martes, 28 de junio de 2011

Construyamos el Partido

Humala Presidente, Chávez enfermo, Cristina candidata y Lula Dios.

La perinola gira aceleradamente en la región. Quien solo obtuvo el 23% en la primera vuelta peruana, alcanzó el 53% en la segunda. De la izquierda nacionalista indigenista,  Humala pasó al Lulismo ortodoxo defendido a ultranza por Mario Vargas Llosa.
Se consolida el portaviones brasilero a la cabeza de la flota sudamericana.
Otro Lulista “histórico” – Hugo Chávez – pasa su misteriosa convalecencia en la Habana. El mismo que estaba seguro que enterraría a Fidel  y Raúl Castro y anexaría la isla a su “continente caribeño”, sale en la foto muy desmejorado mientras lo visitan sonrientes y rozagantes los hermanos Castro.
Venezuela comienza a pensar en su transición que, seguramente, concretará algún otro Lulista.

En Argentina todos pretendemos ser Lulistas.

Tanto el oficialismo como  la oposición encuentran cómodo referenciarse en el mayor estadista sudamericano contemporáneo.
Esto no sería malo sino fuera que sirve mucho más para esconder que para mostrar una identidad.
Lula significa partido, ideología y patriotismo con la debida cuota de pragmatismo para conducir una sociedad compleja que todavía tiene que integrar plenamente al 50% de su población.
Lula aparece como el padre de todos: Cristina, Duhalde, Alfonsín, Moyano, De Gennaro, De Narváez, Scioli, De La Sota y todo aquel que pretende mostrarse como progresista “a la mode”.
Hasta Carlos Reutemann, que en una de las contadas declaraciones que se le conocen afirmó: “Soy de izquierda como Lula”.
¿Es que todo el sistema político argentino milita en el “progresismo de izquierda? Así pareciera a la luz de las manifestaciones de todos sus candidatos presidenciales: Cristina, Ricardo Alfonsín, Hermes Binner, Alicia Argumedo, hasta el decano de los lulistas – Eduardo Duhalde -, el puntano cibernético Alberto R. Saa y la “repúblicana progresista” Lilita Carrió.

           En la Argentina nadie es de derecha

Claro que, como afirmamos que “no existe más la izquierda y la derecha”, es dudoso nuestro unilateral  izquierdismo.
Tampoco somos de centro. Porque, si no existe la izquierda ni la derecha, ¿donde está el centro?
Además afirmamos que decirse “de centro” es ocultar que, la verdad, somos de derecha.
En una palabra, 400 años de pensamiento político los hemos tirado por el inodoro porque son una pesada carga para lidiar con el inmediato aquí y ahora.

Lo que queremos ser  es post-modernos.

Es decir, como no sabemos de donde venimos ni a donde vamos preferimos decir que representamos la avanzada del modernismo, la superación de las ideologías, el sumun del pensamiento líquido…

Somos orgullosamente la nada.

Ya no avanzamos ni retrocedemos, ni pendulamos, sencillamente hacemos girar la perinola y,
Si nos gana el miedo a la inflación o el espanto a que Shoklender siga gastando plata y matando madres, Cristina perderá;
Si no le tenemos miedo a la inflación y nos gustan las imágenes paternales, votaremos por Ricardo;
Si sentimos que necesitamos un experimentado “Piloto de tormentas” recurriremos a Duhalde;
Si no nos asusta el colesterol ni la cama solar, votaremos por Lilita;
Si nos gustan las personas que no conocemos, podemos optar por Hermes Binner o Alicia Argumedo;
Si somos efectivamente de izquierda, votaremos por el único que lo es sinceramente: Jorge Altamira.

¿Para qué necesitamos los partidos? Como dice Jaime Durán Barba, “los únicos partidos son los de fútbol” y, viendo lo que pasó entre River Plate y Belgrano de Córdoba, hasta esos deberían ser prescindibles.
¿Cómo es posible que hayamos retrocedido tanto? Al menos cuando debatíamos entre “salvajes unitarios” y “malvados federales” sabíamos por qué peleábamos, a quienes queríamos degollar y a quiénes debíamos honrar.. Gracias a eso salvamos del olvido a Belgrano y San Martín.
¡Basta de historias antiguas! Lo nuestro es el futuro. Si no nos gustan los candidatos presidenciales, ahí tenemos a los vices. Esos mismos que hoy representan “la lealtad” y mañana serán despreciables criaturas si forman parte del binomio ganador por atreverse a llamar al mozo de la Casa Rosada sin pedir el debido permiso.

Y gira… girala perinola que decidirá nuestro destino.

Lo importante es ganar, a cualquier precio. Y si repite Cristina, que caigan sobre ella las plagas que supo sembrar ( cómo si los desastres cayeran sobre sus autores ).
Así como Menem deglutió y exterminó a la derecha, otro tanto haremos con la izquierda.

En el futuro próximo seremos todos de derecha?

Vuelve la perinola a girar… Cuando los que están pierdan su turno, ya están los que esperan el 2015, agazapados y alertas.
Lo importante es no ver lo importante hasta que la parodia de Tinelli sea el 100% de la audiencia y el 100% de la realidad virtual.
Podremos así hacer las elecciones por teléfono con el auspicio de alguna famosa casa de electrodomésticos y concretar así nuestro más ansiado sueño…. ¿O será una pesadilla?

Diego R. Guelar

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