miércoles, 25 de agosto de 2010

Construyamos el Partido 13 (25/8/10)

Hugo Moyano asume como Presidente del PJ Prov. De Bs. As.

Se ha constituido el “riñón duro” del PJ: Néstor más Moyano; el verdadero G-2 de la Propuesta oficial. Se suman en los márgenes: algunos grupos piqueteros y el grupo intelectual “Carta Abierta”.
Los apoyan no menos de 10 gobernadores, 40 intendentes de la Prov. De Buenos Aires y varios cientos del interior.
Un pulmón garantido del 28% de los votos nacionales.
Imposible llegar al 40% soñado y la seguridad de una derrota en la 2da vuelta contra cualquiera que llegue a esa instancia.
Esta estructura representa a no menos del 70% del viejo electorado peronista (ya muy disminuido). Como decía Juan Perón: “Gira a la derecha, pero pon el giño a la izquierda”.
El “perfil social” (subsidios al consumo, el transporte y el universal por hijo) pretende mantener un electorado cautivo con el argumento que “la derecha opositora los eliminaría de un plumazo”.
Así se mantiene la confusión ideológica al evitar una “definición socialista” – al  estilo Chávez – mientras se busca apuntalar un “Capitalismo de amigos” y un esquema de corrupción escandaloso.
El sindicalismo peronista – originariamente laborista pero siempre anticomunista – se concibe como “Sindicalismo de Estado” (C.G.T. única y fuerte vínculo con el poder político) cuestionado desde siempre por la OIT (Organización Mundial del Trabajo) justamente por la falta de libertad sindical.
           En la Argentina se verifica la paradoja de partidos social demócratas – la UCR y el Socialismo – sin ningún peso en las organizaciones sindicales, a diferencia del socialismo europeo o el Partido Demócrata de los EE.UU – relacionado con la AFL – CIO, central de trabajadores norteamericanos.
El Peronismo, más allá de sus movimientos pendulares, se caracterizó por su estrecha vinculación con el sindicalismo en forma hegemónica. Las administraciones peronistas – y las militares – marginaron (y reprimieron) a quienes pretendieron disputarle espacios de poder.
En Europa, el Sindicalismo se dividió en centrales Socialistas, cristianas y comunistas. Todo el espectro político tuvo así su “ala sindical” evitando el monopolio de la representación gremial.
Este “desequilibrio social” produjo la aseveración que   “nadie  puede gobernar en Argentina sin el Peronismo”. La resistencia a las administraciones militares y las “huelgas generales” seriales a los Radicales abonaron esta afirmación.
Mientras tanto, el Partido Comunista nunca pudo hacer llegar un Diputado al Congreso y el Partido Socialista quedó limitado a la prov. De Santa Fe y a la Capital Federal.
El otro extremo del mapa ideológico – el liberalismo conservador – tuvo expresiones minoritarias que se sucedieron en el tiempo: los conservadores populares de la Prov. De Buenos Aires, UDELPA del Gral. Aramburu, el Partido Federal de Francisco Manrique, la UCD de Álvaro Alzogaray, Acción por la República de Domingo Cavallo y Recrear de Ricardo López Murphy (éste último alcanzó el mayor éxito electoral del sector al obtener 17% de los votos en el 2003).
En el centro, el histórico Partido Demócrata Cristiano, quedó preso de su vinculación con el Peronismo del que fue siempre un aliado marginal.
El mapa político ideológico comienza a reordenarse en los 90’s (ver Construyamos el Partido -12) pero el estrepitoso fracaso de la alianza UCR – Frepaso – Socialismo y el exagerado corrimiento de Menem hacia el liberalismo conservador implosionó en el 2001 y recién ahora comienza a reagruparse siguiendo las mismas tendencias fundadas en los últimos 15 años.
El confrontativo eje Kirchner – Moyano dejará al PJ aislado de la mayoría de la opinión pública que está cansada de los intentos de hacer chocar a distinto grupos sociales: el campo contra la ciudad, los trabajadores contra los empresarios, los empresarios nacionales contra los extranjeros, los pobres contra los ricos, la prensa contra la opinión pública, etc.
En el 2011 no se verificará – todavía – una diferenciación de propuestas por su adscripción a una ideología determinada, sino por la capacidad de los partidos (y sus candidatos) de representar el deseo de la mayoría de terminar con los enfrentamientos estériles.
La premisa de la gobernabilidad por el control sindical sólo beneficiará a Néstor Kirchner. Si este elemento  conserva su mítica importancia, él tiene alguna posibilidad de éxito. Si la sociedad pierde sus temores atávicos, será la oportunidad de construir los equilibrios que permitan recorrer una transición democrática definitiva:
1)    Por primera vez tendremos una Corte Suprema independiente,
2)    El panorama parlamentario se caracterizará por minorías sin control mayoritario de nadie
3)    El Poder Ejecutivo deberá estar dispuesto a negociar para poder gobernar, siéndole imposible recurrir al argumento autoritario
4)    Por último, podremos aspirar a la organización de un sindicalismo libre, transparente y representativo que pueda dar cabida a diferentes expresiones ideológicas.

Diego R. Guelar

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