viernes, 14 de enero de 2011

Construyamos el Partido 33 (14.1.11)

1000 kilos de cocaína embarcados en Buenos Aires son incautados en España

Los hermanos Juliá y Gastón Miret – pilotos del avión Challenger que fuera detenido en España – no son aventureros individuales ni aislados. Representan la punta de un iceberg que oculta una de las dos mayores lacras producidas y profundizadas por la destrucción del estado: la primera es el crecimiento de la marginalidad y la pobreza, la segunda, el desarrollo y maduración del negocio de la producción de drogas (tanto de origen vegetal como sintético) y su distribución local e internacional.
El nivel alcanzado, imposible de medir por la falta de estadística confiable, supera cualquier proyección imaginable.
Para que esto ocurra, es necesario un nivel de compromiso extraordinario por parte de los más altos niveles de las fuerzas de seguridad, la fuerza aérea y empresarios del transporte terrestre y aéreo que, amparados por la garantía constitucional de la inviolabilidad de la correspondencia (que incluye la paquetería) pueden circular libremente por todo el territorio nacional. La falta de radarización, celosamente impedida hasta la fecha y/o la implicación de sospechados en el tráfico de estupefacientes como posibles proveedores de la tecnología para implementarla, demuestran la impunidad del tránsito  aéreo de esta maléfica mercadería.
Dirigentes sindicales, importantes empresarios y abogados y políticos ligados a las zonas de producción, no pueden ser ajenos a este tramado que ya maneja cientos de millones de dólares en origen y se multiplican a billones en su dimensión final de mercado (desde Brasil a USA y la Unión Europea).
Los partidos políticos – que hasta hace poco tiempo representaban una red sociológica de gran alcance – 75% de la población se consideraba peronista o radical hasta la crisis del 2001 -, mantuvieron una actitud prescindente frente al embrionario problema en los 70’s y su paulatino desarrollo en los 80’s y 90’s.
La quiebra del Estado y de las organizaciones partidarias, facilitó una interacción directa entre empresarios y agentes de seguridad que pudieron evitar todo control estatal o social. Las “anécdotas” ocurridas – mucho más que casuales - como las valijas de Antonini Wilson, la tonelada de cocaína en España o el “camello” encontrado tomando un colectivo en Santa Fe con 10 kilos de cocaína en su mochila, grafican la gravedad del problema.
¿Estamos a tiempo de reaccionar? Siempre se está a tiempo. Colombia, Méjico, Perú y Brasil demuestran que, hasta en condiciones de extremo desarrollo de los carteles, se puede entrar en combate contra esta violenta delincuencia.
El problema es que, cuando más tarde se reaccione, más cruento será el precio a pagar.
Hay una relación directa entre madurez del sistema político y lucha contra el narcotráfico.
No es casual que en los cuatro países mencionados, durante  períodos de debilidad institucional, creciera exponencialmente el tráfico y que la maduración del sistema democrático – con alternativas político – partidarias – permitiera éxitos resonantes en la represión de los traficantes.
Es comprobable que en Méjico, Colombia, Perú y Brasil, la actuación de las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas ha logrado controlar la infiltración y cooptación de sus mandos y alcanzar resultados muy meritorios.
Argentina, Bolivia, Venezuela y Paraguay se presentan como los territorios más propicios para reemplazar el espacio perdido en la región.
Lo producido en Bolivia y Paraguay se vuelca naturalmente hacia Argentina por la capacidad local de consumo y la posibilidad agregada de entrar y salir sin enfrentar controles (falta de radarización y corrupción de los controles aduaneros).
Finalmente, el descuajeringado sistema político argentino tendrá que ser parte obligada de este drama. Lo será para seguir impidiendo la radarización, influir para quienes la controlen “permitan las excepciones”, negociar con sectores del aparato de seguridad para “hacer la vista gorda” ante el aumento geométrico del consumo (hasta especular con el apoyo de “barras bravas” y sistemas punteriles villeros) o ponerse firmes frente al fenómeno y enfrentarlo con responsabilidad y patriotismo.
Es en estos temas donde se prueba la “verdadera ideología”. No se necesitan definiciones de izquierda o derecha para defender el destino de nuestros hijos y nietos. Se necesita liderazgo y una sociedad civil organizada para reaccionar frente a semejantes amenazas.
Miremos a nuestros vecinos más organizados política y socialmente. Veremos en ellos la decisión de no dejarse vencer o, en algunos pocos (Chile y Uruguay) la capacidad de evitar el crecimiento del fenómeno.
En Argentina sólo observamos la persecución de los “perejiles” que operan al margen del sistema centralizado o los “arreglos de cuentas” internos que producen delaciones puntuales cuyo esclarecimiento en profundidad , es rigurosamente evitado después de un primer “escándalo mediático” y su posterior dilución y final desaparición.
Argentina podrá sumarse a quienes defienden su patrimonio social o cultural o esperar a que nuevas generaciones, después de un sanguinario costo, recuperen la dignidad perdida.

Diego R. Guelar

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