jueves, 30 de septiembre de 2010

Boletín Internacional Informativo - PRO

Septiembre 2010
LA FIESTA DEL  Y  LAS OTRAS

               Están contra la masturbación y la inmigración; no quieren subsidios federales para la asistencia social ni fondos para el estímulo a la economía; detestan el Estado, salvo los policías y las fuerzas armadas;  consideran al Presidente Obama un musulmán socialista.
               Un grupo de Republicanos de extrema derecha se está movilizando en todos los Estados Unidos para llevar candidatos propios en las elecciones parlamentarias de noviembre próximo. Su líder máximo es la ex gobernadora de Alaska y ex candidata a vice presidenta Sarah Palin
               Los demócratas discuten si este movimiento dividirá y debilitará a los Republicanos o catapultará al poder a un sector más radical que el que rodeaba al ex Presidente George W. Bush.
               Mientra tanto, en Francia, el Presidente Sarkosy utiliza la expulsión de gitanos como señuelo para atraer a la derecha más extrema (15 % del electorado francés) hacia su redil y en Suecia, por primera vez, un Partido de esa orientación llega al Parlamento y se convierte en árbitro para la conformación del gobierno. En Austria, Italia, Bélgica, Alemania y Holanda, ya integran coaliciones de gobierno.
               En el medio de la Europa que no es Europa, más precisamente en Basilea, Suiza, 27 Bancos Centrales acordaron las nuevas reglas de “Basilea III” aumentando las exigencias de capital para los bancos y limitando sus posibilidades de distribuir dividendos entre sus accionistas  y bonus para sus ejecutivos, pero encareciendo también el costo de los créditos. Pasaron exactamente 2 años desde la caída de Lehman Brothers.
              La crisis económica iniciada en el 2008 no sólo que no ha terminado sino que ha desatado los peores miedos e intolerancias  y ha impactado en particular a la clase media baja que se siente agredida por los inmigrantes, los impuestos y “las ideas  ateas y disolventes de la familia y la nacionalidad”.
             El “enano fascista” reaparece siempre que la inseguridad sustituye al bienestar general y tienta a dirigentes mediocres que eligen el atajo fácil de adular y estimular los más bajos instintos producidos en los momentos difíciles.
             En America Latina, no están apareciendo estos fantasmas. En la última semana del mes, los Colombianos golpearon duramente a las FARC con la eliminación del “Mono Jojoy”, los Brasileros lograron la mayor capitalización del mundo- U$S 70.000 millones  para Petrobras - y la oposición venezolana alcanzó  el 52% de los votos en las elecciones parlamentarias.  La paz, el desarrollo y el equilibrio democrático florecen en toda Sudamérica. Pero también ocurre que  el narcotráfico se ha expandido fuera de las fronteras de Colombia, volviendo por sus reales a Bolivia y Perú y extendiéndose a Paraguay, Brasil y Argentina. En Méjico se está desarrollando una guerra sin cuartel que en los últimos 2 años ha producido más de 30.000 muertes.
            Y el narcotráfico trae aparejado el terrorismo y la corrupción de los partidos políticos y las fuerzas de seguridad, así que mejor no cantemos victoria ni nos consideremos el nuevo ” Paraíso Planetario”, tendencia que aflora apenas aparece un poco de bonanza y algunos caudillejos sienten que las encuestas los favorecen y les permite creerse los bendecidos creadores de recetas universales.
             Lo cierto es que no hay soluciones fáciles ni profetas en suelo propio ni ajeno y lo mejor es no asustarse de los males de uno, ni comprar las mieles ocasionales de los otros. El sentido común sigue siendo la mejor guía y esto también vale  para la Argentina.
            Alfonsín supo enamorarse de su  “Plan Austral”, Menem, de la “Convertibilidad” y Kirchner de su “Modelo de los superávits gemelos”. Los dos primeros cumplieron su razón de ser y luego fracasaron. Al tercero le ocurrirá lo mismo si no se desprende de su lógica perversa  y aprende a diferenciar el éxito coyuntural  del dogma permanente.
            Las fiestas pueden ser del té, el champagne, la soja, el petróleo, la coca o el Internet, pero todas son finitas y expresan un momento particular global o regional que nunca debe ser comprado por el mismo que lucra con su venta.
            Siempre alcanzó con un banquito en la puerta de tu casa y un poco de paciencia, para ver pasar el cadáver de tu enemigo.
           ¡¡¡Cuanto mejor sería que fuéramos todos amigos y que, vivos, lleváramos en procesión a nuestros dioses al altar de nuestras creencias comunes. Cuan distinta sería la historia y cuantas vidas y recursos podrían ahorrarse!!!

Diego Ramiro Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales del PRO

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 19 (29-9-10)

