lunes, 7 de febrero de 2011

Construyamos el Partido 34 (07-02-11)

“Sanz y Alfonsín disputan internas el 30 de Abril”

El Senador Ernesto Sanz y el Diputado Ricardo Alfonsín disputarán una interna “abierta, voluntaria y no vinculante” para afiliados de su partido (y ciudadanía en general) el 30 de abril próximo. El tercer eventual candidato, el actual vice-presidente Julio Cobos, podrá participar, si así lo decidiese en el futuro, en las internas abiertas y obligatorias dispuestas por ley para el próximo 14  de agosto.
Por otra parte, Duhalde, R. Saa y Das Neves , según anunciaron, harán una interna entre mayo y julio  a desarrollarse en 4 o 5 etapas y por regiones. No se entiende cual será el partido o frente que las organizará ni si serán abiertas o cerradas. Solá avisó que no va a participar.
Pino Solanas y Lilita Carrió ya son candidatos por su cuenta y Mauricio Macri definirá su candidatura en marzo.
La Señora Presidenta tiene delegada para sí, por obra del espíritu santo, la decisión sobre su candidatura a la reelección.
Hemos caído en un mar de confusión. En todos los países de nuestra civilización (si es cierto que pertenecemos a alguna), las internas son internas – es decir, se realizan entre afiliados de un partido determinado y conforme a su estatuto partidario -, y las elecciones generales son abiertas siendo obligatorias o no, conforme a lo que establezca la Constitución y/o la ley electoral aplicable.
Lo que es absolutamente absurdo es fijar en forma obligatoria la participación de toda la población en elecciones internas de los partidos.
Para ser claro: según la legislación vigente, todos los argentinos y argentinas entre 18 y 70 años deberemos concurrir el domingo 14 de agosto del 2011 con nuestro DNI (en el lugar de nuestro empadronamiento) a votar por alguno de los candidatos de las internas de los partidos políticos. Para evitar las sanciones legales y tener nuestro documento debidamente sellado por las autoridades de mesa, si no quisiéramos votar por nadie, deberíamos hacerlo en blanco.
Es decir, en un país donde no funcionan los partidos políticos, hacemos obligatorio que todos los ciudadanos voten por dentro de los mismos.
No importa cómo intentemos explicar esta locura, hemos sobrepasado todo sentido común.
El Radicalismo, único partido de regular funcionamiento nacional, está intentando hacer su interna normal de la manera más sensata.
Pero, así y todo, este ejercicio estará viciado por un padrón electoral desactualizado donde lo mejor de la nueva militancia no podrá participar y donde una minoría de su vieja estructura decidirá quién es su candidato.
Al margen de esta decisión, Julio Cobos o cualquier otro podrán darle batalla al elegido el 14 de agosto sumando una nueva masa de votos extra-partidarios que podrán dirimir la cuestión al margen de la voluntad partidaria.
Las últimas dos internas nacionales con resultados históricos fueron la de 1983 (entre Alfonsín y De la Rua) y la de 1989 (entre Cafiero y Menem).
De allí surgieron los candidatos que, para bien y para mal, dirigieron una “primera transición democrática” – 1983-1999- que terminó con el derrumbe total de las instituciones políticas y el default financiero. A Duhalde le tocó “la transición entre transiciones” del 2002 al 2003.
Los Kirchner condujeron una “segunda transición” – 2003-2011 – con un “estado de excepción” que incluyó la ilegítima sesión de poderes parlamentarios al ejecutivo y la más absoluta falta de transparencia sobre las decisiones públicas.
Si Dios fuera mínimamente argentino, deberíamos empezar en el 2012 una “tercera transición” que nos haga aterrizar en una “Tierra Prometida Democrática” permanente y previsible.
Difícil será enmendar la irracionalidad ya practicada, pero sería prudente y sensato que tomáramos cuenta del camino recorrido de tal forma de corregirlo en el futuro próximo. 2 generaciones políticas hemos fracasado desde la instauración democrática.
Si pudiéramos entre el 2012 y el 2016 depurar padrones de no más de 4 o 5 partidos nacionales, hacer elecciones verdaderamente internas (que movilizen en total a 3 o 4 millones de argentinos afiliados a partidos políticos) y llegar a las elecciones de octubre del 2015 con un panorama claro y una ciudadanía responsable, podríamos hacer una “cuarta y última transición” – 2016-2020 – que les permita a los que hoy tiene 10 años de edad incorporarse al padrón electoral y votar en octubre del 2019 en un país normal y en pleno proceso de crecimiento.
No debería ser tan difícil poder alcanzarlo.
Así Chile, Brasil y Uruguay nos llevarían “sólo” 15 años de ventaja (para el 2005, los tres habían terminado plenamente sus transiciones democráticas) y podrían recibirnos en el “Club Democrático del Cono Sur” como una nación madura y un socio confiable.

Diego R. Guelar

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