martes, 5 de abril de 2011

Construyamos el partido- 42 (5-4-11)

La vida es un sueño y los sueños… sueños son:
el candidato único de la oposición

Lo había propuesto Marcos Aguinis desde una nota de opinión del Diario “La Nación” hace un año atrás.
Hoy lo reiteran varios dirigentes  - encabezados por Mauricio Macri – quienes oficializan (sin quererlo) que la proyección electoral actual instala a Cristina Fernández de Kirchner como “número puesto” en primera vuelta.
Fue bueno firmar un “documento de coincidencias mínimas” entre varios partidos de la oposición. Fue suficiente.
Cuando hay bipartidismo, no se necesita 2da vuelta ni “candidato único” porque 1 de los 2 obtendrá mayoría simple.
Cuando hay sistema parlamentario, tampoco, porque alcanza con ser 1ra minoría para convocar a un frente que forma gobierno con mayoría parlamentaria.
En Brasil, Chile y Uruguay; con sistemas políticos consolidados, hubo en las últimas elecciones tres candidatos con un piso del 20% de los votos. En Brasil: Rousseff, Serra y Silva; en Uruguay: Mujica, Lacalle y Bordaberry; en Chile Piñera, Frei y Ominami.
La crisis de los partidos, el sistema de doble vuelta corregido ( con posibilidad de ganar en primera vuelta con el 40 y el 45% de los votos) y las internas abiertas fueron consolidando la debilidad institucional en el sentido regresivo (en vez del progresivo) desde donde partímos en los 80’s. Allí se venía construyendo una “nueva Centro-Derecha” compuesta por la mayoría del Peronismo más el liberalismo y el conservadurismo y una “nueva Centro-Izquierda”  integrada por el Radicalismo, el Socialismo y el Frepaso. Ese esquema frentista funcionó sólo en 1997 y 1999 pero implosionó en el 2001.
Así apareció una “democracia vedettista” donde individuos se erigen en íconos electorales desprovistos de partidos e ideologías.
Es por este motivo que, el sueño del candidato único, es sólo eso – un sueño – para la oposición y una certeza para el oficialismo: Cristina Fernández de Kirchner: es  ella quien dispone de los recursos humanos y materiales para diseñar un espectro contradictorio pero operativo.
Lo lógico y sensato es constituir 2 sólidas coaliciones opositoras : una de centro-derecha y la otra de centro-izquierda que puedan marcar sus diferencias  (y sus coincidencias) de tal forma que, si deben confluir en una segunda vuelta, sea claro desde dónde se convoca.
Cuando Jacques Chirac se enfrentó a Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de 2002 en Francia, la izquierda que había quedado en tercer lugar votó (con lágrimas en los ojos) a Chirac para impedir el acceso al poder de la extrema derecha.
Ricardo Alfonsín puede liderar una coalición y Mauricio Macri, la otra. Eso surge claramente de las preferencias electorales actuales.
Uno de los dos será beneficiario en 2da vuelta de la opción de hierro “Cristina o el otro”. Lo que no se puede es seguir perdiendo el tiempo.
Ambas coaliciones deben forjar su propia identidad, ganar confianza, movilizarse y obtener el piso del 30% necesario para llegar a segunda vuelta.
           El Frente que, con mayor convicción lo concrete, alcanzará la recta final y, seguramente, el gobierno nacional.
Al día de la fecha, la situación es una sumatoria de debilidades: a) el Radicalismo no tendrá (eso parece) un candidato oficial hasta el 14 de agosto; b) la coalición de centro-derecha está empantanada entre la interna del Peronismo Federal y la no interna del PRO.
Julio Cobos y Ernesto Sanz deberían deponer sus candidaturas para que Alfonsín pueda concretar sin condicionantes la alianza con el Socialismo y el GEN y gestione la posibilidad (remota) que Lilita y Pino Solanas se sumen.
Ambos candidatos peronistas federales – Duhalde y Rodríguez Saa – deberían comprometerse a concretar un frente con el PRO y otros partidos provinciales afines para definir, por acuerdo o interna, quién es el candidato único de ese sector.
Por último, Mauricio Macri debe definir su candidatura presidencial y su convergencia con el Peronismo Federal.
Mantener una estrategia especulativa y de generación de rumores y versiones de alianzas, fórmulas y acuerdos como si la política fuera una perinola loca, es funcional a la estrategia oficialista de pivotear sobre el apotegma “más vale malo conocido que bueno por conocer”. A esto se suma que nada prueba que lo “otro” sea bueno.
La volatilidad no se combate con más volatilidad. La debilidad se contrarresta con parcialidades fuertes y no con una supuesta “unidad de los opuestos” que sólo puede aumentar las inconsistencias y las contradicciones.
La política es una ciencia humana, por lo tanto no puede ser exacta. Su “componente mágico” es que puede multiplicar las sumatorias o dividirlas. Todo depende del ejercicio del liderazgo. No hay encuesta ni “focus group” que pueda dar la respuesta cierta.
Ha llegado el momento de las definiciones, no de los atajos.


Diego R, Guelar

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