El “Mono Jojoy”, Petrobras y la derrota de Chávez

Sudamérica se consolida. El 22 de septiembre, las Fuerzas Armadas Colombianas pudieron localizar y eliminar al jefe militar de las FARC, Víctor Julio Suarez Rojas alias “el Mono Jojoy”. Los efectivos de las FARC, que hace 4 años eran 17.000, hoy no superan los 8.000 y se acerca el momento de su disolución y/o desmovilización total.
El 23 de septiembre, en la bolsa de San Pablo, se produjo la mayor capitalización de una sola empresa pública o privada en el mundo: Petrobras colocó acciones por U$S 70.000 millones alcanzando un valor de libros de U$S 230.000 millones. El Estado Brasilero aumentó su participación al 48% y podrá explotar sus nuevos yacimientos off shore del Presal y constituirse en una verdadera potencia energética.
El domingo 26 de septiembre se realizaron las elecciones parlamentarias en Venezuela. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) – alianza de 20 partidos – alcanzó el 52% de los votos totales, preparando el advenimiento de la democracia plena en el año 2012.
Argentina no es la excepción. Después del default del 2001. Hemos venido creciendo sostenidamente (con la excepción del 2009, por impacto de la crisis externa) a una tasa promedio del 7% anual. Ya en el 2009 recuperó el equilibrio parlamentario. El comportamiento de la Corte Suprema y la nueva composición del Consejo de la Magistratura marcan un avance decidido en la conformación de un Poder Judicial plenamente independiente. Las elecciones del 2011 son, previsiblemente, la consagración de un sistema que habrá superado la larga (y muchas veces frustrante) transición democrática iniciada en 1983.
El desafío de todos es siempre el mismo.
En Venezuela, se pudo vertebrar una oposición única bajo la consigna de derrotar a Hugo Chávez, pero esto no es suficiente. Desde 1958 hasta el año 1998, dos partidos hegemonizaron el escenario político AD (socialdemócrata) y COPEI (socialcristianos). La izquierda mantuvo siempre su presencia histórica desde el Partido Comunista – fundado en 1927 – y más tarde el MAS y la CAUSA R (revolucionaria). En 1998, accede al poder Hugo Chávez quién utilizó una sigla “Movimiento V República” y agrupa diversos grupos y partidos de izquierda y nacionalistas.
Mientras la oposición se atomiza (llegando a 103 partidos en el 2007), Chávez agrupa a todos sus seguidores en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Este Partido – que pretendía ser Partido Único – se constituye bajo la premisa del liderazgo absoluto, perpetuo e indiscutible de Hugo Chávez. Una vez que Chávez deje el poder, seguramente se disolverá y fraccionará en múltiples pedazos dado que su carácter vertical y autoritario no genera condiciones permanentes para sustentarlo.
Desde la oposición, se han generado nuevos partidos (Primero Justicia – PJ -, o Un Nuevo Tiempo – UNT) que, con los tradicionales – AD y COPEI – tendrán la responsabilidad de organizar el nuevo esquema político venezolano que emergerá durante el post-chavismo.
Líderes como María Machado, Julio Borges, Leopoldo López o el Alcalde de Caracas – Antonio Ledezma -, entre otros, armarán el nuevo sistema partidario y su arco ideológico.
Tendrán que recorrer un camino similar al que transitaron los opositores al Gral. Pinochet en Chile que tampoco tuvieron un liderazgo carismático que los agrupara y recurrieron a la organización de colectivos de inspiración ideológica por el cual la primera “concertación” tenía 14 partidos y se redujo luego a 4 con predominancia de la Democracia Cristiana y el Socialismo. Los ex presidentes Alwin, Frei, Lagos y Bachelet surgieron de esos dos partidos. Sólo los últimos dos lograron alcanzar un índice de respaldo personal muy alto, pero siempre signado por la pertenencia partidaria.
La mejor combinación es cuando el liderazgo carismático se pone al servicio de la construcción partidaria. Este es el caso de Ignacio Lula da Silva, quien funda a fines de los 60’s tanto el nuevo sindicalismo brasilero (apartado tanto del modelo ultra izquierdista como del dependiente del Estado) y el Partido Travalhista (PT) con el cual – ya convertido en el principal partido del Brasil-, llega a la presidencia en el año 2000 (después de 3 intentos anteriores).
De los 600 partidos reconocidos al inicio de la transición democrática en 1985, se llega hoy a los dos frentes electorales conducidos por el PT y el otro por el PSDB (fundado por el ex presidente Fernando H. Cardoso).
La continuidad de la Nación Brasilera, heredera del Imperio, fue una ideología rectora tanto de los liberales y conservadores que fundaron la República en 1890, en Getulio Vargas con su Estado Novo lanzado en 1930 (que duró hasta su suicidio en 1954), los gobiernos militares desde 1964 a 1985 y el Brasil Moderno impulsado por Cardoso y Lula.
Es esta continuidad lo que le ha permitido integrar su vasto territorio, superar la pesada carga social de siglos de esclavitud y mantener sus programas de producción energética que le han permitido ser hoy el 50% de la producción mundial de alconaftas  y contar con la razonable expectativa de ser uno de los 3 mayores productores y refinadores de petróleo.
Es en este marco que debemos interpretar el proceso de fortalecimiento de Petrobras.
 Lo mismo se está produciendo en Colombia. Sólo la maduración del proceso político – incluyendo la superación del personalismo Uribista -, darán como resultado la derrota final de las FARC. No será una mera ecuación militar ni el apoyo norteamericano las claves para acabar con el narco-terrorismo. Será la robustez de la organización de la sociedad civil.
La Argentina, sumergida en un proceso crónico de decadencia durante los últimos 50 años, (pese al cual seguimos siendo una gran Nación) no se curará de sus males por las virtudes individuales de Ricardo Alfonsín, ni Mauricio Macri, ni Lilita Carrió y los otros destacados dirigentes que hoy ocupan un lugar en el escenario político.
Tampoco es suficiente la supervivencia centenaria de un solo partido – la Unión Cívica Radical -, el cual, sin socios sistémicos cayó en las reiteradas frustraciones de 1989 y el 2001.
No es cierto que esas crisis se hayan producido por debilidad o incapacidad de sus dirigentes. La realidad es que su propia naturaleza de Partido democrático le impide a sus dirigentes ejercer la concentración del poder basado en el personalismo autoritario que aparece como la solución mágica frente al caos (inducido, tolerado o producido) y que va permeando como una cultura corrosiva y auto legitimadora que se apodera de sus propios ejecutores.
Esto mismo le ocurre al conjunto de la ciudadanía que descree de los valores republicanos y de las instituciones empujando a quien ejerce el poder a abusar del mismo para acreditar que está en condiciones de conducir al conjunto.
La “sociedad autoritaria” ha descartado “la solución golpista” porque ha encontrado el sustituto civil bajo la fachada institucional.
La derrota del autoritarismo exige que podamos derrotar nuestro propio instinto autoritario.


