Al día de la fecha, la situación es una sumatoria de debilidades: a) el Radicalismo no tendrá (eso parece) un candidato oficial hasta el 14 de agosto; b) la coalición de centro-derecha está empantanada entre la interna del Peronismo Federal y la no interna del PRO.
Julio Cobos y Ernesto Sanz deberían deponer sus candidaturas para que Alfonsín pueda concretar sin condicionantes la alianza con el Socialismo y el GEN y gestione la posibilidad (remota) que Lilita y Pino Solanas se sumen.
Ambos candidatos peronistas federales – Duhalde y Rodríguez Saa – deberían comprometerse a concretar un frente con el PRO y otros partidos provinciales afines para definir, por acuerdo o interna, quién es el candidato único de ese sector.
Por último, Mauricio Macri debe definir su candidatura presidencial y su convergencia con el Peronismo Federal.
Mantener una estrategia especulativa y de generación de rumores y versiones de alianzas, fórmulas y acuerdos como si la política fuera una perinola loca, es funcional a la estrategia oficialista de pivotear sobre el apotegma “más vale malo conocido que bueno por conocer”. A esto se suma que nada prueba que lo “otro” sea bueno.
La volatilidad no se combate con más volatilidad. La debilidad se contrarresta con parcialidades fuertes y no con una supuesta “unidad de los opuestos” que sólo puede aumentar las inconsistencias y las contradicciones.
La política es una ciencia humana, por lo tanto no puede ser exacta. Su “componente mágico” es que puede multiplicar las sumatorias o dividirlas. Todo depende del ejercicio del liderazgo. No hay encuesta ni “focus group” que pueda dar la respuesta cierta.
Ha llegado el momento de las definiciones, no de los atajos.


Diego R, Guelar