lunes, 13 de septiembre de 2010

Construyamos el partido 16 (13-9-10)

Francisco de Narváez confirma su candidatura a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

Francisco de Narváez se constituye en un personaje clave del armado Peronismo-Federal-PRO por varias razones:
a)           Su condición de “aliado doble” del Peronismo opositor y del PRO – Unión-PRO funciona en forma conjunta en la Provincia de Buenos Aires –
b)           El ser cabeza de la derrota de los KK en junio del 2009,
c)           la importancia de su distrito – 40% del electorado –
d)           y el no tener – hasta ahora – candidato a la Presidencia,
Esta sumatoria lo convierte en el árbitro máximo del resultado de la “interna abierta” de este espacio en construcción.
No por nada el “imaginario colectivo” le adjudica dos operaciones adicionales:
1)    La versión de sus negociaciones con el oficialismo KK cuyo objetivo sería el limado – hasta el desgaste final – tanto de Eduardo Duhalde como de Mauricio Macri, los dos dirigentes que  verifican, uno, mayor peso sobre el electorado histórico peronista y el otro, el liderazgo del sector independiente desde el centro a la derecha.
2)    El convertirse en eje de la “reconstrucción de la unidad”, emblema tradicional del Peronismo, encarnada en la consigna “Reutemann Presidente” y una eventual “operación clamor” para forzar la decisión del esquivo senador santafecino.
Ambas versiones se alimentan de las conductas ejecutadas por De Narváez 1) su alejamiento de Macri y quiebra del bloque en la legislatura porteña, 2) su permanente crítica al ex - presidente Duhalde, y 3) su prédica expresa por la concreción de la candidatura presidencial de Carlos Reuteman. Por supuesto, Las interpretaciones periodísticas tienden a extremar el sentido conspirativo y maquiavélico de las conductas. Sin que esto no tenga algo de cierto en las “intencionalidades políticas” y en los “sueños mesiánicos” de los protagonistas, la verdad es que tres personas expresan una misma voluntad desde el electorado: Carlos Reutemann, Mauricio Macri y Francisco de Narváez. Aquí no se diferencia “electorado peronista” del “independiente”. Éste sector de la opinión pública es centralmente “no alineado” con nadie y concentrado, en su mayoría, entre los hombres y mujeres de 30 a 50 años que no tienen sentido de pertenencia política alguna.
El caso paradigmático sigue siendo el de Daniel Scioli, que, pese a estar todavía pegado a NK, tiene un perfil no confrontativo  y un mensaje que se superpone sobre el triunvirato mencionado.
Una cosa clara identifica a los cuatro personajes: los cuatro se incorporan a la política 20 años después de la muerte del Gral. Perón. En el caso de Reutemann, Scioli y De Narváez, nada los identificaba con anterioridad al ideario Peronista y deciden hacerlo, en los tres casos, convocados por Carlos Saúl Menem cuando este último había producido un profundo giro político e ideológico que revertía 45 años de visión tercerista, proteccionista, nacionalista y obrerista.
En los casos de Reutemann y Scioli (ambos exitosos deportistas internacionales), transitan por el Menemismo, el Duhaldismo y el Kirchnerismo sin formular planteos políticos o ideológicos que expresen diferencias ni justificaciones sobre sus cambiantes posiciones.
Sin duda sus conductas fueron acompañando cambios en la opinión pública respecto de la percepción sobre el perfil que esperaban de sus líderes políticos.
El caso de De Narváez es atípico. Exitoso empresario, adhiere a las ideas de los 90’s y las revisa expresamente durante la conducción de Eduardo Duhalde (1999-2003) girando hacia una posición más ecléctica y de síntesis entre un rol activo del Estado y la consolidación de una economía de mercado. Esta posición coincide con las ideas de PRO.
Mauricio Macri es el único que no se incorpora al Peronismo, asumiendo tácitamente el rol de “Post-Peronista”, al desarrollar puentes con el Peronismo pero incorporando cuadros provenientes del liberalismo, el conservadurismo y la Democracia Cristiana más un número importante de independientes sin experiencia partidaria anterior.