Diego R. Guelar

jueves, 23 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 18 ( 23-9-10 )

Argentina asume la Presidencia del G-77

En 1964, con 77 países de Latinoamérica, África, Medio Oriente y Asia, se crea el “Grupo de los 77 en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas. Se constituye así en el “brazo institucional” del “Movimiento de No-Alineados” que buscaba terciar entre los protagonistas centrales de la Guerra Fría: EE.UU. y la Unión Soviética. Hoy lo integran 130 países y son la mayoría de los integrantes de la ONU. El pasado 21 de septiembre asumimos su presidencia.
El grupo cuenta con un acuerdo de preferencias comerciales y programas de cooperación en agricultura, energía y finanzas.
Si a este cargo le sumamos la Dirección Ejecutiva de UNASUR, la Secretaría General del Tratado Antártico, las membrecías en el G-20, el Mercosur, el Club Nuclear, la participación en misiones de paz de gran importancia global como son las de Chipre y Haití y los Acuerdos de Asociación estratégica con La Unión Europea y China, Argentina puede exhibir orgullosamente un despliegue de política exterior fenomenal.
Partiendo de esta premisa, ¿por qué, al mismo tiempo, padecemos un aislamiento visceral que nos transforma en uno de los países de más baja credibilidad planetaria? Esta suerte de “bipolaridad geo- estratégica” ha servido para confundir a terceros y confundirnos a nosotros mismos   en un péndulo permanente entre la euforia y la depresión, el crecimiento record y el default, el ingreso masivo de capitales extranjeros y la fuga monumental de divisas.
No es necesario hurgar mucho en nuestra historia. En los últimos 100 años – desde 1916 – los gobiernos fueros radicales, peronistas o militares (o producto de proscripciones monitoreadas por las fuerzas armadas). Ni el Peronismo ni el Radicalismo se sintieron nunca parte de un pensamiento universal ni desarrollaron una ideología definida que les permitiera establecer vínculos permanentes con alguna de las internacionales europeas (socialista- democristiana o liberal) o con los partidos anglo-sajones americanos o ingleses (demócratas, republicanos, laboristas, conservadores).
Recién a fines de los 80’s se vincularon al Socialismo – la UCR – y a la Democracia Cristiana – el Peronismo-, pero sin adscribir expresamente a ninguna de las dos ideologías.
El “tercerismo” fue un elemento de continuidad compartida  al respaldar ambos la neutralidad frente a la Primera y Segunda Guerra Mundial y el rol fundacional del “Movimiento de no – alineados”.
Fueron las administraciones militares las que más expresamente se vincularon a Washington – desde posiciones extremamente anti-comunistas -, con la excepción de la “década Menem” coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética y el auge del supuesto “Pensamiento Único” patrocinado por el “Consenso de Washington” que caracterizó a la década del 90.
Pero las bruscas oscilaciones pendulares generaron siempre la sensación de una “Argentina potencial” que nunca terminaba de concretar las expectativas que razonablemente despertaba.
Curiosamente, entre la producción de una serie interminable de disparates, supimos hacer aportes que, cíclicamente, nos volvían a ubicar en el vértice de la atención y reconocimiento internacional.
Pero siempre la pregunta era – y sigue siendo -:
 ¿A qué colectivo político pertenecía el Gral. Perón? ¿Era el fundador de una especie de Gaullismo sudamericano, un tardío fascista o un dictador de opereta?
¿El  Dr. Arturo Frondizi, un reconocido intelectual y estadista, era un marxista vergonzante, un capitalista converso o un oportunista maquiavélico?
¿El Dr. Raúl Alfonsín, un demócrata admirado y respetado, era un social demócrata, un ingenuo utópico, o un lobo disfrazado de cordero que soñaba con un “Tercer Movimiento Histórico” sucesor del Peronismo?
 ¿Carlos Saúl Menem, un pragmático que cosechó alta confianza internacional durante una década, era un social cristiano conservador, un testaferro de las grandes corporaciones o un personaje frívolo afecto al golf y a las compañías femeninas?
¿El Dr. Fernando de la Rúa, un procesalista de nota y un hombre reconocido por su honestidad, era un imbécil o un perverso que no supo, no pudo o se negó a conducir una situación que sólo fue grave por la impericia de su conducción?
¿Los Kirchner, un matrimonio y una sociedad política de altísima Habilidad  y voluntad de poder, es una asociación ilícita  vinculada a Hugo Chávez o un proyecto personal y mesiánico con una infinita capacidad  de inventar instrumentos coyunturales que coincide con importantes intereses sindicales y empresarios?
La historia ha intentado responder a estos interrogantes colocando ya en el bronce a Perón,  Frondizi y  Alfonsín, pero, con la salvedad, que primero debieron estar bien muertos para que sus figuras pudieran ser beatificadas con el óleo  de la santidad.
Lo que es imposible de descifrar en Argentina es quienes son nuestros PT o PSDB brasileros, la UDI, la RN o el PS chilenos, el Frente Amplio, los colorados o blancos uruguayos, es decir, cual es el ideario y la conformación de las versiones argentinas de los grandes colectivos que caracterizan la construcción política e ideológica occidental, cultura a la que juramos una y otra vez pertenecer.
Un país  con un Estado anárquico y gigante, con liderazgos personales anecdóticos y excéntricos, con conductas erráticas e imprevisibles, no es una Nación consolidada sino un proyecto inconcluso y reiteradamente frustrado.
Sin embargo, esos destellos que nos hacen brillar en la oscuridad, demuestran que podemos – y debemos – concluir el sueño de nuestros fundadores.
El mundo nos reitera, una y otra vez, que cree en nosotros y que espera que, algún día, nos estabilicemos y nos organicemos en partidos políticos diversos pero convergentes en un Estado bien constituido y articulado con una sociedad civil creativa y civilizada.
Ese día, igual que China, o Sudáfrica, o nuestros vecinos y socios, toda esta historia acumulada se leerá desde sus aportes y grandezas y dejará en el pasado nuestros desencuentros y errores.

