jueves, 23 de septiembre de 2010

Construyamos el Partido 18 ( 23-9-10 )

Argentina asume la Presidencia del G-77

En 1964, con 77 países de Latinoamérica, África, Medio Oriente y Asia, se crea el “Grupo de los 77 en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas. Se constituye así en el “brazo institucional” del “Movimiento de No-Alineados” que buscaba terciar entre los protagonistas centrales de la Guerra Fría: EE.UU. y la Unión Soviética. Hoy lo integran 130 países y son la mayoría de los integrantes de la ONU. El pasado 21 de septiembre asumimos su presidencia.
El grupo cuenta con un acuerdo de preferencias comerciales y programas de cooperación en agricultura, energía y finanzas.
Si a este cargo le sumamos la Dirección Ejecutiva de UNASUR, la Secretaría General del Tratado Antártico, las membrecías en el G-20, el Mercosur, el Club Nuclear, la participación en misiones de paz de gran importancia global como son las de Chipre y Haití y los Acuerdos de Asociación estratégica con La Unión Europea y China, Argentina puede exhibir orgullosamente un despliegue de política exterior fenomenal.
Partiendo de esta premisa, ¿por qué, al mismo tiempo, padecemos un aislamiento visceral que nos transforma en uno de los países de más baja credibilidad planetaria? Esta suerte de “bipolaridad geo- estratégica” ha servido para confundir a terceros y confundirnos a nosotros mismos   en un péndulo permanente entre la euforia y la depresión, el crecimiento record y el default, el ingreso masivo de capitales extranjeros y la fuga monumental de divisas.
No es necesario hurgar mucho en nuestra historia. En los últimos 100 años – desde 1916 – los gobiernos fueros radicales, peronistas o militares (o producto de proscripciones monitoreadas por las fuerzas armadas). Ni el Peronismo ni el Radicalismo se sintieron nunca parte de un pensamiento universal ni desarrollaron una ideología definida que les permitiera establecer vínculos permanentes con alguna de las internacionales europeas (socialista- democristiana o liberal) o con los partidos anglo-sajones americanos o ingleses (demócratas, republicanos, laboristas, conservadores).
Recién a fines de los 80’s se vincularon al Socialismo – la UCR – y a la Democracia Cristiana – el Peronismo-, pero sin adscribir expresamente a ninguna de las dos ideologías.
El “tercerismo” fue un elemento de continuidad compartida  al respaldar ambos la neutralidad frente a la Primera y Segunda Guerra Mundial y el rol fundacional del “Movimiento de no – alineados”.
Fueron las administraciones militares las que más expresamente se vincularon a Washington – desde posiciones extremamente anti-comunistas -, con la excepción de la “década Menem” coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética y el auge del supuesto “Pensamiento Único” patrocinado por el “Consenso de Washington” que caracterizó a la década del 90.
Pero las bruscas oscilaciones pendulares generaron siempre la sensación de una “Argentina potencial” que nunca terminaba de concretar las expectativas que razonablemente despertaba.
Curiosamente, entre la producción de una serie interminable de disparates, supimos hacer aportes que, cíclicamente, nos volvían a ubicar en el vértice de la atención y reconocimiento internacional.
Pero siempre la pregunta era – y sigue siendo -:
 ¿A qué colectivo político pertenecía el Gral. Perón? ¿Era el fundador de una especie de Gaullismo sudamericano, un tardío fascista o un dictador de opereta?
¿El  Dr. Arturo Frondizi, un reconocido intelectual y estadista, era un marxista vergonzante, un capitalista converso o un oportunista maquiavélico?
¿El Dr. Raúl Alfonsín, un demócrata admirado y respetado, era un social demócrata, un ingenuo utópico, o un lobo disfrazado de cordero que soñaba con un “Tercer Movimiento Histórico” sucesor del Peronismo?
 ¿Carlos Saúl Menem, un pragmático que cosechó alta confianza internacional durante una década, era un social cristiano conservador, un testaferro de las grandes corporaciones o un personaje frívolo afecto al golf y a las compañías femeninas?
¿El Dr. Fernando de la Rúa, un procesalista de nota y un hombre reconocido por su honestidad, era un imbécil o un perverso que no supo, no pudo o se negó a conducir una situación que sólo fue grave por la impericia de su conducción?
¿Los Kirchner, un matrimonio y una sociedad política de altísima Habilidad  y voluntad de poder, es una asociación ilícita  vinculada a Hugo Chávez o un proyecto personal y mesiánico con una infinita capacidad  de inventar instrumentos coyunturales que coincide con importantes intereses sindicales y empresarios?
La historia ha intentado responder a estos interrogantes colocando ya en el bronce a Perón,  Frondizi y  Alfonsín, pero, con la salvedad, que primero debieron estar bien muertos para que sus figuras pudieran ser beatificadas con el óleo  de la santidad.
Lo que es imposible de descifrar en Argentina es quienes son nuestros PT o PSDB brasileros, la UDI, la RN o el PS chilenos, el Frente Amplio, los colorados o blancos uruguayos, es decir, cual es el ideario y la conformación de las versiones argentinas de los grandes colectivos que caracterizan la construcción política e ideológica occidental, cultura a la que juramos una y otra vez pertenecer.
Un país  con un Estado anárquico y gigante, con liderazgos personales anecdóticos y excéntricos, con conductas erráticas e imprevisibles, no es una Nación consolidada sino un proyecto inconcluso y reiteradamente frustrado.
Sin embargo, esos destellos que nos hacen brillar en la oscuridad, demuestran que podemos – y debemos – concluir el sueño de nuestros fundadores.
El mundo nos reitera, una y otra vez, que cree en nosotros y que espera que, algún día, nos estabilicemos y nos organicemos en partidos políticos diversos pero convergentes en un Estado bien constituido y articulado con una sociedad civil creativa y civilizada.
Ese día, igual que China, o Sudáfrica, o nuestros vecinos y socios, toda esta historia acumulada se leerá desde sus aportes y grandezas y dejará en el pasado nuestros desencuentros y errores.

Diego R. Guelar

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