lunes, 26 de julio de 2010

Construyamos el Partido 10 (26-7-2010)

Asoma el Post-Peronismo

            El Peronismo disidente (o federal) ha decidido hacer una interna independiente a la planteada por los KK dentro del Partido Justicialista.
            Desde siempre el PRO viene planteando su vocación frentista producto de su concepción ideológica pero también consciente  de la debilidad de nuestra estructura nacional propia. Recordemos que el PRO está todavía atravesando su etapa fundacional.
            PRO, con Mauricio Macri a la cabeza, debe proponer a los más importantes referentes del P.F. – Duhalde, Rodriguez Saá, De Narváez, Solá, Reuteman,  Puerta y Romero – la realización de un debate programático que permita establecer la plataforma de coincidencias que facilite la elaboración de un programa común.
            De realizarse exitosamente ese acercamiento, estarán dadas las condiciones para que participen Partidos y candidatos – incluyendo al PRO y a Mauricio Macri- que quieran competir por la Presidencia de la República dentro de una misma interna ampliada bajo el “principio de unidad” en el acatamiento a su resultado.

 Antecedentes
         
         “Compromiso para el Cambio” se transformó en Propuesta Republicana (PRO) con el aporte de “Recrear” y de militantes independientes más aquellos que se sumaron desde el Peronismo, el radicalismo, la Democracia Cristiana, el liberalismo y el conservadurismo.
            Luego se constituyó Unión-PRO con Unión Celeste y Blanca (Francisco de Narváez) y el sector liderado por Felipe Solá del Peronismo bonaerense. Así se ganaron las elecciones del 28 de junio del 2009 en la Provincia de Buenos Aires. El derrotado fue directamente Néstor Kirchner y el sector que hoy queda como controlante pleno del Partido Justicialista.
            Ahora debemos dar un paso más en la tarea de construir una fuerza humanista de centro capaz de organizarse en todo el país desde la participación masiva de hombres y mujeres – en su mayoría hoy independientes- que tienen puestas sus expectativas en la capacidad organizativa y movilizadora de este espacio.

La tarea de PRO debe continuar
           
           El compartir un espacio electoral no debe interrumpir nuestra constitución autónoma.
            El Peronismo Federal – en sus diferentes agrupaciones – hará lo que considere necesario en el camino de la supuesta “recuperación del PJ”.
            Esto ya ocurrió en 1985 con la creación de la “Renovación Peronista” – encabezada por Antonio Cafiero – apartándose del PJ controlado por Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel.
            Continuar con las definiciones movimientistas – negar la necesidad de construcción de un partido -, insistir con un pragmatismo a-ideológico, mantener la confusión entre organización sindical y política, persistir en ignorar las instituciones y resistirse a combatir frontalmente la corrupción y el autoritarismo, han impedido al Peronismo su definitiva transformación en uno de los pilares de nuestro sistema constitucional. Por el contrario, continuar con la misma concepción, se ha transformado en una permanente impedimento para alcanzar la estabilidad y provocar la imprescindible confiabilidad interna y externa.
            El desafío de convivir con otros es siempre estresante y peligroso, pero la construcción política es siempre una tarea compartida y riesgosa que debe estimular nuestra capacidad de madurar y alcanzar nuestra propia personalidad.

El debate ideológico
           
          Si no queremos debatir ideología, esto es una buena oportunidad para hacernos “mecánicamente” peronistas y sumarnos a un proceso que tiene su propia dinámica (a mi juicio, en el final de su vigencia histórica).
           Lo nuevo no puede adolecer de ideología. Tiene que sintetizar una nueva percepción de la realidad pero basada en la experiencia histórica de nuestro país y el marco regional y universal que la encuadra.
            No alcanza con una vaga referencia frondizista de un episodio circunstancial  que ocurrió hace 50 años y que, además, fracasó  justamente por la imposibilidad de ejecutar ideas correctas sin construir las bases de apoyo político, social y económico que lo sustenten.

Nuestros objetivos son generacionales
           
          Esto implica que tenemos 20 años por delante y que reconocemos el rol fundamental de los más jóvenes ya que ellos serán destinatarios y artífices de los grandes cambios que aspiramos fundar y apuntalar durante la próxima década.
            Al margen de nuestras aspiraciones personales, los que tenemos más de 50 años y hemos sido responsables, por acción u omisión, de los errores cometidos desde la restauración democrática, debemos aportar nuestra experiencia para que tales errores no se repitan.
            Los más jóvenes – y los veteranos tardíos en el arte de la política – deben ser los más atentos para evitar “el canto de las sirenas” que los confundan en diferenciar lo importante de lo inmediato y lo sustancial de lo superfluo. Esto no debe impedir la toma de decisiones prácticas que nos permitan avanzar en el camino correcto. Si queremos captar a los jóvenes – profesionales, obreros, empresarios, agricultores – es bueno que utilicemos las herramientas de comunicación de última generación pero debemos llenarlas de contenido y audacia.
            Las “revoluciones” reales – es decir los cambios que se sostienen en el tiempo – necesitan líderes patriotas y desinteresados capaces de entregar sus vidas a causas superiores. El protagonismo y/o la ambición personal son motores válidos siempre que estén puestos a disposición de valores que superan lo meramente personal o grupal.
            Un “partido para sí” es una banda de delincuentes. Por eso construir un verdadero partido es una obra “para los otros”, es una gesta noble y altruista.


La coyuntura del todo o nada
           
           La actual ofensiva contra el Presidente de PRO – en esta etapa fundacional – pone a prueba nuestras mejores intenciones. En el “ganar” o “perder” no se juega una candidatura personal, sino la posibilidad de iniciar un proceso vital para nuestra nación.
            Es una batalla, pero también un aprendizaje. Las instituciones que defendemos son el “territorio del conflicto”. Desde ellas construiremos el triunfo o morderemos el polvo de la derrota.
            “Vencer” es cumplir nuestro mandato histórico, si es cierto que tenemos y representamos uno.
            En los próximos meses descubriremos nuestra propia naturaleza.
            Ha llegado la hora de la militancia.

Diego R. Guelar


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