Diego R. Guelar

viernes, 17 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 17 (17–9–10)

La CGT Propone la participación obrera en las ganancias empresariales

El intentar borrar el pasado suprimiendo los hechos ya ocurridos es una experiencia recurrente en los períodos proto-históricos de las naciones en formación.
Las facciones en pugna intentan así eliminar a sus enemigos internos para hacer predominar lo que entienden su versión de la verdad.
Juan Manuel de Rosas hizo el primer intento de este tipo en la todavía Nación Argentina en formación. Logró así congelar el proceso constitucional durante más de 20 años con el argumento Confederal.
Bartolomé Mitre trató de imponer (y lo logró) su versión unitaria del Federalismo ya impuesto en la letra de nuestra constitución por el influjo de Justo José de Urquiza.
El golpe de Estado de 1930, con el argumento de volver al régimen oligárquico previo al acceso de Hipólito Irigoyen en 1916, repite la versión restringida y elitista que había sido superada por la llegada de la Unión Cívica Radical al poder.
La llamada “Revolución Libertadora” en 1955 interviene los sindicatos, prohíbe mencionar a Perón y hasta secuestra el cadáver de Evita, en un inútil intento de borrar la memoria de lo ocurrido en la década pasada, en particular, la participación política de la clase obrera.
En 1976, utilizando el argumento anti-terrorista (cuando ya Montoneros y ERP estaban militarmente diezmados), se intenta la mayor regresión de nuestra historia al profundizar lo ya pretendido por el General Onganía en 1966.
El más serio intento de incluir democráticamente las diversas tendencias desarrolladas a lo largo de nuestra historia, incluyendo la primera Constitución sancionada por unanimidad en 1994, se desmorona en el 2001. El fracaso de la “transición democrática” encarnada en Raúl Alfonsín y Carlos Menem, produce masiva falta de credibilidad en las instituciones, en particular, los partidos políticos.
Se produce así una “nueva transición”, protagonizada por Néstor y Cristina Kirchner, que intenta rescatar formas y contenidos de las décadas de los 40’s y los 70’s emparentadas con el régimen chavista de Venezuela y que vuelve a poner sobre la mesa la discusión sobre “el modelo de Nación” como versión excluyente y parcial sobre la matriz de una minoría operativamente hegemónica frente a una mayoría desestructurada y vacilante.
Este esquema sobrevive durante 8 años gracias a la quiebra de los partidos políticos como vertebradores de grandes corrientes de opinión que buscan, a través de la negociación y la alternancia, una síntesis permanente y previsible tal como lo han logrado nuestros vecinos Chile, Uruguay y Brasil.
La crisis mundial del 2008 le ha enseñado al mundo que las versiones maniqueístas enfrentando el rol moderador, redistributivo y promotor del estado no choca con la iniciativa privada ni con los mercados. Por el contrario, se consolida el rol dirigencial inexcusable que los partidos políticos tienen desde la conducción del estado.
Leer hoy la prédica de Paul Krugman para que se incrementen los programas de estímulo y su advertencia sobre el error de Roosvelt de discontinuarlos en 1937, nos enfrenta con claridad a las causas de nuestro default en el 2001 por errores locales e internacionales de interpretación de la realidad. Las ideas en boga todavía al final de los 90’s – cruelmente representadas por el FMI – fueron superadas y sustituidas por un mix público – privado que tiende a converger haciendo más estatal a la economía norteamericana y más privada a la China.
Por eso, en vez de utilizar el proyecto de participación obrera en las ganancias, como recurso electoral disolvente, deberíamos pensarlo como alternativa o complemento al impuesto a las ganancias y como un sistema de estímulo a la productividad y la inversión.
En una nación moderna, el conflicto se produce naturalmente como producto de su propia dinámica social y son los partidos los que deben mediar para resolverlos avanzando en el fortalecimiento del interés general.
Las ONG’s, los individuos creativos y cultivados, las organizaciones sectoriales y regionales, tienen un rol dinamizador que debe estimularse y receptarse para alimentar las propuestas que maduran y se concretan finalmente a nivel institucional.
                Es bueno que la SGT y los legisladores más vinculados a sus intereses presenten un proyecto de mejora de la participación del asalariado y estímulo a la mayor productividad empresaria. Es bueno que el Estado haga la superintendencia de los mercados para garantizar su transparencia y evitar las maniobras monopólicas y oligopólicas.
Es bueno que el sistema impositivo busque la equidad distributiva y el financiamiento de una buena educación y una salud pública de excelencia así como la implementación de un sistema de justicia y seguridad que nos proteja frente al delito común y los abusos del poder público.
Pero es malo que una fracción se haga cargo de todo o pretenda imponerlo. Nuestra historia está plagada de malos ejemplos. También están los buenos. Sepamos rescatar a estos últimos e intentemos multiplicarlos.


Diego R. Guelar



lunes, 13 de septiembre de 2010

Construyamos el partido 16 (13-9-10)

Francisco de Narváez confirma su candidatura a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

