viernes, 29 de octubre de 2010

Construyamos el Partido 24 (29-10-10)

La muerte de Néstor Kirchner. Su sucesión

“Cuando las instituciones son débiles, la política se convierte en un mero concurso de vanidades y ambiciones personales donde la audacia, la falta de escrúpulos, el mesianismo y el oportunismo reemplazan a las ideologías y los programas” (Winston Churchill, C. de los Comunes, 2-8-1939).
Néstor Kirchner ha muerto. Sus carencias y sus virtudes fueron públicas y él mismo sabía exhibirlas con el mayor desparpajo, enorgulleciéndose de ellas como instrumentos que podían sustituir a los mecanismos institucionales.
Por eso murió como Diputado Nacional, ex - Presidente de la República, Director Ejecutivo de la UNASUR, Presidente del Partido Justicialista y candidato a la reelección presidencial en el 2011, pero, sobretodo, gozando del ejercicio de la “Jefatura Suprema” al margen de cualquier cuestión jerárquica o protocolar.
Logró el objetivo de evitar la posibilidad del llano, con su ineludible carga de “juicio de residencia” al que estaría expuesto después de su ocaso.
Su salud fue el enemigo al que no pudo vencer, es decir, a sí mismo.
Pero la Argentina sigue siendo la misma que amaneció el 27 de octubre pasado pensando en el feriado absoluto que provocaba el planificado Censo Nacional.
Tiene el mismo PBI, la misma producción agrícola, minera, industrial y de servicios; la misma coyuntura excepcional de mediano y largo plazo y las misma endebleces estructurales.
Seguramente el grupo gobernante pueda aglutinarse alrededor de la Presidenta Cristina garantizando la gobernabilidad hasta diciembre del 2011 y, si la suerte los acompaña, pueden llegar a obtener la reelección de Cristina en el 2011. El problema a resolver es cómo separar el tema de las candidaturas de la construcción de colectivos estables que hagan de los individuos circunstanciales sólo una cuestión transitoria sujeta a mecanismos y controles colectivos.
Un espectro grande de la ciudadanía se asume como de centro– izquierda o “progresista” y divide sus preferencias entre Ricardo Alfonsín, Pino Solanas, Hermes Binner, Lilita Carrió, Martín Sabatella, la CTA Sindical y la propia Presidenta Cristina.
Otros, más conservadores o de centro–derecha se identifican con Mauricio Macri, Carlos Reutemann, Eduardo Duhalde, Daniel Scioli, o Francisco De Narváez.
Existen también estamentos que tiene preferencias divididas como el sindicalismo ortodoxo, el empresariado, la Iglesia y las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Estos “aparatos de poder” no tienen una significación electoral importante pese a los ingentes recursos que movilizan.
El “imaginario colectivo” así descripto tiende a asociarse con figuras que no defienden claramente una identidad partidaria sino que pivotean sobre gestos esporádicos a los cuales se les atribuyen valores con los cuales se los vincula. Así unos aparecen con más “sensibilidad”, otros con más “gestión” y otros con más “honestidad”.
No existe propuesta organizativa, ni participativa ni ideológica clara; por el contrario, se trata de hacerla lo más difusa posible.
El Ex – Presidente Duhalde, factor decisivo en la elección del candidato presidencial del 2003, sondeó antes de definirse por Néstor Kirchner a Carlos Reutemann, Juan Manuel de la Sota, Roberto Lavagna, Felipe Solá y Mauricio Macri. Finalmente, el Peronismo agonizante llevó tres candidatos y el Radicalismo se dividió en tres partidos.
El panorama actual no muestra signos muy claros de haber superado la crisis política desatada en el 2001 pese a que ya transcurrieron 10 años y tenemos a la vista las exitosas experiencias partidarias de nuestros vecinos Chile Uruguay y Brasil.
Nosotros persistimos en las opciones individuales con la excepción de la Unión Cívica Radical que deberá elegir a Ricardo Alfonsín por centro– izquierda o a Julio Cobos por centro–derecha. Pero este debate, reiterado en los últimos 50 años (Balbín – Frondizi; De la Rúa – Alfonsín) no termina de definir el perfil partidario que igual, en soledad, es sólo una golondrina que no hace verano.
Del otro lado, se debe superar el “pragmatismo a-ideológico” practicado por el Peronismo para dar una respuesta a ese enorme electorado independiente de centro – derecha que, en un número importante, abreva en el Peronismo histórico y sus logros económicos y sociales. Sectores conservadores y liberales se suman allí desde una perspectiva que supera el viejo anti – peronismo.
Sigue existiendo una gran expectativa en el sentido de que PRO (Propuesta Republicana) se constituya en una verdadera fuerza política que aglutine a estos sectores y no quede limitada a un mero esquema de apoyatura a la candidatura presidencial de Mauricio Macri.
El mismo desafío desde la centro – izquierda enfrenta Ricardo Alfonsín, quien debería lograr no repetir la frustrante experiencia de “la Alianza” constituida en 1997 entre la UCR, el Socialismo santafecino y el FREPASO.
Fundar dos grande coaliciones electorales con vocación de constituirse en los pilares de un sistema estable con alternancia y solidez ideológica, es la respuesta permanente frente a los recurrentes “vacíos de poder” que jalonan nuestra historia contemporánea.
Encontrar hombres o mujeres providenciales, líderes carismáticos o golpes de estado autoritarios fue una fórmula que lo único que consiguió fue condenarnos a la decadencia y al retroceso.
La desaparición de Néstor Kirchner, igual que la anécdota de su irrupción en el escenario nacional en el 2003, deberían enseñarnos la diferencia entre lo permanente y lo efímero.
Néstor Kirchner ya es parte de nuestra historia.
Dejémosle descansar en paz y construyamos las instituciones que lo sucedan.

Diego R. Guelar


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