Eduardo Duhalde es un caso aparte. Es el “último de los mohicanos” en el sentido de haber militado durante 40 años en el Peronismo negándose a respaldar las versiones de derecha e izquierda extremas presentes en los 70’s así como las neoliberales de los 90’s y las populistas de los KK. Representa el “centrismo cristiano” en forma ortodoxa y expresa una autocrítica moderada pero consistente de los acontecimientos ocurridos durante los últimos 50 años, incluyendo la participación del Peronismo. Su aporte principal es el de brindar su experiencia en materia de conducción política, incluyendo el tránsito por la peor crisis económica de nuestra historia y su balance reflexivo sobre la necesidad de apuntar a un “gobierno de Unidad Nacional” de transición que nos monte al tren de la historia donde ya están, cómodamente instalados, Brasil, Chile y Uruguay (y esperan en la próxima estación para subirse Colombia y Perú)
Su centrismo político e ideológico, así como su vinculación positiva con el pasado y el presente, lo definen como un actor imprescindible para garantizar la gobernabilidad y enfrentar los desafíos  del período 2011-2015, más allá de quienes sean los candidatos y los gobernantes de ese período.
En una hipótesis teórica, más allá de quien sea el candidato presidencial, un acuerdo Scioli – De Narváez, apoyado por Duhalde, Reuteman y Macri, es la práctica garantía de un triunfo electoral en la Provincia de Buenos Aires (con todo su peso en la elección presidencial).
Si por el contrario, se verificaran 2  - o 3 – candidaturas provinciales en el mismo espacio, las posibilidades de una candidatura UCR-Socialista crecen exponencialmente (recordar que en la Provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta).
Todas estas consideraciones pesan en el ánimo y los gestos de los principales protagonistas (incluyendo a su tercero en discordia que puede ser clave, Sergio Massa, el Intendente de Tigre) y explican las “entrelíneas” periodísticas que, ante la falta de colectivos nacionales ordenadores, tienen, como sola referencia, las señales individuales, los off-the-records de los entornos y los diseños de  los “gurúes” de la planificación de campaña.
Las candidaturas surgidas de internas claras, con debates temáticos e ideológicos, son sustituidas por señales confusas que mezclan “ganar tiempo” con la búsqueda de impactar a la opinión pública con consignas efectistas que “parezcan” sintonizar con las preocupaciones ciudadanas.
Lo cierto es que se afirman las minorías de los KK y de la UCR-Socialismo para pasar a la segunda vuelta y falta una perspectiva clara de unificación del espacio P. Federal-PRO para conformar “un tercer tercio” competitivo. La división de este sector, representa habilitar una disputa entre el tercer y el cuarto lugar en el cual ganará la propuesta más atractiva para los independientes pero que finalmente, sería sólo “una victoria moral” porque quedaría fuera de la disputa y con pocas posibilidades de influir sobre ese electorado vacante con vistas a la “gran finale”. En la segunda vuelta, la opción KK-UCR, sería volcada hacia este último sin discusión alguna. El fin del ciclo KK es irreversible.
La solución anecdótica personal será vencida por la historia. Las grandes corrientes de opinión, aunque desorganizadas y pobremente representadas, existen y se imponen.
La sobreactuación, el protagonismo mediático-actoral, la ilusión mágica y los profetas de campaña, chocan contra esa historia que no es sólo un relato novelado del pasado, sino una guía para la acción presente y futura.
Las sociedades van trazando su plan maestro desde una trama visible pero compleja que no tiene un recorrido lineal y presenta muchos hechos difusos y divergentes.
El encontrar los caminos que resuelvan las incógnitas del laberinto, son el “arte de los estadistas” que se necesitan en el panorama político actual. Ojalá aparezcan y se consoliden.

Diego R. Guelar

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