Francisco de Narváez se constituye en un personaje clave del armado Peronismo-Federal-PRO por varias razones:
a)           Su condición de “aliado doble” del Peronismo opositor y del PRO – Unión-PRO funciona en forma conjunta en la Provincia de Buenos Aires –
b)           El ser cabeza de la derrota de los KK en junio del 2009,
c)           la importancia de su distrito – 40% del electorado –
d)           y el no tener – hasta ahora – candidato a la Presidencia,
Esta sumatoria lo convierte en el árbitro máximo del resultado de la “interna abierta” de este espacio en construcción.
No por nada el “imaginario colectivo” le adjudica dos operaciones adicionales:
1)    La versión de sus negociaciones con el oficialismo KK cuyo objetivo sería el limado – hasta el desgaste final – tanto de Eduardo Duhalde como de Mauricio Macri, los dos dirigentes que  verifican, uno, mayor peso sobre el electorado histórico peronista y el otro, el liderazgo del sector independiente desde el centro a la derecha.
2)    El convertirse en eje de la “reconstrucción de la unidad”, emblema tradicional del Peronismo, encarnada en la consigna “Reutemann Presidente” y una eventual “operación clamor” para forzar la decisión del esquivo senador santafecino.
Ambas versiones se alimentan de las conductas ejecutadas por De Narváez 1) su alejamiento de Macri y quiebra del bloque en la legislatura porteña, 2) su permanente crítica al ex - presidente Duhalde, y 3) su prédica expresa por la concreción de la candidatura presidencial de Carlos Reuteman. Por supuesto, Las interpretaciones periodísticas tienden a extremar el sentido conspirativo y maquiavélico de las conductas. Sin que esto no tenga algo de cierto en las “intencionalidades políticas” y en los “sueños mesiánicos” de los protagonistas, la verdad es que tres personas expresan una misma voluntad desde el electorado: Carlos Reutemann, Mauricio Macri y Francisco de Narváez. Aquí no se diferencia “electorado peronista” del “independiente”. Éste sector de la opinión pública es centralmente “no alineado” con nadie y concentrado, en su mayoría, entre los hombres y mujeres de 30 a 50 años que no tienen sentido de pertenencia política alguna.
El caso paradigmático sigue siendo el de Daniel Scioli, que, pese a estar todavía pegado a NK, tiene un perfil no confrontativo  y un mensaje que se superpone sobre el triunvirato mencionado.
Una cosa clara identifica a los cuatro personajes: los cuatro se incorporan a la política 20 años después de la muerte del Gral. Perón. En el caso de Reutemann, Scioli y De Narváez, nada los identificaba con anterioridad al ideario Peronista y deciden hacerlo, en los tres casos, convocados por Carlos Saúl Menem cuando este último había producido un profundo giro político e ideológico que revertía 45 años de visión tercerista, proteccionista, nacionalista y obrerista.
En los casos de Reutemann y Scioli (ambos exitosos deportistas internacionales), transitan por el Menemismo, el Duhaldismo y el Kirchnerismo sin formular planteos políticos o ideológicos que expresen diferencias ni justificaciones sobre sus cambiantes posiciones.
Sin duda sus conductas fueron acompañando cambios en la opinión pública respecto de la percepción sobre el perfil que esperaban de sus líderes políticos.
El caso de De Narváez es atípico. Exitoso empresario, adhiere a las ideas de los 90’s y las revisa expresamente durante la conducción de Eduardo Duhalde (1999-2003) girando hacia una posición más ecléctica y de síntesis entre un rol activo del Estado y la consolidación de una economía de mercado. Esta posición coincide con las ideas de PRO.
Mauricio Macri es el único que no se incorpora al Peronismo, asumiendo tácitamente el rol de “Post-Peronista”, al desarrollar puentes con el Peronismo pero incorporando cuadros provenientes del liberalismo, el conservadurismo y la Democracia Cristiana más un número importante de independientes sin experiencia partidaria anterior.
Eduardo Duhalde es un caso aparte. Es el “último de los mohicanos” en el sentido de haber militado durante 40 años en el Peronismo negándose a respaldar las versiones de derecha e izquierda extremas presentes en los 70’s así como las neoliberales de los 90’s y las populistas de los KK. Representa el “centrismo cristiano” en forma ortodoxa y expresa una autocrítica moderada pero consistente de los acontecimientos ocurridos durante los últimos 50 años, incluyendo la participación del Peronismo. Su aporte principal es el de brindar su experiencia en materia de conducción política, incluyendo el tránsito por la peor crisis económica de nuestra historia y su balance reflexivo sobre la necesidad de apuntar a un “gobierno de Unidad Nacional” de transición que nos monte al tren de la historia donde ya están, cómodamente instalados, Brasil, Chile y Uruguay (y esperan en la próxima estación para subirse Colombia y Perú)
Su centrismo político e ideológico, así como su vinculación positiva con el pasado y el presente, lo definen como un actor imprescindible para garantizar la gobernabilidad y enfrentar los desafíos  del período 2011-2015, más allá de quienes sean los candidatos y los gobernantes de ese período.
En una hipótesis teórica, más allá de quien sea el candidato presidencial, un acuerdo Scioli – De Narváez, apoyado por Duhalde, Reuteman y Macri, es la práctica garantía de un triunfo electoral en la Provincia de Buenos Aires (con todo su peso en la elección presidencial).
Si por el contrario, se verificaran 2  - o 3 – candidaturas provinciales en el mismo espacio, las posibilidades de una candidatura UCR-Socialista crecen exponencialmente (recordar que en la Provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta).
Todas estas consideraciones pesan en el ánimo y los gestos de los principales protagonistas (incluyendo a su tercero en discordia que puede ser clave, Sergio Massa, el Intendente de Tigre) y explican las “entrelíneas” periodísticas que, ante la falta de colectivos nacionales ordenadores, tienen, como sola referencia, las señales individuales, los off-the-records de los entornos y los diseños de  los “gurúes” de la planificación de campaña.
Las candidaturas surgidas de internas claras, con debates temáticos e ideológicos, son sustituidas por señales confusas que mezclan “ganar tiempo” con la búsqueda de impactar a la opinión pública con consignas efectistas que “parezcan” sintonizar con las preocupaciones ciudadanas.
Lo cierto es que se afirman las minorías de los KK y de la UCR-Socialismo para pasar a la segunda vuelta y falta una perspectiva clara de unificación del espacio P. Federal-PRO para conformar “un tercer tercio” competitivo. La división de este sector, representa habilitar una disputa entre el tercer y el cuarto lugar en el cual ganará la propuesta más atractiva para los independientes pero que finalmente, sería sólo “una victoria moral” porque quedaría fuera de la disputa y con pocas posibilidades de influir sobre ese electorado vacante con vistas a la “gran finale”. En la segunda vuelta, la opción KK-UCR, sería volcada hacia este último sin discusión alguna. El fin del ciclo KK es irreversible.
La solución anecdótica personal será vencida por la historia. Las grandes corrientes de opinión, aunque desorganizadas y pobremente representadas, existen y se imponen.
La sobreactuación, el protagonismo mediático-actoral, la ilusión mágica y los profetas de campaña, chocan contra esa historia que no es sólo un relato novelado del pasado, sino una guía para la acción presente y futura.
Las sociedades van trazando su plan maestro desde una trama visible pero compleja que no tiene un recorrido lineal y presenta muchos hechos difusos y divergentes.
El encontrar los caminos que resuelvan las incógnitas del laberinto, son el “arte de los estadistas” que se necesitan en el panorama político actual. Ojalá aparezcan y se consoliden.

