miércoles, 22 de diciembre de 2010

Construyamos el partido-30 (22.12.10)

Álvaro Uribe de visita en Buenos Aires

El pasado 15 de diciembre el ex - presidente de Colombia, Álvaro Uribe, visitó Buenos Aires. Fue declarado “visitante ilustre” por la ciudad de Buenos Aires y Mauricio Macri lo invitó a dar una charla para los jóvenes en el “Salón Dorado” del Palacio Municipal.
Si bien, tal como la mayoría de los dirigentes de centro-derecha, propuso “superar la dicotomía entre derechas e izquierdas”, recurrió a un interesante giro para autodescribirse: se refirió a sí mismo como un “combatiente”, exhortando a los más jóvenes a “renovar el camino del combate para defender causas justas como la democracia, la justicia y el desarrollo”.
La “militancia” y el “combate” fueron consignas centrales de los setentas. Allí se gestaron como instrumentos de una actitud que buscaba, ingenuamente, cambiar el mundo de la “Guerra Fría” y la “Realpolitik” por una visión más humana que identificaba a Cristo con Marx y al Che Guevara con el cura Camilo Torres. Así se fundían izquierdas y derechas, la cruz y la espada con la oz y el martillo en una suerte de “nueva cruzada”.
El fanatismo, el ideologismo y su utilización por parte de la URSS arrasó con el intento. Los soviéticos perdieron la 3ª Guerra Mundial.
Pasaron 40 años y el setentismo es y debe ser historia. Ni más ni menos que eso. Los grandes cambios del inicio del siglo los protagonizaron setentistas: Uribe, Lula, Mandela, Cardozo, Lagos, Mujia, Clinton, Aznar y González, quienes hicieron un largo camino entre la juventud y la madurez para reprocesar sus  ideologías originarias – fueran de izquierda o derecha – y lograr superarlas.
Pero superarlas no es cortarles sus raíces ni negar la historia. Por el contrario, fue encontrar en ellas los secretos que frustraban los ideales doctrinarios oponiéndolos a realidades conducentes. 
Es la eterna pregunta del “¿qué hacer?” que obsesionó y obsesiona a todos los que encaran el desafío de las grandes realizaciones. La crisis de las ideologías dominantes en el siglo XX – Comunismo y Capitalismo – ha abierto la puerta a los que se definen por la “no-respuesta” como forma de encarar los desafíos contemporáneos. Usan como argumento las nuevas técnicas de comunicación de masas y los medios electrónicos o “redes sociales” que facilitan la interacción y la generación de un permanente y universal “reality show” que permite “comunicar todo sin comunicar nada”.
Igual que “la tecnología” permite bajar de la ciencia pura a la ciencia aplicada y de ésta a su utilización cotidiana, la “militancia” es el procedimiento que habilita a las ideas más profundas y complejas de la filosofía, la política y la economía para traducirlas en propuestas concretas adaptadas a la realidad de cada cultura, pueblo y región con más las condiciones específicas de tiempo y espacio.
Así lo hicieron las “logias” y “generaciones” del siglo XIX y los sindicatos y partidos del siglo XX y hoy estamos en plena transición de estas formas organizativas hacia otras o las mismas renovadas.
Álvaro Uribe vino a proponernos la ratificación generacional del mismo combate con otras armas pero con el mismo espíritu, energía y vocación de justicia que animó a nuestros predecesores que construyeron el mundo desde sus mismos orígenes.
Es así como incorporar las mejores técnicas innovativas debe ser concretado, porque nos ayuda a llegar con un mensaje que sólo será realidad si es incorporado como propio por cientos de miles de ciudadanos que hoy buscan, vía internet, una posibilidad de mayor participación política.
Juan Carr, líder de la mayor ONG social del país, afirmó que estamos, como nunca, al borde de derrotar el hambre y/o la desnutrición en Argentina. Plantea que “sólo” 1.700.000 argentinos lo padecen  pero, considerando que somos 40 millones y producimos alimentos  para 400, ese 7% de la población debería ser abastecido en el corto plazo.
Para resolver este tema debería sobrar con un buen programa de gestión (como el “hambre cero” de Lula) pero, sin mandato moral, ético e ideológico, ese vacío lo cubren los pornográficos índices de corrupción que sustituyen a la eficiencia y destruyen al Estado. Lo mismo ocurre con la educación  y la salud, donde, entre presupuestos no ejecutados y “desvíos” a proveedores, se encuentran recursos más que suficientes para resolver TODOS los problemas graves.
El ex – presidente Uribe ha confesado en múltiples ocasiones que asume el riesgo cotidiano de ser asesinado como “vendetta” por los enemigos a los que tanto dañó les causó. Viene enfrentando ese riesgo desde el mismo momento que viera morir asesinado a su padre – como él, Gobernador de Antioquía – hace más de 30 años.
Obama está dando su batalla para sacar las tropas de Iraq, reformar el sistema de salud y el financiero y cerrar Guantánamo, no le es fácil ni barato; Lula ha logrado terminar con la pobreza extrema y lucha por posicionar a Brasil entre las 5 mayores economías del mundo; Piñera sueña con dejar 100 por ciento reconstruido Chile para el final de su mandato; Cameron enfrenta el mayor ajuste de la economía inglesa en su historia. El Premier indio Manmohan Singh, aspira a competir de igual a igual con el gigante chino.
Ninguno de ellos es un “pragmático a-ideológico”. Ninguno de ellos tampoco es un izquierdista o un derechista dogmático.
Todos ellos han desarrollado un pensamiento ligado a la historia concreta de sus países con profundos lazos intelectuales a corrientes globales y, sobre todo, han creado estructuras partidarias o han aggiornado las ya existentes.
Álvaro Uribe fundó durante su primer mandato “El Partido de la U” y, con esa nueva estructura fue elegido él y luego el actual Presidente Santos.
La centro-derecha colombiana tendrá por muchos años una estructura política que la represente. Sólo si la centro – izquierda logra hacer lo mismo podrá disputarle el poder dentro de 4 años.
El Partido Popular de España tardó 18 años en poder desplazar al PSOE por carecer de una estructura única nacional. Cuando lo hizo, en 1996, el sistema político español terminó su transición.
Uribe, Piñera y Calderón demuestran en Colombia, Chile y Méjico que la centro- derecha democrática, humanista y moderna puede conducir exitosamente los destinos de sus naciones. En los tres casos, la cuestión partidaria fue central para alcanzar ese objetivo.
Machacar sobre el mismo clavo puede parecer repetitivo y aburrido pero es, precisamente ese clavo el que nos está faltando.

Diego R. Guelar

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