martes, 7 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 15 (7/9/10)

Las escuelas tomadas por alumnos en la Capital Federal

Entre abril y junio del 2006, más de 600.000 alumnos secundarios – llamados “pingüinos” por su vestimenta – salieron a las calles de todas las ciudades de Chile para reclamar por el boleto estudiantil y la nacionalización del sistema municipal de educación. Para más de la mitad de esos alumnos, el boleto estudiantil no era trascendente y los municipios donde vivían podían afrontar un sistema educativo eficiente.
Lo importante de estas movilizaciones era justamente el sentido de la solidaridad militante conducida por las juventudes de los 6 partidos más significativos del país y la participación activa de aquellos sin otra militancia  que la preparación para ser futuros ciudadanos plenos. Así, con este “caldo de cultivo” se garantiza la génesis de las futuras generaciones de dirigentes políticos chilenos.
En la Argentina del Bicentenario no puede sorprendernos tal tipo de acontecimientos. Jóvenes de edad adolescente habían participado de la defensa de Buenos Aires en la Invasiones Inglesas, las luchas por la independencia, las guerras civiles, la conquista del desierto, la reforma universitaria de 1918 y los motines obreros del 19, las asonadas radicales previas al 16 y posteriores al 30; jóvenes peronistas y anti-peronistas se habían enfrentado entre 1945 y 1955; lo harían de nuevo discutiendo la educación laica o la libre en 1960 y en “la noche de los bastones largos” en 1966 defendiendo la democracia; en los 70’s, por una utópica revolución que nos sumergió en ríos de sangre, incluyendo los 1000 cuasi niños que murieron en la Guerra de las Malvinas; y fueron miles los jóvenes que llenaron la Plaza de la República el 30 de octubre de 1983 para festejar la elección de Raúl Alfonsín y otros tantos miles que acompañaron el Menemóvil en 1989 que se multiplicarían en diciembre del 2001 al derrumbarse todo detrás del default.
Desde el 10 de Agosto pasado, entre 20 y 54 escuelas secundarias de la Capital Federal fueron tomadas por sus alumnos reclamando la reparación de la infraestructura física de esas escuelas.
Por supuesto que estos hechos son impulsados por militantes, pero, militantes de qué? Las  agrupaciones a las que dicen pertenecer los nóveles dirigentes son el FEL (Frente de Estudiantes en Lucha), el PO (partido Obrero), el PTS – Sudestada (Partido de los Trabajadores Socialistas) y grupos independientes.
Muchos reivindican una mezcla de ideologías izquierdistas con admiración por Fidel Castro, Che Guevara, Marx, Lenin, Trotsky  o Mao y otros son pacifistas de Gandhi, idólatras de John Lennon y fanáticos usuarios de Facebook, Twitter y otras redes electrónicas sociales.
No pueden sorprendernos ni las presencias ni las ausencias.
Los grandes partidos nacionales – en crisis profunda desde el 2001 – no producen agrupaciones como “Renovación y Cambio” (UCR) o la “Renovación Peronista” (PJ) durante la segunda mitad de los 80’s. Las juventudes Radicales y Peronistas, importantes actores de la militancia secundaria y universitaria de la 2da mitad del siglo XX, no generan nuevos cuadros.
Pero tampoco lo hacen en magnitud suficiente los partidos que emergieron fuertemente después del default: el Socialista, el ARI y el PRO.
En el PRO sentimos fuertemente la necesidad de un “transvasamiento generacional” representado por jóvenes legisladores en la Provincia de Buenos Aires y la capital Federal.
Tenemos una Dirección de Juventud en el Gobierno porteño y una legisladora nacional que es la Presidenta de la Juventud Partidaria Nacional. ¿Es esto suficiente? Claramente no.
En 7 años de existencia partidaria en Bs. AS. No se verifica organización alguna que nuclee a jóvenes con capacidad de movilización ni participación en el debate sobre los desafíos de la educación actual. No debe sorprendernos. Tampoco aparecen sus padres ni en  las cooperadoras escolares.
En todos los partidos del mundo afilian los jóvenes. Salvo en los argentinos, donde no hay un solo dirigente – joven o no – que convoque a la afiliación. Y sin afiliados no hay sentido de pertenencia, ni debate, ni movilización, ni, finalmente jóvenes, en el sentido de “brazo organizado para el cambio”.
La vieja izquierda conserva el rictus de la militancia y, por eso, pese a no tener propuesta nacional ni regional ni internacional vigente y disponer de recetas ideológicas vetustas, sigue organizando jóvenes para piquetes, tomas y diversas formas de lucha que bordean o violan la legalidad.
Por suerte, la vieja derecha no ha reproducido los “Tacuaras” secundarios o la CNU – Centro Nacional Universitario – que hubiera repetido los sangrientos enfrentamientos de los 60’s y los 70’s. Y esto no ocurre porque esos grupos eran “protegidos” del poder de turno y su accionar estaba destinado a neutralizar a aquellos identificados con el “peligro rojo” en plena vigencia de la Guerra Fría.
Sin Unión Soviética  y con un gobierno que apaña a la izquierda (y la usa a su servicio), hoy sólo se verifica este “revival” setentista desde la mitad del relato.
Es imprescindible que, la “nueva” UCR-Socialismo y el PJ Federal y PRO, impulsen la reorganización de sus alas juveniles en colegios, universidades, parroquias y sindicatos. Por supuesto, estas propuestas deben ser pacíficas y encuadradas en la letra y espíritu de nuestra Constitución, evitando hacer de las diferencias un motivo para el enfrentamiento violento.
El problema no es la falta de jóvenes, sino la falta de dirigencia madura que la convoque y la encuadre.
El mito de la “juventud maravillosa” instrumentada para fines inconfesables, ya fue experimentado en la Argentina y nos costó decenas de miles de muertos y cientos de miles de emigrados.
El tema no es adular a la juventud sino formarla y jerarquizarla desde la ejecución de su rol histórico – y no generacional -. Un grupo de jóvenes PRO lanzó la frase “El futuro es de los jóvenes”. FALSO. En el futuro esos jóvenes serán viejos y serán reemplazados por otros. El Presente pertenece tanto a los jóvenes como a los adultos, igual que el futuro, sólo que, más adelante, serán otros los protagonistas por la ineludible regla de la biología.
La realidad es que, sin política, otra generación más puede perder su oportunidad. No lo permitamos.

Diego R. Guelar

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