Diego R. Guelar

martes, 7 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 15 (7/9/10)

Las escuelas tomadas por alumnos en la Capital Federal

Entre abril y junio del 2006, más de 600.000 alumnos secundarios – llamados “pingüinos” por su vestimenta – salieron a las calles de todas las ciudades de Chile para reclamar por el boleto estudiantil y la nacionalización del sistema municipal de educación. Para más de la mitad de esos alumnos, el boleto estudiantil no era trascendente y los municipios donde vivían podían afrontar un sistema educativo eficiente.
Lo importante de estas movilizaciones era justamente el sentido de la solidaridad militante conducida por las juventudes de los 6 partidos más significativos del país y la participación activa de aquellos sin otra militancia  que la preparación para ser futuros ciudadanos plenos. Así, con este “caldo de cultivo” se garantiza la génesis de las futuras generaciones de dirigentes políticos chilenos.
En la Argentina del Bicentenario no puede sorprendernos tal tipo de acontecimientos. Jóvenes de edad adolescente habían participado de la defensa de Buenos Aires en la Invasiones Inglesas, las luchas por la independencia, las guerras civiles, la conquista del desierto, la reforma universitaria de 1918 y los motines obreros del 19, las asonadas radicales previas al 16 y posteriores al 30; jóvenes peronistas y anti-peronistas se habían enfrentado entre 1945 y 1955; lo harían de nuevo discutiendo la educación laica o la libre en 1960 y en “la noche de los bastones largos” en 1966 defendiendo la democracia; en los 70’s, por una utópica revolución que nos sumergió en ríos de sangre, incluyendo los 1000 cuasi niños que murieron en la Guerra de las Malvinas; y fueron miles los jóvenes que llenaron la Plaza de la República el 30 de octubre de 1983 para festejar la elección de Raúl Alfonsín y otros tantos miles que acompañaron el Menemóvil en 1989 que se multiplicarían en diciembre del 2001 al derrumbarse todo detrás del default.
Desde el 10 de Agosto pasado, entre 20 y 54 escuelas secundarias de la Capital Federal fueron tomadas por sus alumnos reclamando la reparación de la infraestructura física de esas escuelas.
Por supuesto que estos hechos son impulsados por militantes, pero, militantes de qué? Las  agrupaciones a las que dicen pertenecer los nóveles dirigentes son el FEL (Frente de Estudiantes en Lucha), el PO (partido Obrero), el PTS – Sudestada (Partido de los Trabajadores Socialistas) y grupos independientes.
Muchos reivindican una mezcla de ideologías izquierdistas con admiración por Fidel Castro, Che Guevara, Marx, Lenin, Trotsky  o Mao y otros son pacifistas de Gandhi, idólatras de John Lennon y fanáticos usuarios de Facebook, Twitter y otras redes electrónicas sociales.
No pueden sorprendernos ni las presencias ni las ausencias.
Los grandes partidos nacionales – en crisis profunda desde el 2001 – no producen agrupaciones como “Renovación y Cambio” (UCR) o la “Renovación Peronista” (PJ) durante la segunda mitad de los 80’s. Las juventudes Radicales y Peronistas, importantes actores de la militancia secundaria y universitaria de la 2da mitad del siglo XX, no generan nuevos cuadros.
Pero tampoco lo hacen en magnitud suficiente los partidos que emergieron fuertemente después del default: el Socialista, el ARI y el PRO.
En el PRO sentimos fuertemente la necesidad de un “transvasamiento generacional” representado por jóvenes legisladores en la Provincia de Buenos Aires y la capital Federal.
Tenemos una Dirección de Juventud en el Gobierno porteño y una legisladora nacional que es la Presidenta de la Juventud Partidaria Nacional. ¿Es esto suficiente? Claramente no.
En 7 años de existencia partidaria en Bs. AS. No se verifica organización alguna que nuclee a jóvenes con capacidad de movilización ni participación en el debate sobre los desafíos de la educación actual. No debe sorprendernos. Tampoco aparecen sus padres ni en  las cooperadoras escolares.
En todos los partidos del mundo afilian los jóvenes. Salvo en los argentinos, donde no hay un solo dirigente – joven o no – que convoque a la afiliación. Y sin afiliados no hay sentido de pertenencia, ni debate, ni movilización, ni, finalmente jóvenes, en el sentido de “brazo organizado para el cambio”.
La vieja izquierda conserva el rictus de la militancia y, por eso, pese a no tener propuesta nacional ni regional ni internacional vigente y disponer de recetas ideológicas vetustas, sigue organizando jóvenes para piquetes, tomas y diversas formas de lucha que bordean o violan la legalidad.
Por suerte, la vieja derecha no ha reproducido los “Tacuaras” secundarios o la CNU – Centro Nacional Universitario – que hubiera repetido los sangrientos enfrentamientos de los 60’s y los 70’s. Y esto no ocurre porque esos grupos eran “protegidos” del poder de turno y su accionar estaba destinado a neutralizar a aquellos identificados con el “peligro rojo” en plena vigencia de la Guerra Fría.
Sin Unión Soviética  y con un gobierno que apaña a la izquierda (y la usa a su servicio), hoy sólo se verifica este “revival” setentista desde la mitad del relato.
Es imprescindible que, la “nueva” UCR-Socialismo y el PJ Federal y PRO, impulsen la reorganización de sus alas juveniles en colegios, universidades, parroquias y sindicatos. Por supuesto, estas propuestas deben ser pacíficas y encuadradas en la letra y espíritu de nuestra Constitución, evitando hacer de las diferencias un motivo para el enfrentamiento violento.
El problema no es la falta de jóvenes, sino la falta de dirigencia madura que la convoque y la encuadre.
El mito de la “juventud maravillosa” instrumentada para fines inconfesables, ya fue experimentado en la Argentina y nos costó decenas de miles de muertos y cientos de miles de emigrados.
El tema no es adular a la juventud sino formarla y jerarquizarla desde la ejecución de su rol histórico – y no generacional -. Un grupo de jóvenes PRO lanzó la frase “El futuro es de los jóvenes”. FALSO. En el futuro esos jóvenes serán viejos y serán reemplazados por otros. El Presente pertenece tanto a los jóvenes como a los adultos, igual que el futuro, sólo que, más adelante, serán otros los protagonistas por la ineludible regla de la biología.
La realidad es que, sin política, otra generación más puede perder su oportunidad. No lo permitamos.

