miércoles, 29 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 19 (29-9-10)

El “Mono Jojoy”, Petrobras y la derrota de Chávez

Sudamérica se consolida. El 22 de septiembre, las Fuerzas Armadas Colombianas pudieron localizar y eliminar al jefe militar de las FARC, Víctor Julio Suarez Rojas alias “el Mono Jojoy”. Los efectivos de las FARC, que hace 4 años eran 17.000, hoy no superan los 8.000 y se acerca el momento de su disolución y/o desmovilización total.
El 23 de septiembre, en la bolsa de San Pablo, se produjo la mayor capitalización de una sola empresa pública o privada en el mundo: Petrobras colocó acciones por U$S 70.000 millones alcanzando un valor de libros de U$S 230.000 millones. El Estado Brasilero aumentó su participación al 48% y podrá explotar sus nuevos yacimientos off shore del Presal y constituirse en una verdadera potencia energética.
El domingo 26 de septiembre se realizaron las elecciones parlamentarias en Venezuela. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) – alianza de 20 partidos – alcanzó el 52% de los votos totales, preparando el advenimiento de la democracia plena en el año 2012.
Argentina no es la excepción. Después del default del 2001. Hemos venido creciendo sostenidamente (con la excepción del 2009, por impacto de la crisis externa) a una tasa promedio del 7% anual. Ya en el 2009 recuperó el equilibrio parlamentario. El comportamiento de la Corte Suprema y la nueva composición del Consejo de la Magistratura marcan un avance decidido en la conformación de un Poder Judicial plenamente independiente. Las elecciones del 2011 son, previsiblemente, la consagración de un sistema que habrá superado la larga (y muchas veces frustrante) transición democrática iniciada en 1983.
El desafío de todos es siempre el mismo.
En Venezuela, se pudo vertebrar una oposición única bajo la consigna de derrotar a Hugo Chávez, pero esto no es suficiente. Desde 1958 hasta el año 1998, dos partidos hegemonizaron el escenario político AD (socialdemócrata) y COPEI (socialcristianos). La izquierda mantuvo siempre su presencia histórica desde el Partido Comunista – fundado en 1927 – y más tarde el MAS y la CAUSA R (revolucionaria). En 1998, accede al poder Hugo Chávez quién utilizó una sigla “Movimiento V República” y agrupa diversos grupos y partidos de izquierda y nacionalistas.
Mientras la oposición se atomiza (llegando a 103 partidos en el 2007), Chávez agrupa a todos sus seguidores en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Este Partido – que pretendía ser Partido Único – se constituye bajo la premisa del liderazgo absoluto, perpetuo e indiscutible de Hugo Chávez. Una vez que Chávez deje el poder, seguramente se disolverá y fraccionará en múltiples pedazos dado que su carácter vertical y autoritario no genera condiciones permanentes para sustentarlo.
Desde la oposición, se han generado nuevos partidos (Primero Justicia – PJ -, o Un Nuevo Tiempo – UNT) que, con los tradicionales – AD y COPEI – tendrán la responsabilidad de organizar el nuevo esquema político venezolano que emergerá durante el post-chavismo.
Líderes como María Machado, Julio Borges, Leopoldo López o el Alcalde de Caracas – Antonio Ledezma -, entre otros, armarán el nuevo sistema partidario y su arco ideológico.
Tendrán que recorrer un camino similar al que transitaron los opositores al Gral. Pinochet en Chile que tampoco tuvieron un liderazgo carismático que los agrupara y recurrieron a la organización de colectivos de inspiración ideológica por el cual la primera “concertación” tenía 14 partidos y se redujo luego a 4 con predominancia de la Democracia Cristiana y el Socialismo. Los ex presidentes Alwin, Frei, Lagos y Bachelet surgieron de esos dos partidos. Sólo los últimos dos lograron alcanzar un índice de respaldo personal muy alto, pero siempre signado por la pertenencia partidaria.
La mejor combinación es cuando el liderazgo carismático se pone al servicio de la construcción partidaria. Este es el caso de Ignacio Lula da Silva, quien funda a fines de los 60’s tanto el nuevo sindicalismo brasilero (apartado tanto del modelo ultra izquierdista como del dependiente del Estado) y el Partido Travalhista (PT) con el cual – ya convertido en el principal partido del Brasil-, llega a la presidencia en el año 2000 (después de 3 intentos anteriores).
De los 600 partidos reconocidos al inicio de la transición democrática en 1985, se llega hoy a los dos frentes electorales conducidos por el PT y el otro por el PSDB (fundado por el ex presidente Fernando H. Cardoso).
La continuidad de la Nación Brasilera, heredera del Imperio, fue una ideología rectora tanto de los liberales y conservadores que fundaron la República en 1890, en Getulio Vargas con su Estado Novo lanzado en 1930 (que duró hasta su suicidio en 1954), los gobiernos militares desde 1964 a 1985 y el Brasil Moderno impulsado por Cardoso y Lula.
Es esta continuidad lo que le ha permitido integrar su vasto territorio, superar la pesada carga social de siglos de esclavitud y mantener sus programas de producción energética que le han permitido ser hoy el 50% de la producción mundial de alconaftas  y contar con la razonable expectativa de ser uno de los 3 mayores productores y refinadores de petróleo.
Es en este marco que debemos interpretar el proceso de fortalecimiento de Petrobras.
 Lo mismo se está produciendo en Colombia. Sólo la maduración del proceso político – incluyendo la superación del personalismo Uribista -, darán como resultado la derrota final de las FARC. No será una mera ecuación militar ni el apoyo norteamericano las claves para acabar con el narco-terrorismo. Será la robustez de la organización de la sociedad civil.
La Argentina, sumergida en un proceso crónico de decadencia durante los últimos 50 años, (pese al cual seguimos siendo una gran Nación) no se curará de sus males por las virtudes individuales de Ricardo Alfonsín, ni Mauricio Macri, ni Lilita Carrió y los otros destacados dirigentes que hoy ocupan un lugar en el escenario político.
Tampoco es suficiente la supervivencia centenaria de un solo partido – la Unión Cívica Radical -, el cual, sin socios sistémicos cayó en las reiteradas frustraciones de 1989 y el 2001.
No es cierto que esas crisis se hayan producido por debilidad o incapacidad de sus dirigentes. La realidad es que su propia naturaleza de Partido democrático le impide a sus dirigentes ejercer la concentración del poder basado en el personalismo autoritario que aparece como la solución mágica frente al caos (inducido, tolerado o producido) y que va permeando como una cultura corrosiva y auto legitimadora que se apodera de sus propios ejecutores.
Esto mismo le ocurre al conjunto de la ciudadanía que descree de los valores republicanos y de las instituciones empujando a quien ejerce el poder a abusar del mismo para acreditar que está en condiciones de conducir al conjunto.
La “sociedad autoritaria” ha descartado “la solución golpista” porque ha encontrado el sustituto civil bajo la fachada institucional.
La derrota del autoritarismo exige que podamos derrotar nuestro propio instinto autoritario.


Diego R. Guelar

No hay comentarios:

Publicar un comentario