miércoles, 6 de julio de 2011

Construyamos los Partidos- 49 (6-7-2011)

Méjico, del dedazo al partidazo

La revolución mejicana que termina con la dictadura de Porfirio Díaz comienza en 1917. Después de una cruenta guerra civil, diversas facciones fundan el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1929. El PRI gobierna ininterrumpidamente hasta el año 2000. En 1939 se funda el Partido Acción Nacional (PAN) que recién alcanza, con Vicente Fox, la presidencia de la república en el año 2000.
La izquierda más intransigente se escinde del PRI en 1989 bajo la conducción de Cuauhtémoc Cárdenas y funda el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ganando las elecciones municipales en Méjico DF en el 2002 con Andrés Manuel López Obrador.
Éste último es derrotado por Felipe Calderón (PAN) en las elecciones presidenciales del 2006.
El PRI, aparato electoral de extraordinario poder y un pragmatismo ideológico semejante  al Peronismo Argentino, parecía desmoronarse pero conserva el gobierno de 10 estados federales y el pasado domingo gana en los Estados de Méjico, Coahuila y Nayarit. Llegando a controlar 19 de los 32 estados federales.
Así se posiciona el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, como el favorito para las elecciones del 2012.
Resurge así un partido casi centenario que ejerció en solitario un poder omnímodo y minado por el clientelismo y la corrupción.
Sin embargo, el PRI supo adaptarse a los cambios producidos durante el nuevo siglo regenerando una dirigencia más democrática que expresa una ideología centrista con alas derecha e izquierda, con una fuerte connotación nacionalista.
El PAN se mantiene en su espacio de derecha  liberal y el PRD expresa a la izquierda clásica mejicana.

Situación económica

En enero de 1994 Méjico firma con los EE.UU un Tratado de Libre Comercio (TLC) que consolida la relación estructural de ambas economías.
En ese momento, todavía regía el “unicato” del PRI y 11 meses después de su firma estalla una crisis – el tequilazo – que genera una debacle económica global (le siguen más tarde la rusa y la del Sudeste Asiático).
Los EE.UU. intervienen con un fuerte apoyo financiero y, en pocos años, Méjico cancela los créditos recibidos durante esa crisis.
En los últimos 15 años, México ha firmado acuerdos de Libre Comercio con Nicaragua, Chile, Uruguay, El Salvador – Guatemala y Honduras, la Unión europea, Israel, la Asociación Europea de Libre Comercio y Japón.
Así  ha transformado una economía muy cerrada en una de las más libres del mundo aunque todavía existen grupos monopólicos nacionales muy fuertes en sectores claves de su economía como petróleo y comunicaciones.

La consolidación democrática

Méjico era, hasta hace poco tiempo, muy celoso de su perfil nacionalista y laico. No tenía relaciones diplomáticas con el Vaticano, privilegiaba su relacionamiento con Cuba y otras dictaduras de izquierda, mantenía una tensión diplomática permanente con los EE.UU. y reprimía cualquier expresión interna o externa que cuestionara su sistema político hegemonizado por el PRI.
En la década de los 90’s, comienza un giro muy profundo para liberalizar sus sistema político, abrir su economía y fortalecer su rol como una de las economías emergentes más pujantes del mundo.
Logra ampliamente estos objetivos y es, con Brasil y Argentina, una voz de peso en el G-20.
Su crecimiento económico y su integración con el mundo le requirieron una política de transformaciones que fueron coincidentes con el nuevo papel que ejercía en el hemisferio y en el mundo.
El actual Presidente, Felipe Calderón, paga el precio de una valiente política – no encarada por sus antecesores – para derrotar a la delincuencia del narcotráfico que ha costado 40.000 vidas en los últimos 4 años más  el impacto económico de la crisis desatada en los EE.UU. desde el 2008.
Las reformas encaradas en los últimos 20 años son comparables a las de Brasil, Chile, Perú y Colombia.
Es inimaginable que Méjico retroceda al unipartidismo o al populismo autoritario de los viejos liderazgos latinoamericanos.
Es inexplicable que la Argentina, 5to país del hemisferio después de los EE.UU, Canadá, México y Brasil no pueda seguir las lecciones de quienes pasaron por procesos similares a los nuestros – guerras civiles, crisis económicas, evolución del modelo agrario al industrial, hambrunas y altos niveles de desocupación e inflación, voluminosas deudas externas, - cuyos comportamientos han sido equiparables en un 100 por 100-.
Cada país tiene su propio “modelo de adaptación” a las cambiantes condiciones mundiales pero siempre será convergente con las conductas que tienen los otros en el marco de las ideas hegemónicas de su tiempo y su cultura.
La pretensión de una escala de valores autónoma y, a veces, antitética con la de los otros es sólo sustentable durante un corto período y termina inexorablemente en una crisis regresiva.
Como bien diría Abraham Lincoln: “Se puede mentir a pocos por mucho tiempo; se puede mentir a todos por poco tiempo; lo que no se puede es mentir a todos, todo el tiempo”.

Diego R. Guelar


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