Diego R. Guelar

viernes, 3 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 14 (3-9-10)

El enfrentamiento gobierno-Clarín
(Publicado como artículo en Perfil.com el 1/9 bajo el título “Néstor y Héctor reemplazan a Perón y Yabrán)

Los KK no creen en el sistema de Partidos. Han controlado el Partido Justicialista para garantizar su inmovilismo. Contaron con la complicidad de la  mayoría de sus dirigentes que, tampoco han hecho nada para que el viejo “Movimiento Peronista” se convierta en un moderno “Partido Justicialista” en concordancia con su propia historia y con nuestra constitución y las leyes.
Con la excepción del Partido Radical – único partido Nacional organizado – y el incipiente PRO, nada significativo se ha hecho en el campo partidario durante los últimos 30 años. La misma UCR – con un padrón histórico de más de 3 millones de afiliados – no lo ha actualizado ni depurado y el PRO sólo afilia a los efectos de cumplir con los mínimos exigidos por la ley de Partidos Políticos.
La Izquierda, encabezada por el Partido Socialista, nunca se planteó expresamente construir el “PSOE argentino”, es decir, juntar a marxistas y ex – marxistas con progresistas “light” en una sola organización nacional que nuclee a ese importante sector de la opinión pública en un solo proyecto. Así siguen dispersos los ex - FREPASO (Eduardo Sigal, Gerardo Conte-Grand, etc.), Fernando Iglesias (en la CCyS), Eduardo Macaluse (en el ex – ARI), el Proyecto Sur de Pino Solanas y el Nuevo Encuentro (del ex – intendente de Morón Martín Sabbatella),  Milagros Sala de Jujuy, las diversas organizaciones piqueteras, Quebracho, el Partido Obrero, etc.).
Del lado del “Peronismo Opositor”, se carece de un proyecto común que redefina una identidad partidaria conjuntamente con la mayoría del nuevo electorado independiente que expresa su adhesión a candidatos como Reutemann, De Narváez o Macri.
Por eso, los KK consideran a los líderes opositores como elementos marginales a la hora de la verdadera disputa por el poder y demonizan la “concentración mediática” como el único elemento capaz de aglutinar la oposición dispersa.  .
No puede negarse que nunca se dio en la Argentina una empresa multimedia de la envergadura del Grupo Clarín. Su desarrollo estuvo siempre ligado a su capacidad de lobby desde el gobierno de Arturo Fondizi hasta la fecha. Además, supo evitar dispersarse en otros emprendimientos empresariales, concentrándose en las redes mediáticas con extraordinario talento y apertura a las nuevas tecnologías.
Su conducta no difiere de la de la mayoría de los otros grupos económicos que supieron sobrevivir y crecer en condiciones de imprevisibilidad política y económica.
Su hecho distintivo no se verifica en su propio comportamiento, sino en la debilidad del sistema político y el desarrollo de un “mito nacional”; “No hay gobierno que pueda sobrevivir a tres semanas de tapas negativas de Clarín”. A esto hay que sumarle el poder personal de su CEO, Héctor Magnetto. En un país sin instituciones el poder se personaliza y se hace arbitrario y absoluto. Juan Perón y Alfredo Yabrán se convierten en los íconos que todo político y empresario admira y envidia.
“La concentración del poder” es el objeto deseable. La “jefatura”, el “monopolio”, las “mesas chicas”, los “entornos”, los “monjes ocultos” y las conspiraciones reales o inventadas, son su pantalla visible.
Las “vendettas”, los rumores, los agravios, las amenazas de castigos, inspecciones de la DGI y escuchas atentando contra la vida privada, son los instrumentos favoritos de las bandas y sectas que sueñan o disfrutan de una porción del poder.
Néstor Kirchner y Héctor Magnetto reemplazan a Perón y Yabrán en ese imaginario colectivo construido sobre tantos años de autoritarismo,  frustraciones y fracasos.         
En forma más simpática, deberíamos agregarle a Marcelo Tinelli con su monopolio del rating televisivo y Julio Grondona en la AFA.
¿Son estos los actores responsables o las víctimas de su propio protagonismo? ¿Son dictadores o sólo solitarios protagonistas de su propia capacidad de ocupar espacios y la incapacidad de otros para equilibrarlos?
La respuesta no es personal. Hasta en los sistemas más desarrollados aparecen figuras que concentran el fervor (o rechazo) de multitudes.
El problema es la falta de sistema. En un país equilibrado, Kirchner no hubiera salido nunca de su provincia y Magnetto sería un respetado y exitoso empresario de medios, siempre sospechado y envidiado como los Azcárraga de Méjico o los Marinho de Brasil. Pero nadie piensa hoy que Televisa o O Globo gobiernan en Méjico o en Brasil. Tampoco lo hacen las Fuerzas Armadas, ni la Iglesia ni los sindicatos. Pero Sí los Partidos Políticos, porque esa es su tarea y para poder lidiar con individuos, corporaciones y sectores poderosos, los partidos tienen que ser también poderosos. Y su poder es el poder de la ciudadanía organizada, con disputas periódicas en elecciones internas y el control del brazo judicial del Estado (como poder independiente y creíble).
Sus propuestas tienen que estar sujetas a los programas aprobados y no pueden surgir ejes coyunturales como “el control del papel” o el “matrimonio gay” o “la ley de medios” al margen de los programas aprobados en los congresos partidarios.
Son los partidos los que deben instalar los nuevos temas y fijar posiciones luego del debate interno. Así se forman sus dirigentes, especialmente los más jóvenes, incorporando la historia como propia (aunque no la hayan vivido personalmente) y produce la formación ideológica que requiere décadas para madurar y decantar.
Se solidifica así el sentido de pertenencia, la solidaridad y la disciplina partidaria. Estos son los mejores reaseguros contra la aparición de liderazgos mesiánicos y oportunistas.
En la Argentina que construya partidos políticos, los Néstor y los Héctor serán anécdotas individuales relevantes, como merecen serlo, pero no otra cosa.

Diego R. Guelar

jueves, 2 de septiembre de 2010

Néstor y Héctor, Perón y Yabrán

Los KK no creen en el sistema de Partidos. Han controlado el Partido Justicialista para garantizar su inmovilismo. Contaron con la complicidad de la  mayoría de sus dirigentes que, tampoco han hecho nada para que el viejo “Movimiento Peronista” se convierta en un moderno “Partido Justicialista” en concordancia con su propia historia y con nuestra constitución y las leyes.
Con la excepción del Partido Radical – único partido Nacional organizado – y el incipiente PRO, nada significativo se ha hecho en el campo partidario durante los últimos 30 años. La misma UCR – con un padrón histórico de más de 3 millones de afiliados – no lo ha actualizado ni depurado y el PRO sólo afilia a los efectos de cumplir con los mínimos exigidos por la ley de Partidos Políticos.
La Izquierda, encabezada por el Partido Socialista, nunca se planteó expresamente construir el “PSOE argentino”, es decir, juntar a marxistas y ex – marxistas con progresistas “light” en una sola organización nacional que nuclee a ese importante sector de la opinión pública en un solo proyecto. Así siguen dispersos los ex - FREPASO (Eduardo Sigal, Gerardo Conte-Grand, etc.), Fernando Iglesias (en la CCyS), Eduardo Macaluse (en el ex – ARI), el Proyecto Sur de Pino Solanas y el Nuevo Encuentro (del ex – intendente de Morón Martín Sabbatella),  Milagros Sala de Jujuy, las diversas organizaciones piqueteras, Quebracho, el Partido Obrero, etc.).
Del lado del “Peronismo Opositor”, se carece de un proyecto común que redefina una identidad partidaria conjuntamente con la mayoría del nuevo electorado independiente que expresa su adhesión a candidatos como Reutemann, De Narváez o Macri.
Por eso, los KK consideran a los líderes opositores como elementos marginales a la hora de la verdadera disputa por el poder y demonizan la “concentración mediática” como el único elemento capaz de aglutinar la oposición dispersa.  .
No puede negarse que nunca se dio en la Argentina una empresa multimedia de la envergadura del Grupo Clarín. Su desarrollo estuvo siempre ligado a su capacidad de lobby desde el gobierno de Arturo Fondizi hasta la fecha. Además, supo evitar dispersarse en otros emprendimientos empresariales, concentrándose en las redes mediáticas con extraordinario talento y apertura a las nuevas tecnologías.
Su conducta no difiere de la de la mayoría de los otros grupos económicos que supieron sobrevivir y crecer en condiciones de imprevisibilidad política y económica.
Su hecho distintivo no se verifica en su propio comportamiento, sino en la debilidad del sistema político y el desarrollo de un “mito nacional”; “No hay gobierno que pueda sobrevivir a tres semanas de tapas negativas de Clarín”. A esto hay que sumarle el poder personal de su CEO, Héctor Magnetto. En un país sin instituciones el poder se personaliza y se hace arbitrario y absoluto. Juan Perón y Alfredo Yabrán se convierten en los íconos que todo político y empresario admira y envidia.
“La concentración del poder” es el objeto deseable. La “jefatura”, el “monopolio”, las “mesas chicas”, los “entornos”, los “monjes ocultos” y las conspiraciones reales o inventadas, son su pantalla visible.
Las “vendettas”, los rumores, los agravios, las amenazas de castigos, inspecciones de la DGI y escuchas atentando contra la vida privada, son los instrumentos favoritos de las bandas y sectas que sueñan o disfrutan de una porción del poder.
Néstor Kirchner y Héctor Magnetto reemplazan a Perón y Yabrán en ese imaginario colectivo construido sobre tantos años de autoritarismo,  frustraciones y fracasos.          
En forma más simpática, deberíamos agregarle a Marcelo Tinelli con su monopolio del rating televisivo y Julio Grondona en la AFA.
¿Son estos los actores responsables o las víctimas de su propio protagonismo? ¿Son dictadores o sólo solitarios actores de su propia capacidad de ocupar espacios y la incapacidad de otros para equilibrarlos?
La respuesta no es personal. Hasta en los sistemas más desarrollados aparecen figuras que concentran el fervor (o rechazo) de multitudes.
El problema es la falta de sistema. En un país equilibrado, Kirchner no hubiera salido nunca de su provincia y Magnetto sería un respetado y exitoso empresario de medios, siempre sospechado y envidiado como los Azcárraga de Méjico o los Marinho de Brasil. Pero nadie piensa hoy que Televisa o O Globo gobiernan en Méjico o en Brasil. Tampoco lo hacen las Fuerzas Armadas, ni la Iglesia ni los sindicatos. Pero Sí los Partidos Políticos, porque esa es su tarea y para poder lidiar con individuos, corporaciones y sectores poderosos, los partidos tienen que ser también poderosos. Y su poder es el poder de la ciudadanía organizada, con disputas periódicas en elecciones internas y el control del brazo judicial del Estado (como poder independiente y creíble).
Sus propuestas tienen que estar sujetas a los programas aprobados y no pueden surgir ejes coyunturales como “el control del papel” o el “matrimonio gay” o “la ley de medios” al margen de los programas aprobados en los congresos partidarios.
Son los partidos los que deben instalar los nuevos temas y fijar posiciones luego del debate interno. Así se forman sus dirigentes, especialmente los más jóvenes, incorporando la historia como propia (aunque no la hayan vivido personalmente) y produce la formación ideológica que requiere décadas para madurar y decantar.
Se solidifica así el sentido de pertenencia, la solidaridad y la disciplina partidaria. Estos son los mejores reaseguros contra la aparición de liderazgos mesiánicos y oportunistas.
En la Argentina que construya partidos políticos, los Néstor y los Héctor serán anécdotas individuales relevantes, como merecen serlo, pero no otra cosa.

Diego R. Guelar